1- Inicio

1K 60 21
                                    

El mundo en el que vivimos es muy extenso, y es posible que no se lleguen a descubrir los misterios que lo rodean. La magia es algo en lo que no muchas personas creen, pero también hay otras que, a pesar de que nunca la han experimentado, creen en su existencia. Estamos acostumbrados a vivir nuestras vidas de forma normal, sin algo realmente extraño y fuera de nuestro conocimiento. ¿Pero quién sabe? Tal vez algún día tu vida dé un giro completo, que haga que cuestiones la realidad en la que vives.


Abro mis ojos lentamente. Me duele un poco la cabeza y siento mi cuerpo pesado, hasta que una suave brisa recorre mi rostro. Toco mi cabeza por sentirme algo mareada, y trato de enfocar mi vista.

—Au... Mi cabeza...

Empiezo a ver mejor, y me doy cuenta de que estoy en un bosque. Las hojas de los árboles impiden la entrada de la luz del sol, y escucho el canto de las aves y el sonido de las hojas al moverse por la brisa. Noto que tengo un bolso de hombro, y al abrirlo veo que tiene comida.

—¿Qué fue lo que... pasó?

No recuerdo nada de lo que pasó. Observo el bosque con la esperanza de que alguna escena se cruce por mi mente, pero no funciona. Siento el contacto de mi mano con el césped, y no puedo evitar levantarla y verla. Esta sensación extraña que no sé cómo explicar. Observo fijamente mi mano, y no puedo evitar sentirme horrorizada por lo que siento.

—... ¿Quién soy?

La cabeza aún me da vueltas, por lo que me cuesta un poco levantarme, pero decido caminar sin rumbo alguno.

Por más que intente recordar lo que pasó, no puedo lograrlo. No tengo ni un solo recuerdo de lo que pudo haber ocurrido para que terminara aquí. Ni siquiera puedo recordar cómo me llamo... Estoy empezando a creer que esto es grave.

(...)

Siento que llevo bastante tiempo caminando sin saber qué hacer. A unos pocos metros veo un pequeño arroyo, y decido ir a ver. Estoy agotada por caminar y la cabeza aún sigue molestándome, por lo que decido tomar un poco de agua de este arroyo, y veo como el agua refleja mi reflejo: cabello castaño y ojos azules es lo que veo, también un collar con cristal que tengo en el cuello. Me sorprende que ni siquiera eso logre recordar. Me levanto para seguir mi camino, aunque no estoy segura de a dónde ir.

(...)

El sol está por ocultarse, y en este punto ya no sé que hacer. Por un momento pienso en rendirme, pero veo a lo lejos lo que creo que es una persona. Tal vez pueda ayudar, y decido ir a ver, pero cuanto más me acerco, más me doy cuenta de que algo no está bien con esa persona. Está de rodillas, con la cabeza baja, y parecía que estaba lamentándose por algo. Me da algo de vergüenza hablarle, pero tal vez pueda ayudarme. Respiro hondo y me acerco a pasos lentos.

—D-disculpa —le hablo—, estoy algo perdida, y me preguntaba sí...
—No molestes —dice el joven de forma seria sin levantar la mirada.
—¿Perdón? —confundida—. De verdad lamento molestar, pero en serio necesito ayuda. Eres... la única persona quebhe visto hasta ahora.
—...

Levanta la mirada e inevitablemente veo su rostro. Sus ojos... los tiene rojos como el rubí, y su expresión seria, que a los segundos de verme se transforma en sorpresa.

—Tú... —sorprendido—... No eres de aquí, ¿verdad?
—Eh... —dudando en qué responder exactamente. Tampoco tengo tantas opciones—. No.

El chico parece procesar lo que dije y vuelve a bajar un poco su mirada. Se ve algo confundido a mi parecer. Llego a ver que en sus muñecas tiene heridas que parecen ser de quemaduras. ¿Tendrá algo que ver con el estado en el que lo vi?

—... No tengo tiempo para esto. —Se levanta, al parecer dispuesto a irse.
—¡Espera! —Por impulso agarro su brazo para evitar que se vaya.
—¿¡Qué quieres!?

Su tono se oye algo enojado, lo que hace que me asuste y que me ponga algo nerviosa.

—L-lo lamento... Es que necesito saber si hay algún lugar cerca de aquí... donde pueda ir.
—... —Se da la vuelta dándome la espalda.

¿Acaso no piensa decirme nada? Sé que mi presencia pudo haberlo molestado, y después de ver el estado en el que estaba puedo entenderlo, pero me gustaría que me diera una respuesta, al menos que me diga que no sabe. Esta situación está incomodándome un poco.

—Sigue a tu derecha y llegarás a un pueblo. No está lejos —dice.
—... Gracias.

De verdad creí que no me diría nada, y a pesar de que le doy las gracias no responde a mi agradecimiento, pero por lo menos ya sé a donde ir y puedo dejarlo tranquilo. Doy unos pasos y por un momento me doy la vuelta para verlo, y veo que está yéndose también. Recuerdo las heridas que vi en sus muñecas. Me pregunto si estará bien, aunque creo que es obvio que no lo está.

Sigo el camino que ese chico me indicó, y espero poder llegar a algún lado. Después de un rato llego a un pueblo con las calles vacías. El sol ya se ocultó, por lo que la luz de los faroles iluminan las calles. Mientras camino observo las casas y algún que otro animal que pasa. Todo está muy tranquilo, pero aún sigo sin saber qué hacer. Me siento en una banca para pensar más tranquila. ¿Qué pasó? ¿Por qué no recuerdo nada? ¿Quién... soy? Todos estos pensamientos invaden mi cabeza.

Escucho un ruido agudo no muy lejos de donde estoy que parece ser de un animal. Me levanto para ver y buscar el origen del ruido, y veo a un pequeño animal desesperado que tiene la mitad de su cuerpo bajo una roca no muy grande, pero para ese cuerpo lo es. Me apresuro para sacar la roca de encima y tomo al pequeño animal. Por un momento creí que se había muerto, pero de a poco empieza a moverse. Se nota que debe sentir dolor.

—Ay, pobrecito... —Acaricio al animal adolorido.

¿Cuánto tiempo habrá estado ahí? ¿Dónde está su mamá? Se habrá quedado atrás y no pudo seguirla. Es muy pequeño, parece ser un bebé. No sé si sobreviva sólo en el bosque.

—Te pondrás bien. Te llevaré conmigo. No creo que sea seguro dejarte aquí.

Ahora necesito buscar un lugar para dormir, pero creo que será algo difícil.

Por alguna razón empiezo a ponerme de los nervios por sentir que alguien me está observando. Veo para todos lados, pero no hay nadie. Intento seguir mi camino, pero no logro aliviar esa sensación y del susto empiezo a correr sin destino alguno.

Después de unos minutos me detengo. Estoy cansada. Me doy por vendida y me echo en el césped, observando el cielo estrellado. La sensación de paranoia se fue, y empiezo a creer que tal vez solo fue mi imaginación. Veo al pequeño animal herido que encontré, que me mira con esos ojos pequeños y tiernos.

—Lo siento. ¿Te molestó el movimiento de hace rato? —le digo mientras lo acaricio.

Parece tranquilo, hasta se hace una bolita y se duerme encima de mi mano. Lo dejo a un lado mío y me acomodo para tratar de descansar, y no tardo mucho en tener sueño. Soy consciente de que no estoy en un lugar seguro, pero tampoco tengo opciones de donde puedo dormír. Espero que mañana pueda aclarar un poco mi mente.

El Resplandor de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora