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La comida del día anterior con Cameron y Sophie, fue muy bien. Charlamos sobre mis padres, mis estudios... Ellos me hablaron de sus trabajos, y compartimos un rato con los niños. Por la tarde estuve ocupada con Lilian y Daniel; hicimos las tareas escolares y después nos entretuvimos en hacer serpientes de plastilina, ya que había leído que para la motricidad fina de los niños, era muy efectiva. Con Daniel fue de maravilla, pero con Lilian no triunfó tanto la actividad.

Y es que algunos niños con altas capacidades, había texturas de objetos, tejido de algunas ropas, algunos sonidos y olores específicos... que no les resultaban llamativos debido a la sensibilidad sensorial que tenían. Y había descubierto que el tacto de la plastilina no le hacía mucha gracia a Lilian ya que de un momento a otro se había quedado bloqueada sin saber qué hacer. Con mucha paciencia, fuimos al baño y le lavé las manos, mientras que le explicaba que si alguna vez le volvía a pasar, pensara en que ella podía seguir adelante sin la necesidad de bloquearse, y que yo la iba a ayudar.

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Me acabé de levantar, desayuné un café rápido, me vestí y me fui directa a la mansión. Era mi primera mañana despertando a los niños y llevándolos al colegio.

En la cocina, ya estaba Katy preparando los desayunos. La dejé atrás y subí las escaleras, hacia las habitaciones de los niños. Primero desperté a Lilian, quien se desperezó enseguida y la dejé vistiéndose en su cama. Después fui a despertar a Daniel, que parecía querer quedarse en la cama un rato más.

— Venga Dan, vamos a desayunar. —dije cogiéndole en brazos y dejándolo en el cambiador.

— Dormir. —dijo él desde el cambiador.

— Oh, yo también quiero. —dije volviendo a él con el uniforme de la guardería. —Pero hay que ir a clase para ser un chico listo.

— Yo soy listo.

— Claro que lo eres. —dije dejándole un beso en la frente.

Cuando acabé de vestir a Daniel, Lilian nos esperaba en la puerta de su habitación con todo preparado.

— ¿Sabes hacer trenzas? —me preguntó Lilian dándome una mano, mientras íbamos por el pasillo.

— Claro, mientras desayunas te hago una.

— ¡Bien! —gritó ella.

— Shhh, Isaac duerme. —le dije. — Y tu madre y Cameron también.

— Lo siento.

— No te preocupes. —dije sonriéndole. —Ahora vamos a desayunar o llegaremos tarde.

Desayunaron tranquilos, mientras yo le hacía a Lilian dos trenzas. Luego cogieron sus mochilas y me siguieron hasta la entrada, donde Nick había aparcado mi coche.

— Hola Nick. —dije sonriendo. —¿Qué tal la mañana?

— Bien. —dijo poniendo las sillas de los niños en la parte de atrás del Audi azul oscuro que me habían dado.

— ¿Crees que después podrías ayudarme con una cosa de mi casa?

— Si.

— Es que resulta que ayer cuando iba a colgar unas cosas en el perchero de la entrada, se me cayó todo. Y encima...

— Dios, me acabo de levantar. —dijo sacando la cabeza del coche. —Eres peor que Lili por las mañanas.

Lilian, a la misma vez que yo, puso los brazos en jaras y lo miró.

Creo que te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora