━━01; protector

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RHAENYRA

Abrió los ojos parpadeando lentamente, confundida. El Maestre Mellos la inspeccionaba con la mirada cuidadosamente, a su lado, la preocupación se reflejaba en los ojos de Sir Harrold, ambos le hablaban pero Rhaenyra no lograba escucharlos con claridad. Un poco más alejada, Alicent Hightower la escudriñaba ansiosa detrás de dos miembros de la Guardia que le impedían el paso.
Se incorporó un poco sobre el pasto verde, sintiendo dolor en todo el cuerpo y la sensación de un líquido caliente sobre la parte derecha de su rostro, se llevó el dorso de la mano para notar que, en efecto, era sangre.

—¿Qué... qué sucedió? —inquirió una vez logró sentarse correctamente.

—Unos idiotas asustaron a su caballo, Princesa —informó Sir Harrold, entreteniéndola mientras el Maestre la limpiaba con un paño húmedo.

Lo recordó, aquel día prefirió sumergirse en un paseo tranquilo junto a su protector, en vez de surcar los cielos con Sirax. Mala elección.
Rhaenyra notó que sus doncellas esperaban a un lado, junto con los ayudantes del Maestre, rodeados de miembros de la Guardia Real. Vaya espectáculo estaba dando solo por caerse de su tonto caballo. Solo faltaba que...

—Hija —los demás hicieron una corta reverencia ante el Rey Viserys—, ¿cómo te sientes? ¿está bien? —su mirada cayó sobre el Maestre Mellos, quien le realizaba un vendaje momentáneo hasta que llegaran a la Fortaleza Roja.

—Fue un golpe fuerte, Su Majestad. Las doncellas deberían quitarle la sangre antes que se seque en su cabello, luego la vendaré y le daré leche de amapola —comunicó a sus reyes—. Lo mejor sería que luego descanse, Princesa.

Ella asintió, sujetándose de su guardia para por fin, ponerse de pie; cuando su Señora Madre se abrió paso entre los que la rodeaban. Su rostro era una mezcla de enojo y preocupación.

—¿Leche de amapola? —cuestionó desconfiada—, ¿no hay otro método?

—Su Majestad, la princesa cayó sobre su espalda y golpeó su cabeza, no tan fuerte para matarla pero si para dejarla adolorida —argumentó el hombre, uniendo sus manos bajo sus grandes mangas—. Es un milagro de los Siete que el caballo no cayera sobre ella.

Viserys y Aemma continuaron intercambiando opiniones acerca del asunto, mientras su hija con ayuda de los guardias caminaba hasta el pequeño carruaje que la transportaría de manera rápida y segura hasta a la Fortaleza.
Y una vez andando, podía escuchar a su madre quejarse de lo sucedido. La entendía, su hermano parecía que podía con ella, se tomaba con cansancio la parte baja de la espalda y sufría varios dolores que se esforzaba en ocultar. Últimamente se enfadaba con facilidad y la sensibilidad se le escapaba por los poros, pero aun así, no demostraba el miedo que sentía.
Toda la presión del reino caía sobre Aemma en cuanto a la exigencia de darle un heredero al Rey. Aunque a pesar de eso, cuando se trataba de su pequeña niña, su única niña, la protegería con uñas y dientes...

•••

Luego de un rato velando por la salud de su hija, la Reina salió de los aposentos de Rhaenyra, topándose con Daemon Targaryen intercambiando palabras con uno de los hombres que hacían guardia. El rostro de Aemma se contrajo con disgusto que intentó ocultar totalmente en vano, su cuñado sabía perfectamente la poca tolerancia que ella tenía para con él.

El Príncipe realizó un flojo asentimiento de cabeza, casi burlesco y desinteresado.

—Te imaginaba volando lejos de aquí —comentó Aemma, acercándose hasta él a pasos lentos mientras pasaba las manos por su barriga hinchada.

—Mi sobrina pudo haber muerto hoy, mi lugar está aquí —respondió tosco, sin creer las pretensiones de su cuñada, ¿acaso lo creía tan hostil y desinteresado?

DESIRES ━━Daemon & RhaenyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora