≡ ◠ 𝕻ASIÓN 𝕯E 𝕲AVILANES ;
‹ . . . temporada dos ˒ ❜
🐴 ↷〘 ♡ ⌇ Eleonora Meyer supo
desde el primer momento en que
miró a León Reyes que él sería su
más grande perdición, pero aún
así, ese desastre la atrapó desde
el...
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La tarde había transcurrido muy amena, y justo antes de que el sol acabara de ponerse, Abel me había propuesto dar un paseo a caballo, tal y como lo habíamos concretado hacía semanas.
── ¿Estás seguro?──le pregunté, indecisa.
La verdad era, que lo único que quería era que los amigos de Andrés se marcharan para buscar a León y estar con él; demasiado egoísta de mi parte, pero no podía culpar a mi corazón.
── Claro.──Abel respondió, sonriendo.
Solicitamos el permiso correcto al levantarnos de la mesa en la que los demás charlaban animadamente, y mi madrina fue rápida al interesarse en lo que haríamos. Sabía que estaba muy pendiente de mí.
── Iremos a dar una vuelta a caballo, madrina.──respondí su silenciosa pregunta.
── Bueno.──sonrió, regresando a su asiento con Albin──. Busquen a Adán, que él les ensille los caballos.
Contuve una mueca de repugnancia al escuchar el nombre de ese sujeto, así como tampoco pude negarme cuando Abel comenzó a caminar, y muy entusiasmado.
No fue complicado hallar al vaquero en las caballerizas, puesto que ahí le había visto la última vez.
── ¿Que se le ofrece, señorita?──preguntó, fingiendo decencia porque tenía compañía.
── Dos caballos ensillados, por favor.──le imité, también fingiendo amabilidad.
── Claro, ya mismo se los traigo.
Con discreción rodé mis ojos, fastidiada. Coloqué mi atención en Abel para distraerme y hacerle conversación, pero la figura de una familiar persona se la robó.
── ¿Que hacen aquí, Leo?──se acercó, confundido.
── Iremos a dar un paseo a caballo.──respondió Abel, siendo amable.
León le miró por unos cuantos segundos antes de voltear para verme a mí. Me di cuenta inmediatamente de lo que pensaba; incluso vi sus intenciones de hablar y, muy segura de que no diría nada agradable, lo tomé de la muñeca.
── Discúlpanos un segundo, Abel.──pedí. En cuanto vi su asentimiento, llevé a León conmigo hacia la salida para estar lo suficientemente lejos y, por ende, que Abel no pudiese escuchar nada de lo que le diría.
── ¿Por qué, Leo?──fue lo primero que preguntó el rubio, casi afligido.
── Es sólo una vuelta, León.──remarqué, conteniendo mis ganas de tomarlo de las mejillas y depositar un beso en su boca.