Elizabeth:
Mi hermana está viva-muerta, es un gran alivio saber que la persona que me ha apoyado desde siempre en todas mis locuras está sana y salva.
Ahora mismo observo fascinada la belleza que poseen los dos angelitos a los que Marian trajo al mundo. Una de ellas está dormida... La de los achinados ojos grises duerme tranquilamente con su espeso cabello negro sobre su frentesita y enmarcandole la pequeña pero preciosa carita, posee una belleza inocente y a la vez tentadora, es simplemente inquietante y encantadora. Sin embargo, la otra pequeñita de belleza adorable pero también enigmática, me mira fijamente con sus enormes ojos marrón oscuro enmarcados por grandes y preciosas pestañas negras como la noche al igual que su cabello. La manera en que me miraba era perturbadora, era como si me trasmitiera pensamientos o incluso sentimientos con ella...Era extraño, un poco siniestro pero de alguna forma inocente.Presa de un impulso feroz, tomé a la pequeña en brazos, ella mantenía la mirada fija en mí y alzó su pequeña mano para tocarme el rostro. Su gemela y ella eran iguales, totalmente idénticas a excepción de los ojos.
Cuando por fin logró rozarme la cara, una sonrisa adorable apareció en su rostro.
- Eres preciosa pequeñita... - susurré y besé su frente.
- Cariño... - al voltearme ví a Christian que había entrado en la habitación con Darius en brazos. Mi pequeñín ha crecido un montón, ya se sienta y hace unos días le dijo papá a Christian, cuando ese momento sucedió, la alegría en el rostro de Christian era visible, estaba tan feliz que me alzó en brazos y se puso a dar vueltas conmigo por toda la habitación.
- Hola mi amor. - dije con una sonrisa.
Se acercó a mí y depositó un ligero beso en mis labios. Cuando nos separamos vimos que Darius miraba dentro de la cuna lleno curiosidad con la boquita entreabierta y luego miraba a la bebé que yo tenía en brazos y volvía a mirar dentro de la cuna, después ladeó un poco la cabecita, me miró y se comenzó a reír mientras aplaudía con sus pequeñas manitos.Christian y yo comenzamos a reír también y acercó a Darius a él y depositó un beso en su sien.
- Se dió cuenta de que eran muy parecidas. - dijo con una sonrisa.
- Obviamente, es inteligente igual que yo - dije en forma de broma. Al mirar de nuevo en la cuna, la bebé de ojos grises nos miraba curiosa, pero lo más sorprendente fue que Darius se quedó mirándola fijo y luego una amplia sonrisa apareció en su rostro infantil mientras se llevaba la mano a la boca, cosa que a cada rato hace, ya que le está saliendo su primer diente.
- Amor... ¿Te quedas mucho aquí? - preguntó Christian mordiéndose el labio.
- Sí, hasta que Marian regrese. - respondí meciendo a la pequeña de ojos oscuros.
- ¿Y por qué? - dijo haciendo puchero y en ese momento Darius le dió una bofetada con una de sus manitas en el rostro. La cara que puso Christian fue tan graciosa que comencé a reírme como loca. - No te rías, y tú... - dijo señalando a nuestro bebé. - no golpees a tu padre.
Darius lo miró muy serio, ya que Christian parecía molesto, hasta yo cesé la risa de improviso y lo miré dudosa.
- Así está mejor. - dijo Christian seqrio. Parece que no le gusta que se burlen de él.
- Chicos ya pueden irse... - dijo una voz irrumpiendo en la habitación. Al voltearnos vimos a Marian y Stefan entrar muy felices en la estancia.
- Está bien, buenas noches... - dije depositando a la bebé en la cuna para después dirigirme hacia mi habitación con Christian.
Al llegar, tomé a Darius en brazos y lo alimenté, luego lo mecí un poco hasta que se durmió... Lo acosté en la cuna delicadamente y lo cubrí un poco con una mantita. Cuando me volteé me encontré a Christian mirándome de forma extraña, ya se había acostado en la cama y no traía la camisa blanca y holgada que tenía puesta hacía sólo unos segundos. Me recosté en la cama con él y se abrazó a mí.
- ¿Qué sucede cariño? - pregunté mientras le acariciaba el cabello.
- Gracias...- susurró simplemente.
- ¿Por qué? - pregunté mirándolo con el ceño fruncido.- Por ser parte de mi vida, por darme esta familia tan hermosa y por haberme enseñado amar. - dijo con la mirada fija en mi rostro - Te amo demasiado, Elizabeth.
- Yo también... - murmuré. - y también quiero darte las gracias, te agradezco que me secuestraras, que me fueras a buscar cuando escapé, gracias por no rendirte conmigo, por amarme como lo haces y sobre todo... Por estar a mi lado y sembrar en mí, la pequeña semillita que hoy es mi niño precioso... - dije y ambos miramos hacia la cuna.
- Soy tuyo hasta que la muerte nos separe... - dijo mirándome a los ojos.
- Amor... La muerte no nos separará, estaremos juntos más allá de ella. - susurré.
En cuestión de segundos nuestros labios se unieron para sellar este pacto de amor incondicional que ambos teníamos. Después de unos minutos demasiado cortos, Christian se separa de mí y busca algo en el bolsillo de su pantalón. Más tarde, sacó unas alianzas de él y me puso una en el dedo... Era de plata, muy fina y con un gran lapislázuli de forma ovalada en el centro.
- ¿Esto es una especie de boda o algo así? - pregunté alzando una ceja.
- Si te diría que sí, ¿aceptarías ser mi mujer por toda la eternidad? - dijo con una sonrisa deslumbrante.
- Obviamente, yo contigo estaría hasta el fin de los tiempos si es necesario. - respondí colocando su alianza en su dedo anular. - Y tú... ¿Me prometes que jamás te cansarás de mí? - pregunté contemplando maravillada la extraordinaria belleza de su rostro.
- Es imposible que me harte de tí y lo sabes mejor que nadie... - dijo y besó la gema azul de mi alianza, el color de esta preciosa piedra me recuerda a sus bellos ojos, intensos, apasionados, amorosos. - Entonces, nos declaro marido y mujer... Voy a besar a la novia. - dijo y me dió un apasionado beso.
Mientras nos besábamos, tomó impulso y se colocó sobre mí, me comenzó a besar el cuello y tocaba mi cuerpo por encima del fino vestido de satén rojo vino que traía puesto, empecé a soltar pequeños gemidos cuando comenzó a acariciarme entre los muslos mientras su boca dejaba un reguero de besos en mi cara, en mi cuello y en la suave curva superior de mis pechos. Estábamos tan sumergidos en el mar de pasión y de amor que nos rodeaba que nos sobresaltamos cuando el llanto de Darius inundó la habitación.
- Christian detente, tengo que ver que le sucede al niño. - dije con voz entrecortada tratando de apartarlo con las manos.
- No. - gimió. - Hasta cuando va a ser esto, hace dos semanas y cuatro días que no te toco, cuando no es por estar llorando la muerte de tu hermana es porque Darius no nos deja hacer nada. Me estoy volviendo loco. - dijo lloriqueando fingidamente.
- Christian por favor, ¿acaso crees que no quiero tener sexo contigo? También te extraño creeme, pero ahora déjame levantarme para ver a nuestro hijo. - dije y me aparté de él, me levanté de la cama y en cuanto tomé a Darius en brazos cesó de llorar. Lo llevé hacia nuestra cama y lo acosté entre Christian y yo.
- Eres un ser diabólico. - dijo mi desatendido marido mirando con los ojos entrecerrados a nuestro hijo provocando que se riera. - Quieres a tu madre para tí sólo... Eso no se vale... - refunfuñó con mala cara y Darius nos miró alternativamente antes de dar una palmada con una amplia sonrisa en el rostro. - Elizabeth, ¿no te das cuenta? Lo está haciendo a propósito, no quiere que esté contigo. - dijo Christian mirándome.
- Eso no es cierto, es un bebé inocente, no sabe lo que hace y necesita su madre. - le dije, no puedo creer que tenga celos de su propio hijo, es increíble.
Christian alzó una mano para acariciarme el rostro pero la diminuta manito de Darius se movió como un rayo y le dió un manotazo suave. Cuando Christian lo miró, nuestro niño negó con la cabeza como diciendo que no me tocara y luego se llevó las manitas a la boca mirándome inocentemente con sus grandes ojazos azules iguales a los de su padre.
- ¿Inocente? - dijo Christian incrédulo. - Este de inocente no tiene ni un pelo y sabe muy bien lo que hace. - siguió diciendo con una sonrisa mientras le acariciaba el redondeado vientre. Me acerqué y besé a mi celoso maridito mientras escuchaba la adorable risa de Darius.
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Inmortal love (Completo)
VampirePrólogo El mundo está lleno de cosas maravillosas, es nuestra decisión dejarlas ir o descubrirlas y conocerlas para matar la curiosidad. El sentido de la aventura es innato, nace con nosotros y nos dice que apostemos al destino a la primera oportuni...