Capítulo 33:

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Elizabeth:

Estaba en el jardín, tratando de calmar mi sed con una bolsa enorme de sangre cuando veo una mata de cabello rojizo atravesar los árboles. Sin pensarlo me dispuse a seguirla, y me condujo hasta el jardín secreto de Christian. Al llegar me estaba esperando recostada a un arciano con una sonrisa.

- Vaya vaya vaya... Mírate chica, estás hecha una preciosidad. - dijo con voz teñida de lujuria.

- Rebecca, no estoy para tus impulsos homosexuales ¿Qué demonios haces aquí? - dije furiosa.

- Vine a ver como tu hermana se desangra como un cerdo... Ah y...también a ver a tu bebé, es un pequeño precioso, tendrá a todas las chicas a sus pies cuando crezca, de hecho, desde ahora nos tiene cautivadas...¿A que sí? - dijo con una sonrisa mirándome de arriba abajo.

- Eso no te importa, dejanos en paz. - le advertí.

- Me encanta cuando estás así de gruñona, te ves más sexy de lo que ya eres. - dijo acercándose a mí. - Ya entendí porque le gustas a Christian... Creo que también me llamas la atención a mí. - dijo ya a centímetros de mi cuerpo.

- Eres repugnante. - dije mirándola con asco. - Apartate de mí.

Seguido a esto la empujé, lo que causó que saliera volando y chocara contra el tronco de un árbol y cayera al suelo.

- Como tu quieras, perra...- dijo rabiosa, con los ojos tan rojos como su cabello y se lanzó encima de mí.
Ambas caímos y rodamos por el piso cubierto de nieve y ella quedó sobre mí. Gracias al cielo, ese día me había puesto unos pantalones negros y ajustados con una camiseta gris a juego, me podía poner este tipo de vestimenta aunque fuera invierno ya que no siento frío.

Rebecca, que me  golpeaba fuertemente todo el cuerpo, rugió de dolor cuando sintió los intensos corrientasos que le propinaba. Debido a eso la logré quitar de encima mío mientras aún aullaba de dolor.

- Me la pagarás perra. - gritó e intentó usar sus poderes conmigo pero como soy inmune, ni me inmuté. - No es posible, como... - dejó la frase a medias pues una esfera de corriente eléctrica salió desprendida de mis manos y le asestó de lleno en el estómago.

- ¿Qué decías? - dije en tono burlón.

- Eres una perra traicionera, esto no es justo, eres inmune y no te puedo hacer daño con mis poderes. - dijo tratando de levantarse del suelo, mientras de sus labios color carmín caían gruesas gotas de sangre.

- ¿Acaso fuiste justa cuando me aventaste del balcón hacia abajo? - murmuré. - Pero como no soy una zorra como tú... No utilizaré mis poderes, levantate.

Ella se levantó y con el mismo impulso la volví a estrellar contra el suelo.

- Levantate. - dije en un grito con la mirada fija en ella.

Se abalanzó sobre mí y volvimos a rodar, a diferencia de que esta vez, quedé yo encima de ella. Tomé su cabeza entre mis manos y la estrellé contra el suelo con fuerza...

- Déjanos...- volví a alzarla del piso  para volverla a chocar contra la tierra dura cubierta de nieve otra vez. - ...en paz...- repetí el mismo movimiento. - de una puta vez. - dije y remarqué las palabras con cuatro golpes más.
Cuando me levanté, Rebecca estaba cubierta de sangre al igual que la nieve a su alrededor. Iba caminando de espalda a ella, cuando escuché su voz ahogada...

- Preparate perra, esto no se quedará así... Te joderé tanto que no podrás descansar... Cuida bien a todos los que quieres, sobre todo a tu pequeño tesorito... - dijo y empezó a toser.
Mi hijo...mi bebé, si esa zorra le toca uno sólo de sus cabellos, no la dejaré en paz, la perseguiré hasta el mismísimo infierno para matarla.

- Tu bebé... Darius, es tan precioso... Sería una gran lástima que un día amaneciera con su frágil y pequeño cuello roto, y recuerda que una vampira no puede... - No terminó de hablar, mi pie voló directamente a su cabeza y estrelló su cara contra el suelo. Le propiné varias patadas a su cuero cabelludo, como si fuera un balón de fútbol.

- Escúchame bien, zorra repugnante, no le pongas un maldito dedo a mi hijo encima, si se te pasa por la cabeza hacerle daño, te mato... Me oíste. - dije acercándome a su cara ensangrentada y deforme. - Yo te mato. - le grité y me fui de allí con paso rápido hacia mi habitación.

Al llegar, abrí la puerta y me encontré con la escena más encantadora que he presenciado jamás... Christian tendido en nuestra cama apoyado en un codo haciéndole monerías a nuestro bebé que está acostado a su lado. Darius mueve los pequeños bracitos tratando de alcanzar el rostro de su padre para tocarlo con sus diminutas manitas. Christian, divertido, en este momento le acaricia la pequeña pansita por encima de la ropa haciendo que la risa adorable  de nuestro niño inunde la habitación.

Inmortal love (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora