≡ ◠ 𝕻ASIÓN 𝕯E 𝕲AVILANES ;
‹ . . . temporada dos ˒ ❜
🐴 ↷〘 ♡ ⌇ Eleonora Meyer supo
desde el primer momento en que
miró a León Reyes que él sería su
más grande perdición, pero aún
así, ese desastre la atrapó desde
el...
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Un desagradable ataque de tos me despertó de mi siesta nocturna: nada nuevo. Tuve que reincorporarme rápidamente, sintiendo el conocido dolor.
Luego de unos minutos de tortura, pude levantarme y tomar una ducha. Faltaba menos de una hora para partir hacia la casa de Jimena, y debía apresurarme. Al salir, tomé el conjunto que había escogido por la mañana y comencé a vestirme.
Acomodé mi cabello con dos broches, que combinaban con la falda grisácea que me había puesto, además de la blusa de mangas largas del mismo tono. Aquel conjunto se lo había comprado a Jimena, por lo que me lo había puesto en su honor.
── ¡Leo, amor!──la voz de mi madrina me hizo correr hacia la puerta y abrirla.──, por dios, estás preciosa.──fue lo primero que dijo al verme.
── También tú, madrina.──le sonreí.
Tomé mi bolsa y juntas bajamos a la primera planta, en donde mi padrino nos esperaba con los tres hermanos. Por mi propia seguridad mental, decidí no mirar a León para no desconcentrarme.
Y, sí sentía su mirada, pero la ignoré.
── Rápido, hay que irnos.
David se colocó a mi lado mientras los demás avanzaban delante de nosotros. Me regaló una sonrisa y se la devolví, encontrando su presencia muy dulce.
── Estás muy bonita.──elogió.
── Gracias, David.──formé otra sonrisa.── ¿No te molesta que te llame así?──pregunté.
Él negó, soltando una risita.
── Para nada.──meneó la cabeza.──, de hecho, eres la primera y única que me llama así.
Reí con él, gustosa por la información. Por mi distracción con Juan David, no había notado a la persona que caminaba junto a mí, al otro lado.
Fruncí el ceño, sintiendo entonces como su brazo me rodeaba los hombros.
── Eres una muñeca, Leo.
Erick estaba demasiado cerca, por lo que le di un empujón y saqué su brazo de mi cuerpo.── No me toques.──gruñí, dándole una mirada asesina.
── No me mires así.──Erick me guiñó uno de sus ojos, sonriéndome.
A su lado, León sólo me miraba y no decía nada, tan sólo tiró de su mellizo para apartarlo de mí.
── ¡Muchachos, dejen de revolotear alrededor de Leo y suban al auto!──les gritó Norma.
David soltó una carcajada y con una sonrisa en mis labios, nos subimos a la camioneta. Yo en la de mis padrinos, y David, León y Erick en otro auto, de hecho, el primogénito fue con ellos con la única intención de vigilarlos.
