4. Cambios.

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Ambos se habían colado en el avión, primero revisando que no estuviese lleno, solo se colaron en la primera clase, donde habían sido muy bien atendidos y como siempre Dan aprovecho al aeromozo que no le quitaba la vista de encima, solo se encerraron en el baño con el hombre. Su ida en avión fue bien aprovecho, tener sexo y comer.

Aunque no lo satisfacía de ambas maneras, lo caliente se lo bajo un poco al igual que el hambre. No sabía si su metabolismo era rápido o no había comido apropiadamente.

– ¿Ya comiste? – pregunto Dan a su amigo que se había perdido un rato. Max había notado un demonio abajo en la clase turista.

– Si – respondió. – No me llene, pero algo es algo.

– Mmm... – se sentó a su lado. – Pensé que dormirías. – se recargo y cerró los ojos.

– Pensé lo mismo de ti – comento, después de que Dan comía y cogía siempre le daba pereza.

– Trate... Y no puedo, siempre escucho ese grito, un nombre... Pero cuando despierto ya no lo recuerdo – froto sus ojos.

– He leído. – enseño el libro. – Que eso sucede porque tu cerebro trata de protegerte de algo.

– Tal vez, no lo sé – sonrió.

– Cuando lleguemos quiero emborracharme hasta no poder y si no te unes, te obligare – le cambio el tema, era difícil hablar sobre eso para Max, solo...



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Recuerda que salió a dar un paseo, estaba harto de los regaños de la Madre, de no rayar las pinturas y esculturas de Jesús. Que culpa tiene él, pensando en que Jesús se veía muy triste y con algo de color se vería alegre, dibujando payasos y arcoíris. Dándose cuenta que estaba oscureciendo después de caminar tanto, a lo lejos viendo algo acercarse y con el temor y las palabras de la Madre

"No te acerques a los extraños y si uno se te acerca" lo tomo de los hombros "Corre".

Corrió por su vida, y no volteo por el miedo de que se acercara más, su miedo se intensifico al escuchar las pisadas más cerca y el cansancio en sus pequeñas piernas, una piedra en su camino lo hizo caer. Su vista se nublo en lágrimas y algo tomando su hombro.

– P-por qué... Corriste – trato de decir, su aliento agitado. – Ten... cuídalo, debo regresar.

Vio como dejaba a un niño rubio a su lado, y no se detuvo a explicar más, corrió de regreso a la oscuridad de la calle, no pudo verlo bien, se veía como una sombra, pero su atención se fue al niño a su lado. Se veía herido, toco su piel y esta estaba ardiendo retirándola de inmediato. Se quitó su suéter y lo doblo, coloco la prenda en su espalda y se apuró a colocar al niño sobre la prenda, el calor era más, pero pensaba que el suéter lo ayudaría.

La madre preocupada por Daniel, pensando en que fue muy dura en regañar al niño, viendo al pequeño a lo lejos, corrió viéndolo batallar al caminar, lo peor paso por su mente, pero acercándose más para percatarse de dos niños.

– Madre, ayúdeme... - ambos niños cayeron al suelo inconscientes.

Dan tenía quemaduras en su espalda y el niño rubio que estaba vendado de pies y brazos, poniéndolo en una tina con hielos, las monjas preocupadas por la condiciendo del niño Rubio al que le dieron el nombre de Max. Desde ahí Dan cuido a Max hasta que se recuperara. La iglesia no le cerraría las puertas a un niño diferente, ellas decían que Dios aceptaba a todos y no debían discriminar a nadie.

Unforgettable. (Yaoi/Gay/M-preg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora