━━19; el peso del heredero

527 57 15
                                    


RHAENYRA

La princesa acarició su gran vientre hinchado mientras emitía una mueca, intentando ocultar el evidente malestar que sentía y ahorrarse de tener a todas las criadas encima, ya tenía suficiente por aquella mañana.

Negó, esta vez con una notoria queja. Sus pies habían amanecido lo suficientemente hinchados como para que los zapatos le apretaran con incomodidad y dolor, ni siquiera podría tolerarlo. De rodillas a sus pies, Elinda asintió con compresión para cambiárselos por otros, no era la primera vez que le sucedían estas cosas.

Rhaenyra observó sus aposentos, varias criadas caminaban por todos lados, acomodándole los almohadones, preparándole los vestidos, con los cepillos listos para peinarle el cabello, algunas otras simplemente permanecían de pie observándola a la espera de alguna orden. La mayoría de las allí presentes estaban ahí por el incesante pedido del rey, quien alegaba la mejor comodidad para ella.

Lo cierto es que, una vez la princesa había entrado en la sexta luna de embarazo, el Maestre le manifestó que a partir de allí en adelante podría dar a luz prematuramente por diversos motivos; algunos que podrían ser ajenos a ella y otros por si no tenía el suficiente cuidado en la gestación. Tales palabras fueron tomadas con el suficiente temor y exagerada precaución por parte de su padre y esposo, quienes no dudaron en querer el mayor bienestar tanto como para ella y el bebé.

Pero Rhaenyra detestaba que le estuvieran encima. Su humor podía cambiar fácilmente, la incomodidad solía ser más fuerte que ella y no podía evitar estar de mal humor, o también llevaba la sensibilidad a otro extremo y lloraba con facilidad. Era un manojo de emociones constantes, había días que no soportaba a nadie y otros en los que no se quería separar de su esposo, algunos donde el solo olor de la comida le causaba náuseas y unos donde quería zambullirse de cabeza en los diferentes platillos en la mesa.

El Maestre le había dicho que era normal, podría atravesar todas las fases conocidas del embarazo y experimentar algunas nuevas. Era día a día.

Y aquella mañana, supo que su día sería difícil de sobrellevar cuando despertó sola entre las tantas almohadas que Daemon le había puesto. Si era sincera, aborrecía no despertarse a su lado, y si lo hacía, era el equivalente a un mal comienzo de mañana; sus pies hinchados eran el ejemplo.

—¿Dónde está mi esposo? —inquirió de repente, con voz demandante.

Elinda la ayudó a ponerse de pie una vez le colocó el calzado correcto y prosiguió con su labor quitándole el camisón de dormir.

—Salió temprano, no dijo a donde. Solo avisó que se quedaría sin compañía, princesa —informó, comenzando a acordonarle el vestido por detrás.

Claro, con razón la presencia de tantas criadas.

—¿Lo siente bien, princesa? —le preguntó haciendo referencia al vestido, mientras se lo acomodaba.

Rhaenyra asintió. Por más que su vientre era lo suficientemente grande como para obstruirle la vista de sus pies, no impedía que siguiera vistiendo lo más finos vestidos, solo que ahora se acoplaban a los cambios de su cuerpo. El de aquel día era uno más suelto, pero hermoso de todas formas.

No supo en qué momento la peinaron, sus pensamientos estaban en su esposo, ¿acaso debía preocuparse? últimamente no se iba sin avisarle y trataba de no dejarla sola, por lo que era extraño su repentina ausencia, ¿estaría en King's Landing o se habría ido Caraxes?

Lo peor era que nadie lo sabía.

Una vez lista, se obligó a volver a la realidad e ir al encuentro de su padre, quien la estaba esperando para romper el ayuno. Además, en su compañía también estaba Aegon. Ambos la recibieron con una sonrisa y un saludo cordial de buenos días que la princesa ignoró.

DESIRES ━━Daemon & RhaenyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora