11- Magia

146 8 34
                                    

Amaris:

—¿Vas a decirme? —me pregunta Hernán.
—¿Qué quieres saber exactamente?
—Lo que hablaron en esa reunión, obvio.

De verdad no puede hacer esto solo, pero se niega a recibir ayuda.

—Bueno, descubrimos que el tema de la magia es de hace siglos atrás y que Sebastián es familiar de una heroína de la misma época, y es curioso, porque tienen los mismos poderes.
—Sebastián es el chico con el arco, ¿no? ¿Saben algo del libro?
—Aún no tenemos respuestas sobre el libro.
—¿Y los cristales?
—Todavía no sabemos el origen de ellos.
—¿Solo eso saben?
—De lo que puede interesarte, sí.
—Pff, no sirve —molesto.
—... ¡Ey! Nosotros hacemos todo lo que- —me detengo al recordar algo—. ¿Acaso tú viniste esa noche de lluvia?

La noche en la que las puertas del balcón estaban abiertas y creía que me habían robado el libro.

—Solo vine en una noche de lluvia por el libro, así que sí —admite sin vergüenza alguna.
—Ah, ¿sí? ¿Y por qué no te lo llevaste? Es muy raro —le digo de forma molesta.
—¿Y para qué? Ni siquiera sabía como abrirlo.

Justo llaman a la puerta.

—¿Amaris? ¿Estás ahí?

Era la voz de Benjamín, ¿por qué habrá venido?

—Ah, es ese idio- —Hernán no termina de hablar porque le pongo mi mano en su boca.
—¡Shhhh! ¡Cállate! No hagas ruido mientras voy a ver —le susurro.

No quiero que se vean y empiecen a pelear, y no sé qué pensaría Benjamín si ve a Hernán aquí. Voy a la puerta y la abro.

—¡Benjamín! Qué... sorpresa verte a esta hora.
—Perdón si interrumpo algo, es que... estuve revisando algunas cosas en mi casa y encontré un celular, recordé que tú no tenías y me pareció que podía dártelo —dice y me entrega el celular. —Está algo viejo, pero funciona bien.
—...

¿De... verdad?

—¡Ah! ¡T-te juro que no es robado! —dice en un tono asustado—. Era de mi hermano, pero él ya no... —lo interrumpo al abrazarlo.
—Gracias.

No puedo evitar abrazarlo. He llegado aquí sin nada, y el hecho de que sean tan buenos conmigo me llena de alegría.

—... Amaris, creo que no es para tanto. —dice algo confundido, y creo que con algo de pena.
—Es que... tú y Luciana han sido muy buenos conmigo.
—¿Estás segura de que yo también lo fui?

Su pregunta hace que me desprenda de él, y lo veo a los ojos. Su rostro parece estar algo sonrojado, tal vez por el abrazo inesperado.

—Intenté robarte y también te ataqué. En ese momento no sabía exactamente que estaba haciendo que no calculaba mis movimientos con la espada, pero si no te protegías era probable que... fuera peor —me habla con una expresión algo triste.
—Pero te hiciste responsable de tus actos, y eso es lo que cuenta.
—¿Y crees que es suficiente para que confíes en mí?
—Bueno, es... un avance...

Tampoco tengo que confiarme mucho. Espero que no se lo tome a mal...

—Entiendo —responde.
—¿De verdad? —pregunto.
—Claro, te pregunto porque ahora somos un equipo, ¿no? Lo mejor es llevarnos bien entre todos, pero... — duda en lo que iba a decir.
—¿Pero qué?
—Nada... no es importante. —Baja su cabeza y cambia el tema de conversación—. Mira, te dejo las cosas del celular. Tiene agendado mi número por si necesitas algo. —Me entrega las cosas.
—Ah, bueno, y otra vez... gracias.
—No hay de qué —sonríe y luego se va.

Su sonrisa fue muy... dulce, creo que me sonroje un poco, no estoy acostumbrada a este tipo de cosas. Cierro la puerta mientras observo mi nuevo celular, la verdad es que me aburría mucho, y al fin puedo entretenerme con algo.

El Resplandor de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora