37- Interrupción

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Amaris:

Me encuentro en un espacio bastante grande, oscuro, con una leve niebla brillante que me llega hasta las rodillas. ¿Dónde estoy? No reconozco este lugar tan... vacío. ¿Será obra de Víctor? La niebla es lo único que ilumina este extraño lugar.

Amm, ¿Víctor?

Nadie responde.

—¿Hay alguien aquí?

El silencio de este lugar sigue manteniéndose intacto. ¿Qué debería hacer? ¿Y si no es ninguno de los guerreros? Podría correr, ¿pero a dónde? Dudo que este lugar tenga alguna salida. Miro a mi alrededor tratando de buscar algo, pero lo único que veo es niebla.

—Mmm... Hace tiempo que no veía un lugar así. Agh, ¿qué se supone que haga?

Trato de pensar en qué hacer, pero una luz ubicada a mi derecha llama mi atención.

—¿Huh?

Volteo a ver, y efectivamente, hay algo a lo lejos que provoca aquella luz blanca. Al observarla mejor, noto que en el centro hay una figura que se asemeja a algún tipo de estrella y que tiene partículas azules a su alrededor. Por un momento estoy en duda de si acercarme o no, pero termino por ir a pasos lentos, ya que la curiosidad me gana.

—...

Cuanto más me acerco, más clara se vuelve la imagen de aquella estrella.

Ahora estoy en frente de ella, y aún sigo observándola detalladamente. Levanto mi mano derecha con intenciones de querer tocar la estrella, ¿pero si pasa algo? ¿Y qué si no es algo bueno? Ahora mismo, muchas cosas están pasando por mi cabeza, lo que hace que mantenga mi mano quieta. Tal vez estoy sobrepensando las cosas, pero este tipo de situaciones me generan desconfianza, y no me gustaría llevarme una sorpresa desagradable.

...

Abro mis ojos. Veo que estoy en mi habitación, y también veo la luz del sol que entra por la ventana, iluminándola. Me siento en la cama mientras trato de despejar un poco mi mente.

—Huh, fue un sueño. Supongo que volví a la costumbre de los sueños raros.

Hace tiempo que no tenía un sueño así, y la verdad es que ni siquiera lo extrañaba. Me levanto de la cama para cambiarme, y me percato de que el cristal de mi collar está brillando encima del escritorio.

—¿Y ahora qué?

Me llama la atención que no sea el brillo rojizo que suele aparecer en momentos de peligro, sino que es de color blanco. Abro uno de los cajones del escritorio en busca del cristal que estaba en el libro para ver si está igual. Al tomarlo, veo que no brilla ni nada, está normal.

—No entiendo. ¿No sé supone que son el mismo cristal? Si uno brilla, los demás también deberían hacerlo.

La última vez que brillaron así fue cuando encontramos el libro, pero ahora solo brilló uno de forma individual. Por ahora, no logro encontrar una explicación lógica para esto.

Dejo los cristales de lado y tomo mi celular.

—¿¡La una y cincuenta y ocho!? ¿¡En serio dormí tanto!?

Bueno, debe ser porque anoche me dormí tarde. Además, tengo un horario algo desordenado.

—Un momento, ¿la una?... ¡Benjamín! ¡Quedamos en vernos a las dos, y faltan dos minutos! ¡Ay no!

¿¡Cómo pude olvidarme!? ¡Ni siquiera puse una alarma! Busco mi ropa para cambiarme para ir con Benjamín lo más rápido que pueda.

(...)

El Resplandor de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora