33- Temor del pasado y presente

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Amaris:

Son las dos de la madrugada, y estoy acostada en mi cama, sin lograr conciliar el sueño. Adoris está hecho bolita en la orilla de la cama, durmiendo tranquilamente. Estuve moviéndome durante un rato por no poder dormir y Adoris no sé despertó... A veces tiene el sueño pesado. Esta situación me tiene cansada, así que decido levantarme para ir al balcón a despejarme.

Algunas nubes cubren el cielo, pero no impiden que la luna resalte. Hace un poco de frío, y el pijama que tengo puesto no ayuda mucho para cubrirme del frío. Miro a mi alrededor, y veo una figura a unos pocos metros de donde estoy. Parece ser una persona, pero está toda cubierta, por lo que no puedo ver quién es. Y la duda, ¿qué hace ahí?. Creo que se dio cuenta de que lo vi, y procede a sacarse la capucha y la tela que cubre su rostro.

—¿Víctor?

Desde aquí veo que me sonríe. ¿Por qué está aquí? ¿Acaso estoy soñando? Un ruido detrás de mí llama mi atención. Volteo a ver y veo a Adoris en el suelo, que parece haberse caído de la cama. Quiero ir a recogerlo, pero antes doy una mirada rápida para ver a Víctor, pero veo que desapareció. Estoy algo desconcertada, y trato de buscarlo con la mirada.

—Hola.

Una voz detrás de mí, me asusta. Al voltearme veo a Víctor, quien se encuentra parado.

—¡Víctor! Me asustaste. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Acaso estoy soñando?
—Emm... no. Estás despierta.
—¿Pero qué haces aquí?
—Ehh... —Voltea—. ¿Eso es una zarigüeya? —Camina hacia Adoris, ignorando mi pregunta.
—¡Espera! —Voy detrás de él—. Víctor, no hagas tanto ruido.

Intenté tomar su brazo para detenerlo, pero mi mano solo lo traspasó. Estoy... algo sorprendida. Víctor se da cuenta de esto, y voltea a verme.

—Ah, es que no tengo cuerpo físico. Básicamente solo en los sueños puedo tener contacto físico con alguien vivo.
—Oh, entiendo.

Bueno, después de todo, Víctor es una especie de fantasma o algo por el estilo.

—Lo siento. Es que pareció curioso que tengas una zarigüeya.

Víctor lo mira con una sonrisa leve. Adoris lo mira con curiosidad, y voltea un poco su cabeza. Un gesto que me parece algo tierno. Me recuerda a un cachorro de perro.

—Oye, ¿por qué estás aquí? Es que estoy acostumbrada a verte en sueños.
—Vine porque quería hablar de algunas cosas contigo, y al ver que no te dormías decidí venir. Además, supuse que tal vez querías preguntarme algo, ¿no? La última vez no tuve tanto tiempo para quedarme y charlar.
—Ah, bueno, eso es cier...
—Oye —Hernán abre la puerta de la habitación.

Doy un pequeño grito del susto. Maldita sea, ¿¡por qué no toca la puerta!? Encima Víctor está aquí. Es posible que esto provoque un momento incómodo.

—¡Hernán! ¿¡Por qué no tocas antes de entrar!?

Hernán se apoya en el marco de la puerta y suspira. Está con la expresión que casi siempre tiene. Me doy cuenta de que lleva puesta la ropa que Sebas y yo le compramos. No creí que de verdad se la pondría.

—Escucha, sé que esta es tu casa y que puedes hacer lo que se te dé la gana, pero te recuerdo que hay alguien aquí al lado tratando de dormir, y con "alguien" me refiero a mí. Estás hablando muy fuerte y me despertaste. Además, ¿te volviste loca? ¿Estabas hablando sola o con esa zarigüeya tuya?
—Ah, ¿yo hablando sola?

¿Acaso no ve a Víctor al lado mío? Volteo a verlo, y noto que tiene la mirada algo preocupada, y con la cabeza me indica que no. Supongo que no quiere que lo mencione.

El Resplandor de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora