10- Pasado

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Amaris:

He estado despierta desde temprano, y aproveché para hacer algunas limpiezas en la casa antes de ir a reunirme con los chicos. El suceso de anoche fue algo que de verdad no me lo imaginaba, ver a Sebastián con habilidades me dejó sorprendida, y espero que esta reunión nos ayude a todos de alguna manera. Veo que Adoris aún duerme, parece tener el sueño pesado. Son las tres y media de la tarde, tal vez sea mejor ir saliendo.

Por el camino veo la misma movilidad en el pueblo de todos los días, nada extraño. Me siento un poco perdida porque no recuerdo bien en dónde quedaba el café.

—¡Oye! ¡Detente!

Una voz conocida me llama, resulta ser Judith.

—Ay, no —digo para mí misma.

No quería lidiar con ella ahora.

—¿Qué tal, María? —me dice con una sonrisa notoriamente falsa.
—Emm, es Amaris.
—Agh, no importa —como si no le importara—. ¿Te divertiste en el torneo? Ya sabes, la apuesta que ganaste.
—¿Apuesta? Tú sola lo hiciste, yo ni siquiera...
—Aceptaste el dinero y es lo que cuenta.
—Luciana te lo pidió y tú se lo diste.
—¿Y qué querías que haga? Luciana a veces da miedo —dice, algo incómoda—. En fin, tampoco es como si me preocupara eso, sino que me da curiosidad saber en qué te lo gastaste, espero que haya sido en algo que valga la pena —dice de forma algo egocéntrica, y luego mira el collar que tengo—. ¡Ahhh! ¿¡Y esto!?

Judith tira de mi collar, al parecer sorprendida.

—¡Es hermoso! ¿En esto te lo gastaste? De verdad es una buena inversión —dice mientras examina el cristal de todos los lados, tirándome aún más del cuello—. Necesito que me digas en dónde lo compraste, pero, ¿ese dinero de verdad alcanzó para eso? ¿No fue poco? Pero parece de calidad, aunque es raro...

Judith me suelta y comienza a hablar sola, e intento aprovechar la situación para escaparme, pero no funciona.

—¡Ey! ¡No te vayas! No has respondido a mi pregunta.

No tengo idea de qué decirle.

—Judith, creo que aún no te das cuenta de que tu actitud exaltada puede poner incómoda a ciertas personas, más a las que apenas conoces.

Otra voz conocida aparece a mi lado, y resulta ser Sebastián. Judith pone cada de sorpresa.

—¿¡Se-Sebastián!? —dice la joven de cabello negro, sorprendida.
—¿Tanto te sorprende verme?
—E-es que... —Desvía la mirada, al parecer algo avergonzada.
—Vamos, no soy ningún fantasma —le dice con un rostro burlón—. ¿Por qué no dejas a Amaris en paz? Se ve que la conversación no es de su agrado.
—¿Y tú por qué te metes en esto? Solo le estoy preguntando algo simple —sin querer comprender la situación.
—Bueno, es que no me gusta ver a alguien en este tipo de situaciones, y conociéndote, no la vas a dejar tranquila hasta que consigas lo que quieres. ¿Puedes dejarla tranquila, por favor?
—... Agh, está bien, pero solo por ahora.

Judith termina de hablar y se retira. La verdad es que no esperé que sucediera tan rápido.

—Vaya, eso fue inesperado —dice Luciana, que recién llega al lugar—. Por lo general es bastante terca —toma su botella de agua y bebe de ella.
—Y sí, digamos que sé cómo lidiar con ella, después de todo es mi exnovia — responde Sebastián.

Luciana, al escuchar esto, escupe el agua que estaba bebiendo por la sorpresa y comienza a toser.

—¿Exnovia? —pregunto algo sorprendida, mientras veo cómo Luciana tenía problemas con su agua.

El Resplandor de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora