7- Un lugar misterioso

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Amaris:

—¿Y sabes qué haremos? —pregunto.
—Bueno, la verdad es que no, creo que te llamé por el impulso de querer saber, pero no tengo nada planeado.
—Yo tampoco. Tal vez ni siquiera podremos entrar.
—No perdemos nada intentándolo —dice Luciana—. Amaris, cuando descubrí esta habilidad, mis padres me dijeron que fue una bendición, pero yo... me sentía intranquila. ¿Tú cómo te sentiste?
—Bueno, estaba asustada, confundida, y perdida. No entendía lo que pasaba. Creo que hasta que no sepa el porqué somos así, no estaré tranquila.
—Tal vez.

Luciana parece estar bastante tranquila, pero aun así sus nervios son visibles. Por mi parte, intento mantenerme tranquila, pero si el cristal vuelve a brillar en frente de Luciana, no sabría cómo explicárselo. El sol ya se ocultó, y ambas estamos a unos pocos metros del templo, pero de la nada comienzo a escuchar ruidos de cerca de nosotras.

—Amm, Luciana, creo que hay algunas de esas cosas cerca, debemos apresurarnos.

Muy tarde. Unos troncos comienzan a amontonarse entre sí, dando forma a una de esas criaturas. De la sorpresa tardo en reaccionar, y cuando lo hago intento lanzarle una esfera, pero mala suerte, justo ahora no tengo magia.

—... Ah, Luciana...

Antes de poder terminar de hablar, ella me toma de la cintura con un brazo.

—¡Sujétate bien! —me dice.
Acto seguido, crea su lazo y nos elevamos hasta pasar a la criatura, y comienza a balancearse en los árboles.

—¿¡Estás segura de lo que haces!? —digo asustada.
—Así llegaremos más rápido, y de paso dejamos atrás a esa cosa.

Miro detrás, y veo que esa cosa nos está siguiendo.

—Me parece que él no está de acuerdo —digo.

Luciana mira hacia atrás.

—Agh, no podremos hacer mucho —dice.
—¡Mira! ¡Ahí está el templo!

Nos acercamos un poco más y Luciana aterriza. Me suelta y vuelve a crear el lazo.

—¿Qué es lo que vas a hacer? —pregunto.
—¡Destruir a esa cosa antes de que nos haga algo!

La criatura está acercándose y Luciana se prepara, pero de la nada esa cosa se detiene y nos observa. Ambas estamos confundidas, y nos acercamos lentamente.

—¿Por qué no avanza? —digo.

Se nos queda viendo y luego se da la vuelta y se va. Luciana está igual de sorprendida que yo.

—¿Y eso qué...
—No lo sé —digo. Me doy la vuelta para observar el templo—. ¿Crees que el templo tenga lo mismo que el pueblo? De que las criaturas no se acerquen.
—...

Ella aún observa cómo la criatura se va. Se da la vuelta y observa el templo.

—¡Vaya! Es... más raro de lo que recordaba.
—Por cierto, ¿cómo pudiste balancearte mientras me cargabas? —le pregunto.
—Ah, no te dije, es que tengo una fuerza mayor.
—¿Fuerza mayor?
—Sí. En realidad no sé exactamente qué tan fuerte soy, solo sé que puedo cargar a más de una persona. Fue uno de los problemas que tuve de niña, porque no podía controlar mi fuerza.
—Ya veo.

Ahora tendremos que pensar en qué haremos para poder ingresar al templo.

—Las enredaderas son complicadas de mover —dice Luciana mientras camina hacia la puerta—. La última vez que vine intenté hacerlo con mi lazo, pero es inútil porque vuelven a crecer.
—Mmm... ¿Intentaste con tus choques eléctricos?
—¡Ah! ¡No lo pensé! Pero dudo un poco que nos ayude. Tampoco nos conviene romper la entrada.
—El techo —digo—. ¿Puedes romper muros?
—Emm, sí.
—Podrías romper el techo e inmovilizar las enredaderas con tu electricidad, al hacerlo en el techo será más notorio.
—Vaya, no se me habría ocurrido.
—Entonces vamos. —Creo mi plataforma e invito a Luciana a subir.
—¿Esa cosa es segura? —dice refiriéndose a mi plataforma.
—Ahm, supongo que sí.

El Resplandor de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora