24- Rencor

90 5 46
                                    

Amaris:

—Ains, no contesta nadie. Aunque... es media noche, y supongo que es obvio que estén dormidos.

La verdad es que sí necesito hablar con alguien de lo que acaba de pasar. Siento que no estaré tranquila hasta que lo haga. Me sumerjo en mis pensamientos por un momento, y un ruido llama mi atención. Resulta ser Adoris, quien se encuentra rasqueteado una de las puertas del balcón.

—¿Qué pasa, pequeño?

Me levanto y voy hacia él para abrir la puerta, y al instante Adoris sale y observa al frente.

Recuerdo el sueño, era justo en frente de la casa, solo que el paisaje era distinto, con toques mágicos. Me da curiosidad saber cómo era exactamente el pueblo antes de la llegada de los escarlatas, pero hay algo que no entiendo. Si Lord Lid fue derrotado y los escarlatas no volvieron a pisar el pueblo, ¿por qué la magia desapareció? Si bien la plantita que Luciana encontró es una prueba de que aún hay magia, según Ariadna, debería ser mucho más notoria.

Veo que Adoris está mordiendo el barandal del balcón. Así suele hacer cuando quiere salir a pasear.

—Ay, ¿quieres salir ahora?

Me mira. No creo que sea el mejor momento, pero si no lo hace, estará inquieto. Tampoco puedo dejar que se vaya solo, porque puede meterse en problemas.

—Mhm... Bueno. Deja que me cambio y vamos, ¿sí?

(...)

Hernán:

Estoy en una rama de árbol, abrazando mis piernas con la cabeza baja. Creo que desde la lluvia de anoche la ropa aún no se me ha secado del todo, y el viento lo único que hace es darme frío.
No quiero hacer nada, en realidad nunca hago nada, pero ahora siento que no tengo fuerzas. ¿Es posible que sienta mi temperatura elevada? Creo que no es buena señal.

Siento una leve brisa y escucho que algo aterriza en la rama en frente de mí. Ya me imagino quién es.

—¿Qué quieres?
—Woohoo (Vine a ver qué te pasaba).

Sí, es Búho. No quiero levantar la cabeza y tampoco tengo ganas de hablar con nadie.

—Woohoo (No te ves bien).
—Estoy de la mierda. No quiero hablar.
—... Woohoo (¿Te pasó algo?).
—No es de tu incumbencia.

No sé cómo haré para quitármelo de encima.

Amaris:

—¡Adoris!

No puedo creer que Adoris viniera al bosque, pero, ¿en qué momento? Solo le quite la quité la vista por un segundo.
Estoy encima de mi plataforma a pocos centímetros del suelo, buscándolo. Intento no hacer tanto ruido por si uno de esos monstruos aparece, pero supongo que mientras el cristal no brille en rojo, no hay tanto peligro. Dudo bastante que Adoris me escuche con susurros.

—En serio no quiero hablar —dice alguien.

¡Ah, hay alguien! No me percaté de eso. Miro a mi alrededor, y veo a Hernán encima de una rama... ¿hablando con un búho? Eh, eso es nuevo. Volteo para irme, pero justo la plataforma empieza a titilar, dando a entender que va a desaparecer pronto. En el peor momento viene a pasar esto. Aterrizo rápido y de la forma más silenciosa posible y me quedo quieta detrás de un árbol. Si Hernán me ve supongo que se va a enojar, así que me toca esperar a que vuelva la magia para irme sin hacer ruido.

—No me pasó nada. Estoy bien —dice.
—Woohoo.
—No, no te estoy ocultando nada.
—Woohoo.
—¿Qué importa si me crees o no?
—Woohoo.
—¡Entonces has como si no te importara en absoluto! —Levanta la cabeza.

El Resplandor de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora