Capítulo 5: ¡Esta muerto!

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Elizabeth:

He despertado y lo único que logro ver es esta hermosa habitación color rojo vino con detalles negros. Justo cuando menos pensé en no sorprenderme más pude verlo, en el dosel de la suave y cómoda cama hay una especie de pintura. Al prestarle más atención, me di cuenta de que se trataba del rapto de Perséfone, una ninfa muy hermosa a la cual el dios del inframundo, Hades, secuestró mientras recogía flores con otra ninfa.

La obra es muy hermosa, la leí hace tiempo para una clase de historia greca. Ella recogía flores tranquilamente con su amiga y de momento un carruaje negro llevado por cuervos surgió del subsuelo, en el que venía el rey del inframundo, que salió de su majestuoso transporte para llevarla en contra de su voluntad..... Ambos desnudos, él insistente, arrastrándola hacia su mundo por la fuerza, ella, aterrorizada y a la vez fascinada por aquel joven de rostro precioso y diabólico. Al final de la obra la hace su reina de las tinieblas y ella termina enamorándose de él perdidamente.

Me quedo mirando la pintura un buen rato, recordando la obra, me gusta mucho leer, al igual que a mi hermana. Estoy tan concentrada en mis pensamientos que no me doy cuenta de que hay alguien más en la habitación hasta que él habla...

- ¿Te gusta? - preguntó y yo giré rápidamente la cabeza olvidándome del dolor punzante que sentía hace unas horas, pero extrañamente ya no me dolía.

Me incorporo en la cama y es ahí cuando veo que no traía el mismo vestido que antes, el de ahora era negro, fino, de hecho, más fino que el anterior, y era por la rodilla.

- ¿Quién me cambió? - pregunté mirándolo.Era hermoso, traía sólo unos pantalones negros, su pecho desnudo era pálido, él en sí es delgado y de una palidez mortal, que contrastaba perfecto con su pelo negro azabache. Sus ojos perversos y malvados de color azul intenso con una mezcla grisácea me miraron y en sus labios rosados, casi rojos se formó una media sonrisa.

- Yo - respondió.

- ¿Quién te crees que eres? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quieres de mí?- dije sin respirar.

- Haber haber...respira pequeña uno, soy tu dueño, dos estás aquí porque eres mía y serás mi mujer te guste o no y por último... No le presté atención a tu pregunta, estaba demasiado concentrado mirándote a través de ese vestido- comentó el desgraciado mordiendose el labio.

- ¿Qué quieres de mí? - me levanté y fui hacia la puerta, traté de abrirla, pero estaba cerrada con llave.

- ¿Buscas esto? - al voltaerme él tenía la llave en la mano y una sonrisa de suficiencia en la cara.

Avancé hacia él lo más rápido que pude y traté de arrebatarle la llave, pero lo único que logré fue que me sentara en su regazo y me inmovilizara para que no me levantara.

- ¿Qué demonios quieres de mí? - pregunté en un susurro mientras me acariciaba la pierna con sus manos frías.

- Todo tu ser - respondió también en un susurro mientras me besaba el cuello.

- Cuando logre salir de aquí, iré a la primera estación de policía que me encuentre y te denunciaré por secuestro y acoso sexual, no me importa lo que seas, te describiré. - mi voz salía con pequeños jadeos mientras me besaba el cuello y su mano ascendía por mi muslo, algo me pinchaba ligeramente en la nuca donde sus labios me acariciaban ahora. Ese chico sabía como excitar a las personas.

- Si haces eso te enviaran a un manicomio - se empezó a reír bajamente, casi no le presté atención, estaba concentrada en no restregarme contra él de una vez por todas.

- ¿Por qué? - no reconocí mi voz, estaba gimiendo y tenía los ojos cerrados, por suerte estaba de espalda y él no podía ver la cara de placer que tenía yo.

- Nadie creerá que un vampiro te secuestró para tenerte en su cama y succionar toda tu sangre. - cuando dijo esto se me heló la sangre en las venas y abrí los ojos de golpe ¿Vampiro? No, imposible.

- Los vampiros no existen, son un mito inventado por gente paranoica y demente. - dije con una sonrisa volviéndome para mirarlo y cuando lo hice me quedé paralizada. Sus ojos se habían tornado rojo sangre y sus colmillos superiores tenían un tamaño demasiado grande comparados con los colmillos normales, eran tan grandes que se veían por entre sus labios.

Tragué en seco y me levanté rápidamente de su regazo, de pronto me dió asco, un muerto vivo ha estado tocando y besando mi piel mientras yo disfrutaba con ello.

- N- No es cierto...lo dices porque eres malo - tartamudeé, aunque sólo me estaba negando a aceptar la verdad.

- Es cierto linda, siento mucho si te asusté - dijo con una sonrisa mientras se acercaba a mí - Hace seis siglos que estoy muerto, aunque al verte me siento más vivo que nunca.

- No te acerques... Me das asco. - dije con una mueca de repugnancia.

- ¿En serio? - preguntó con expresión dolida, cuando yo asentí, echó la cabeza hacia atrás con una sonora carcajada maquiavélica. - Pues vete acostumbrando querida, porque a partir de ahora sólo me verás a mí, a mi hermano y a tu tierna, bella y deliciosa hermana, eso si Stefan la deja vivir lo suficiente, claro. Eres mía y estarás a mi lado durante el resto de tu insignificante existencia. - dijo entre risas.

- Eso ya lo veremos - dije desafiante aunque en verdad estaba rota por dentro. Me lanzó una última mirada burlona y se fue repentinamente.
En mi cabeza sólo habita un pensamiento ahora... Tengo que salir de aquí y llevar a mi hermana conmigo antes de que sea demasiado tarde...

Inmortal love (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora