Prólogo

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Despídame

Sus ojos viajaron hasta los labios del pelinegro, al verlos no pudo evitar lamerse los propios, deseando poder sentir los contrarios, cerró los ojos, negándose la oportunidad de imaginar una escena poco adecuada, le dio la espalda al sujeto, decidido a salir de aquella habitación.

- Deténgase- paró en seco al escuchar por primera vez en el día aquella voz, la cual le transmitió un cosquilleo en el cuerpo- Hoy no lo pienso dejar ir.

Su cuerpo tembló, aquellas palabras sólo lo hacían temer más por sus acciones, no quería cometer un error. Intentó nuevamente salir de la habitación pero un fuerte agarré en su cintura se lo impidió, abrió los ojos por la sorpresa y sintió su cuerpo arder ante el toque del pelinegro.

- Suélteme- pidió en un susurro casi inaudible, pero, muy contrario a lo que pidió, el agarre se hizo más firme, cumpliendo los deseos que él mismo se negaba.

Sin soltar una palabra, el pelinegro giró al castaño, dejándolos tan cerca como el más bajo lo permitía, quien hacía un forcejeo débil, el de ojos grises sonrió, divertido ante la imagen que sus ojos apreciaban.

- ¿Tiene miedo?- se acercó un poco más al rostro del castaño, divirtiéndose con las reacciones de este.

- ¿De usted? Por favor- el castaño bufó, un tanto nervioso al tener tan cerca el rostro del más alto.

- Entonces permítame hacer esto- terminó por acercarse completamente, juntando sus labios con los del castaño, saboreando por primera vez aquellos labios carnosos que no podía sacar de su mente.

El castaño se entregó a sus deseos, pasando de forcejear a llevar sus manos hasta el cabello del más alto, permitiéndose tocar aquellas hebras negras, acercándose más al cuerpo contrario.

El pelinegro coló sus manos debajo de la ropa del castaño, buscando sentir aquella piel suave que tanto había imaginado tener entre sus manos.

Se separaron por un momento, en busca de aire, juntaron sus frentes, el castaño tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, su respiración era agitada y su camisa estaba descolocada y arrugada, era la imagen más excitante y adorable que el pelinegro haya visto en su vida, sonrió de lado, alzó al castaño e hizo que rodeara su cintura con sus piernas, lo pegó de la pared y llevó sus manos hasta sus glúteos, sosteniéndolo.

- Ahora despídame.

- Ahora despídame

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Butler  |KookNam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora