DAEMONEl príncipe apoyó el rostro sobre el pecho de Rhaenyra, sintiendo la suavidad de su piel, dejándose llevar, embriagándose con su aroma. Ella se acomodó mejor en su regazo y lo abrazó por los hombros, resguardándolos a ambos con la sábana, haciendo que sus cuerpos calientes se apegaran más.
Daemon juraría que estaba tocando el cielo con las manos. Aquella muestra de cariño, despertarse a su lado y tontear juntos abiertamente desnudos sin el peso de los deberes o las obligaciones... hacía que su pobre corazón se llenara de felicidad.
Pero... a pesar de todo, parecía que siempre había algo que impedía que su estado de plenitud sea constante.
Gruñó levemente cuando notó la claridad incipiente que se esparcía dentro de los aposentos, notando precisamente en ese momento lo poco que habían descansado durante la noche. Como respuesta, la princesa lo tomó por las mejillas haciéndolo salir de su perfecto escondite para que la mirara y sin más, dejó un corto beso sobre su frente.
—No seas gruñón tan temprano —reprendió con cierta burla, le gustaba molestarlo.
Él observó un leve tinte rojo en sus ojos, producto de la falta de sueño, y creyó que aquello se manifestaba igualmente en los suyos. Solo que la diferencia estaba en que no importaba que tan cansada o desvelada estuviera ella, siempre se vería hermosa.
—No es eso —respondió con voz ronca, acercándose un poco para dejarle un beso en el mentón—, es que los días siguen pasando —le mordisqueó levemente en el mismo lugar—. Sabes que quiere decir eso, ¿no?
El suspiro pesado de la princesa chocó de lleno con el hombro de Daemon.
—Lo sé —mencionó sin ningún rastro de jugueteo, como si él hubiera roto igualmente su pequeña burbuja de felicidad—. También he estado pensado en ello.
Las manos de Daemon se aferraron a su cintura y la observó con las cejas enarcadas, casi con un deje de sorpresa en su rostro.
—Padre no es estúpido, sé que todo lo que hizo, lo hizo para mantenernos separados y eso ha hecho que los días sigan pasando y pasando. Casi dos lunas para ser precisos.
Era la verdad. Desde su vuelta a King's Landing, Viserys se mostró ciertamente contento por tener a su familia unida, pero como si no olvidara los sucesos pasados, había incorporado a Daemon nuevamente a su puesto como comandante de los Capas Doradas además de adjudicarle la vigilancia de los Peldaños de Piedra, e involucró más si era posible a su hija en asuntos de la corona; incitándola a hacerse cargos de cuestiones que requerían —la mayoría de las veces— visitar a diferentes lores para realizar algún que otro tratado o resolver ciertos conflictos en su nombre cuando la Mano no podía.
Es más, hasta parecía que su esmero en mantenerlos ocupados y "distanciados" daba sus frutos, pues solo el nombre del Príncipe Canalla hacía pensar dos veces a la Triarquía ante un nuevo ataque y ciertamente los lores no querían tener problemas con la heredera al Trono.
Quizá tío y sobrina no eran la solución a todos los problemas, pero parecían mantenerlos a raya.
Y aun así, siempre se las ingeniaban para encontrarse cada noche o en algún hueco que tuvieran durante el día. Solo que esta vez, quizá se habían excedido un poco, poniendo como excusa cumplir algunos deberes que requerían su presencia fuera de la corte cuando en realidad se encontraron como dos amantes furtivos en Dragonstone.
Habían ideado todo un maldito plan meticuloso para poder estar unos pocos días en paz: con sus dragones ocultos y mandando a callar a todo aquel que servía en el castillo.
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DESIRES ━━Daemon & Rhaenyra
Fiksi Penggemar⊱ Daemon comienza a verla de manera distinta poco a poco, Rhaenyra reconoce que le tiene un poco más que estima, y ambos, terminan envueltos en las llamas del deseo y el peligro de lo prohibido. ⊰