21

24 2 0
                                    

Cuando me desperté, unos ojos azules me observaban.

Isaac estaba al otro lado de la cama, con la ropa aun puesta y lo más separado de mí, que se podía estar.

—    Hola. —dijo con cierto temor en la voz.

Volví a cerrar los ojos y los volví a abrir. Estaba cansada, no había dormido nada. Llevaba semanas sin tener una sola pesadilla, pero anoche, todas decidieron volver. Y lo ultimo que me apetecía, por ende, era discutir con Isaac.

—    Hola. —susurré. —¿Qué hora es?

—    No serán más de la siete.

—    Vale. —dije pasándome una mano por la cara. —Voy a despertar a tus hermanos.

—    Te ayudo. —dijo levantándose a la par que yo.

—    Como quieras.

Isaac frunció el ceño, pero esperó a que me vistiera para ir a despertar a los niños. Él sabía perfectamente porque el ambiente estaba tenso entre los dos, pero no hizo ningún alegato de querer hablar, así que yo preferí no hacerlo tampoco.

—    Puedes despertar a Lili, si quieres. —dije señalando la pureta de ella, mientras yo entraba en la de Daniel.

Esa mañana no hubo juegos en la cama, simplemente lo desperté y vestí. Y parecía que Daniel tampoco había pasado buena noche.

—    Hoy vamos a ir a ver a Daria. —le dije, sonriendo. —¿Querrás un poco de chocolate?

Daniel asintió sonriendo.

—    Perfecto. —dije dejándole en el suelo, para abrir la puerta de su habitación. —Ahora vamos a llevar a Lili al cole.

—    ¡No quiero! —escuché que gritaba Lilian desde su habitación.

Preocupada, abrí la puerta con rapidez. Pero solo me encontré a una Lilian cruzada de brazos, a medio vestir, y a un Isaac que parecía querer tirarse por la ventana.

—    ¿qué pasa? —pregunté cogiendo el jersey que Isaac tenía en la mano.

—    No quiere ponerse el dichoso jersey.

—    No. —dijo Lilian, con los brazos cruzados. —Porque no voy a ir al cole.

—    Claro que vas a ir. —dije poniéndome de rodillas delante de ella. —Isaac baja con Dan, y que Katy empiece a prepara los desayunos, ahora bajamos.

—    ¡Yo no!

—    ¡Ya basta de gritar! —le dije a Lilian levantando la voz.

—    De acuerdo. —me contestó Isaac, sorprendido por haberle levantado la voz a su hermana.

—    Gracias. —le dije.

Cuando cerraron la puerta y me volví hacia Lilian, me miraba enfadada.

—    ¿Qué te pasa?

—    No quiero ir a clase, y no me quiero ponerme ese jersey.

—    Lilian... tienes que ir al cole.

—    No. —volvió a negarse. —¡NO QUIERO!

—    Te he dicho que no grites. —repetí.

—    Pues no me lleves al cole.

—    No estoy para tonterías, Lilian.

—    No voy a ir.

—    Lilian. —le advertí.

Creo que te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora