Nuestra revancha. El secreto oculta de la Fuerza Control.

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El plan original era hacer este viaje solo con mis pokemons. No entiendo como termine en este enrollo. Santo Arceus, que hice para merecerme esto.

Vamos andando unos 4 días. Salimos de la Mansión Batalla y estamos en camino a Ciudad Romantis, para darle el alcance a Kalm y poder interrogarlo sobre el caso de su infidelidad a Serena con Miette.

Además, he tenido que hacer un cambio de costumbres con respecto a los retos a los gimnasios. Antes solía retar a uno y luego irme a la ciudad más cercana para continuar. Pero, según las normas del comité del Alto Mando, después de vencer a los 5 primeros gimnasios, a los 3 líderes restantes se les esta permitidos usar mega evoluciones para enfrentar a los retadores. Y no es que me de miedo enfrentarme a pokemons mega evolucionados, pero es mejor prevenir que lamentar.

Y en cuanto entrenar a mis... compañeros, es algo difícil de hacer, pero pienso hacerlo de todas formas. Si queremos contarla, debemos estar listos para todo. Estaba pensando también pedirle un favor a Korrina para que nos ayudara a conseguirnos a todos unas mega piedras para nuestros pokemons, lo que ayudaría mucho para el enfrentamiento.

Y en cuanto a Serena... me gustó mucho la forma en cómo se está tomando el asunto de su... muerte. Pero me duele verla tan optimista, cuando es inevitable lo que le sucederá. Verla con esas esperanzas en si misma me da ganas de tener las mismas ganas de creer que se puede salvar, para luego quitarme ese sueño imposible de mis pensamientos.

Korrina y Serena estaban en frente de la caminata, seguidas de Miette. Detrás de ella estaba yo, y detrás de mí, Gary. Parece que si se toma muy en serio el vigilarme para no escaparme, aunque yo ya no tenga las intenciones de irme de la región sin antes salvar a mis amigas. Dirigí mi mirada al cielo para verificar la hora. Por la posición del sol, estábamos aproximadamente alrededor del mediodía.

- ¡Oigan! ¡Paremos un momento para comer algo! – les grite a las del frente.

- ¡Al fin! ¡Usualmente no estoy acostumbrada a caminar desde las 5 de la mañana! – se quejó Miette.

- Solo coman algo y descansen. Volvemos a partir en 45 minutos. – dije.

Todos salimos del sendero y nos dirigimos a unos árboles cercanos. Las chicas se sentaron y empezaron a comer el refrigerio que se prepararon en el último Centro Pokemon. Gary se quedó parado y tomó solo agua. Yo por mi parte, saque a mis pokemons para que estiraran un rato las piernas y para merendar algo también.

- Oye, Ash, – me llamó Serena. - ¿Desde cuándo Kirlia evoluciono? – dijo señalando a Gallade.

- El mismo día que llegamos al Centro Pokemon. Es una larga historia. – le dije rápidamente para evitar conversación.

Todo continúo con tranquilidad. Al poco rato, los demás sacaron también a sus pokemons para que comieran algo. Mientras que los pokemons merendaban, decidí subir a un árbol para poder ver un poco desde su copa. Así que escale el árbol más prometedor que me encontré cerca de mis compañeros y lo escale. No sin antes recibir la típica regañada de Gary por irme sin avisar. Cuando estuve en la copa del árbol, pude ver un paisaje, no tan llamativo como otros, pero igual de relajante. A pesar de lo malo que la estamos pasando, estas vistas siempre me ayudan a recomponer mi tranquilidad a pesar de su ensilles. Pero, esta vez, no funcionó, pues un ruido me quito de mi zona de confort y me hiso recordar un momento que cambio mi vida. Mire por todos lados para verificar si el ruido no había sido producto de mi imaginación. Afortunadamente, lo volví a escuchar...

Estaba aquí, en Kalos. Después de 2 años que no lo veo...

Baje a toda prisa del árbol a reunirme con los demás. Los vi recogiendo sus cosas para seguir con nuestro viaje, pero yo estaba desesperado por saber si mis sospechas sobre el pokemon eran ciertas o no.

Ash y Serena. ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora