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Después del susto de Dan, tranquilicé a Lilian ya que se había alterado mucho al ver a su hermano ahogarse. También, llamé a Sophie y a Cameron para contarles lo que había pasado y enseguida mandaron a un médico para que viera a su hijo. Ellos no podrían venir hasta dentro de dos días, porque estaban en Londres en una convención y era imposible que cogieran un avión. Esa noche, Lilian y Daniel durmieron conmigo en mi cama, porque en la mansión no había nadie, ni si quiera Isaac.

Isaac tampoco apareció a la mañana siguiente cuando llevé a Lilian al colegio. El médico nos había recomendado dejar a Daniel en casa por si se sentía descompuesto, así que él se quedó con Katy.

— Buenos días. —dije entrando en Daria's coffee después de dejar a Lilian en el colegio.

— Hola. —dijo Daria con una sonrisa triste. —¿Cómo está Daniel?

— Está mejor. —dije dejándome caer en el taburete de la barra. —Conmocionado por el susto, pero bien.

— Pero, ¿De dónde apareció esa nuez?

— No lo sabemos. —contesté. —Intuimos que ha sido en el colegio, pero nos extraña ya que saben lo de su alergia.

— Que miedo tuviste que pasar... —me dijo Daria acariciándome la mano.

— No sabes cuánto. —dije levantándome del taburete con desgana. —Venía a avisar de que no creo que venga ni hoy ni mañana.

— Claro que no. Daniel ahora es lo principal.

— Gracias. —dije abrazando a Daria, que había salido de detrás de la barra.

— ¿Y con Isaac?

— No sé. —dije negando con la cabeza.

No debería estar enfadada con Isaac por haberse ido ayer, pero lo estaba. Entendía que había pasado miedo, pero yo también y no por eso había salido corriendo. Me hubiera gustado que se quedara conmigo y sus hermanos esa noche, que hubiera dormido con nosotros. Incluso pensé en llamarlo, pero no lo hice, porque mi decepción superó las ganas que tenía de estar con él.

— Todo va a ir bien. —dijo Daria en un plano más general.

— Espero. —dije yéndome hacia la puerta.

— Avísame si pasa algo.

— Lo haré. —Contesté. —Adiós guapa.

— Adiós Blair. —dijo despidiéndose desde la puerta.

De camino a casa, llamé a mi madre para contarle lo que había pasado, ella me dijo que había actuado muy bien y que estaba muy orgullosa de mí. También le hablé de Isaac y de la gran amistad que estaba entablando con Daria.

Cuando entré en la mansión con el coche, el 4x4 de Thomas estaba aparcando al lado de mi plaza del garaje.

— Hola rubita. —dijo sonriéndome, cuando bajamos los dos del coche. —¿Cómo estás? Me ha contado Daria lo del susto de ayer.

— Grandullón. —dije en forma de saludo. —Pues bien... —solté un suspiro.— aun con el susto en el cuerpo.

— Me lo imagino.

— ¿Vienes a por Isaac? —pregunté.

— Si, quería saber que tal ayer en el club.

— No está en casa. —dije abriendo la puerta de la casa. —Y ayer fue mal.

— ¿Fuiste?

— Me pidió que le acompañara.

— Ya... —dijo él entrando en la mansión detrás de mí. —¿Dices que no está?

Creo que te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora