Capítulo 31: Dos angeles

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Capítulo 32:

Elizabeth:

Christian y yo estábamos abrazados y desnudos sobre la cama besándonos y acariciándonos...

- Me quedaría así toda la vida... - murmuró, y me besó la frente. - Nunca he tenido un sexo tan bueno como lo tengo contigo.

- ¿A qué edad tuviste tu primera vez? - pregunté apoyando el mentón en su pecho y mirándolo a la cara.

- A los trece años. - susurró dejándome perpleja.

- ¿Con quién? - esa declaración había avivado mi lado curioso.

- Con la sirvienta favorita de mi madre. Era mucho mayor que yo, ella tenía 18... - dijo.

- ¿Te gustó? - no pude evitar preguntar...

- Fue fenomenal. Lo hizo muy bien... Demasiado. - declaró y su expresión cambió mostrando un toque de añoranza. Unos celos irracionales invadieron mi mente.

- ¿Era bonita? - pregunté sintiendo la exquisita sensación de chispas eléctricas recorriendo las puntas de mis dedos.

- Mucho... Preciosa, cabello rubio rojizo, piel pálida, labios rojos, ojos verde esmeralda, alta y esbelta con unas curvas para morirse. Estuvimos juntos hasta que se casó y me busqué otra, aún así, la tenía detrás de mí siempre y me la follaba cuando me venía en gana.

Esos detalles fueron el ultimátum para mi ira y en segundos lo tenía debajo de mí aullando de dolor debido a los corrientasos.

- ¡Ah! Detente... Por favor, lo siento no sabía que te afectaría tanto... ¡Duele! - gritaba como loco debajo de mí, cuando me desquité, paré y me senté en el centro de la cama con los brazos cruzados evitando mirarle la cara. - De haber sabido de que te ibas a poner así de iracunda no te habría dicho nada. Eres más peligrosa que una piscina llena de pirañas.
Yo continué sin mirarlo, estaba furiosa y apenada. Molesta porque sentí celos de una chica que está muerta no sé hace cuanto tiempo y avergonzada, porque el pobrecillo lo pasó bastante mal debido a mi reacción descontrolada.

- Hey...- dijo sentándose en la cama en frente de mí. - No estés enfadada... A ninguna con las que me acosté amé tanto como te amo a tí, de hecho creo que es la primera vez que me enamoro de alguien. - dijo y depositó un casto beso en mis labios.

- Lo siento - murmuré mirando las sábanas de satén rojo.

- Está bien... Tendré que tener más cuidado de no enfadarte, porque de lo contrario acabaré ganándome un electroshock. - dijo en tono burlón.
Lo miré y estaba sonriendo... No pude contener las ganas y lo besé. Me abalancé sobre él de tal manera que caímos de nuevo sobre la cama, yo encima de Christian. Sentía su erección contra mi muslo, eso con los pequeños gemidos que salían de su boca me excitaban cada vez más.

- Tranquila pequeña... ¿Acaso no estás cansada? - murmuró en mi boca.

- No - susurré y luego acaricié sus labios con la lengua.

Sus manos apretaron mis caderas presionándolas contra su entrepierna. Después de un momento así se separó de mí unos centímetros.

- Te haré algo que nunca te he hecho y sé que te va a gustar...- dijo y se mordió el labio.

De pronto colocó la cabeza entre mis piernas y de un momento a otro sentí su lengua recorriendo mi sexo. Millones de gemidos salieron de mi boca, mientras él hacía maravillas debajo mí con su lengua. Segundos después el cuarto se inundó con mis gritos y me arqueé encima de él teniendo un climax descontrolado.
Me derrumbé a su lado en la cama y acurruqué abrazándolo. Lo miré momentáneamente y ví que estaba relamiéndose los labios con una sonrisa de bobo en la cara.

- Por tí haría lo que fuera...- declaró mirándome fijo.

- ¿En serio? - pregunté con una sonrisa satisfecha.

- Sí.

- Bien, entonces ve a buscar la cuna de Darius al cuarto de Marian.

- ¿Quién es Darius? - preguntó con el ceño fruncido.

- Tu hijo, idiota. - dije entornando los ojos.

- ¿Y por qué tengo que buscar yo la cuna? - dijo refunfuñando.

- Dijiste que harías lo que fuera por mí, y esta es la primera de todas mis peticiones...- declaré suspirando.

- ¿Ah...porque hay más? - dijo haciéndome a un lado y mirándome con una sonrisa mientras se levantaba de la cama.

- Por supuesto. Ahora ve a buscar al niño y si está dormido, procura que no se despierte...- dije moviendo los dedos de forma que enunciaba lo que pasaría si hacía lo contrario a lo que le estaba diciendo.

Me miró con una mueca de odio fingido en su precioso rostro y entrecerró los ojos...

- No sabes cuánto te odio... - dijo con voz de niño.

- ¿A sí? - dije arqueando las cejas. Me arrodillé en el colchón mordiéndome el labio con la cabeza ladeada.
Christian miró mi cuerpo de arriba a abajo y sus pupilas se dilataron.

Aquello fue un fenómeno que ocurrió en cuestión de segundos. De un momento a otro, sus labios se entreabrieron, su respiración se aceleró y sus ojos se abrieron un poco más de lo normal.

- No... Obvio que no. - dijo cerrando los ojos durante un segundo y volviéndolos a abrir. Ya se había puesto serio y me miraba como un depredador peligroso.

- Entonces... Ve a buscar la cuna. - repliqué dejándome caer en la cama nuevamente y cubriéndome con las sábanas. - Te espero aquí.

- Ahora vuelvo. - dijo frunciendo los labios.

Dentro de unos segundos volvió con la cuna y Darius durmiendo tranquilamente dentro de ella.

- ¿Dónde la coloco? - dijo mirándome fijo.

- Junto a mi lado de la cama...- susurré.

- Quiero que sepas que me mandaste en mal momento, ví la cosa más traumatizante que he presenciado en mi vida. - dijo con una mueca de asco y un escalofrío.

- ¿Qué cosa? - dije enarcando una ceja.
- Mi hermano y tu hermana.... Desnudos, acabados de hacer el amor... Por dios... Mi hermano estaba despierto, fue el que me dió la cuna. Fue una cosa inolvidable, creo que quedé marcado de por vida - dijo acostándose en la cama y haciendo ademán de abrazarme pero justo cuando lo iba a hacer, me levanté a ver a mi bebé.

- ¡Qué dramático eres! Pensé que te gustaban los senos de mi hermana, bueno... Su cuerpo en general. - dije de espalda a él un poco celosa recordando la noche en que huimos, y por qué me decidí a hacerlo. - Como la noche de la cena estabas babeando en su escote...

- No digas tonterías, el único cuerpo que me gusta y deseo es el tuyo. - dijo y sonreí triunfal.

Me quedé mirando a mi pequeñito hermoso durante un buen tiempo. Analizando como su diminuto pecho subía y bajaba, tenía la boquita un poco abierta y su espeso cabello le caía sobre la frente. Estaba creciendo muy rápidamente, estaba más grande que la última vez, sólo han pasado unos pocos días después de su nacimiento pero ya tiene el tamaño de un niño de dos meses.

- ¿Acaso me vas a dejar desatendido? - gruñó Christian enojado. - Llevas horas parada ahí.

Sonreí ante su molestia y celos y me dirigí hacia la cama acostándome a su lado.

- No te pongas celoso... Tú y Darius son lo más grande que tengo aparte de mi querida hermana Marian. - dije sonriendole.

- Más te vale, pequeña...más te vale - declaró abrazándome y besándome la frente.

Inmortal love (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora