DAEMONEl príncipe se quitó de manera exasperada algunos cabellos salvajes que se pegaban a su mejilla para después indicarle a su sobrino que hiciera silencio. El niño, del otro lado de la cueva oculto detrás de unas rocas, asintió repetidas veces; casi parecía como si pudiera cagarse encima.
Una fina capa de sudor brillaba en sus rostros junto con los restos de hollín. La caverna se iluminaba completamente cuando Sirax expulsaba una gran bocanada de fuego, dejando entrever los restos de ceniza en ésta, además, debido a sus gruñidos y rugidos el lugar temblaba de tal manera que daba la impresión que en cualquier momento se derrumbaría.
Era más que obvio que la dragona de su esposa estaba inquieta, podría decirse que hasta enojada a ojos del príncipe, y era comprensible debido a que ahora estaba protegiendo su primera nidada; la cual Daemon intentaba con afán recolectar.
Este era el tercer día que lo intentaba. El primero ni siquiera había podido acercarse a la cueva debido a que la gran bestia se había echado junto a sus huevos protectoramente, al segundo, casi consiguió éxito de no ser porque Sirax comenzó a defenderlos mediante el fuego. Nada pareció calmarla, ni los cantos del príncipe, ni las dos cabras frente a ella, ni los leves silbidos de Caraxes del otro lado de la cueva.
Aegon había decidido acompañar a su tío a tal travesía, según él alegando que era la mejor oportunidad para demostrar su valía además de hacer algo que prácticamente era tradición en la casa Targaryen: recolectar huevos y ponerlos en las cunas de los vástagos de la realeza era parte de ello. No obstante, también pensaba que si podía burlar a un dragón y triunfar en la "misión", ¿qué le impedía acelerar su camino a convertirse en caballero? los dragones eran un mayor desafío que los hombres.
Quizá debía decirle a su cara tal valentía.
Daemon no pudo evitar rodar los ojos, no solo debía arriesgar su vida para recolectar los huevos, sino que también tenía que cuidar al niño, increíble.
La cueva tembló nuevamente, el impacto de los gruñidos de Sirax lograban ser espeluznantes, bastante similar a los de Balerion en sus días en el Pozo Dragón; el príncipe lo recordaba perfectamente. En conjunto con aquello, el Anfíptero de Sangre silbaba por lo bajo como si entonara una melodía triste.
Hasta que de repente el lugar volvió a retumbar, esta vez acompañado de claras pisadas que sonaban como si se fueran alejando. Aquella fue la oportunidad para que los príncipes se asomaran de sus precarios escondites y ver si tenían vía libre para avanzar hacia la nidada, y cuando lo hicieron, pudieron ver la cola de Sirax desaparecer de su vista. Junto con los sonidos que se iban haciendo más débiles, supieron que la dragona finalmente se alejaba de su sitio.
Aegon y Daemon se lanzaron una mirada, con la cual lograron entenderse, ambos esperarían un poco más hasta que la cueva se sumerja en el silencio y así asegurarse que Sirax estaba lo suficientemente lejos, pues no sabían si aquello no se trataba de una trampa típica de caza; si bien ella no tenía tal fama, no sabían que era capaz de hacer una madre protegiendo su nidada.
El joven príncipe fue quien tomó la iniciativa y tiró una pequeña roca por el túnel, ambos volvieron a esconderse para después salir al notar que no había peligro alguno.
Los dos avanzaron sigilosamente y hasta el centro de la cueva, encontrándose con la nidada y tres huevos bien cuidados envueltos en la mucosidad que les otorgaba calor. Ambos sonrieron genuinos y no perdieron tiempo, luego, Aegon le entregó a su tío un pequeño martillo para que Daemon pudieron sacarlos con cuidado.Tal como habían previsto desde el comienzo, tres huevos perfectamente sanos lograron sacar, los pusieron en el morral que llevaron y cuando ya estaban dispuestos a volver por donde vinieron; la cueva retumbó nuevamente indicando la vuelta de Sirax. Ambos miraron en esa dirección, desde donde estaban se abrían dos túneles más pequeños que los dragones solían realizar y desde allí retumbaban los gruñidos de la dragona.
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DESIRES ━━Daemon & Rhaenyra
Fanfiction⊱ Daemon comienza a verla de manera distinta poco a poco, Rhaenyra reconoce que le tiene un poco más que estima, y ambos, terminan envueltos en las llamas del deseo y el peligro de lo prohibido. ⊰