━━09; lujuria

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DAEMON

La alegría se apoderó del príncipe después de deshacerse de Alicent. Fue fácil manipularla y tenderle una trampa para que en verdad ella creyera que Rhaenyra correspondía a sus sentimientos, cuando en realidad, la princesa creía que su amiga por fin había tomado la decisión de volar a lomos de Sirax.

Todo fue un espectáculo digno de admirar, cada vez que recordaba la cara de Otto al ver como su hija perfecta y rígida en realidad iba repartiendo besos... Daemon terminaba riéndose solo.
Los reyes también terminaron alarmados y sorprendidos ante tal cosa, más Aemma, quien de seguro se lamentó haberle confiado tantas cosas a Alicent.

El siguiente en la lista sin dudas sería Otto Hightower, quien en esos dos días se dedicó solo a mirar con desprecio a Rhaenyra y siempre interrumpía la palabra de la princesa en las sesiones de la corte. Parecía que disfrutaba cada vez que rebatía a todas las opiniones que ella hacía, hasta tuvo el atrevimiento de insinuar comprometerla con el hijo de la Serpiente Marina, Laenor Velaryon.
Aquel día, Viserys ordenó a los guardias que sacaran a su hermano de la junta cuando en un repentino ataque de celos... Daemon se puso de pie y enfrentó a la Mano, escupiéndole prácticamente en la cara que esos no eran asuntos suyos y que Rhaenyra debía elegir a quien desposar.

Se lamentó haberse expuesto de tal manera frente a todos, más que nada frente a la reina... pues lo que restó del día el tonto sir Crispin no se alejó del lado de la princesa y Daemon hasta tuvo la sensación de que ella había sido confinada en sus aposentos injustamente. Por lo tanto, lo que restó del día, tío y sobrina no lograron verse.

Entonces, el príncipe fue paciente y esperó hasta la noche, aquella noche antes de que ella se embarcara a Bastión de Tormentas. Se coló por uno de los tantos pasadizos ocultos que el castillo escondía y que muy pocos sabían dónde se hallaban, quería verla... necesitaba verla.

Con cuidado, empujó la puerta secreta disfrazada de una simple incrustación y allí la vio. Rhaenyra se encontraba sola, desarmando el peinado elaborado que llevaba ese día, se situaba frente al espejo que tenía junto a su lecho y le daba la espalda al momento de intentar desarmarse una pequeña trenza cruzada casi pegada a la nuca. La situación le jugó una mala pasada a Daemon y terminó desviando sus ojos al cuerpo de su sobrina, quien vestía un fino camisón que sin mucho esfuerzo transparentaba todo. Por un momento agradeció el calor de King's Landing.

Se acercó con el mayor sigilo posible y una vez cerca de sus espaldas, terminó siendo Rhaenyra la que lo tomó por sorpresa; girándose con rapidez y con su daga en alto dispuesta a herirlo. Para su suerte, él actuó por impulso y la tomó por la muñeca para terminar desviándole el brazo hacia la izquierda, mientras que con su mano derecha lo tomó por la nuca dejándola prácticamente estática.

—¿Tenías pensado sacarme un ojo con la propia daga que te obsequié? —murmuró burlón a solo centímetros de distancia.

Ella se relajó considerablemente al reconocerlo y con su mano libre le dio un pequeño golpe en el pecho.

—Me dijiste que me defendiera si sentía peligro, ¿piensas que soy tan estúpida que no te oí? —le respondió de la misma forma—. Además, ¿cómo hiciste para entrar?

Él enarcó las cejas. —Mira que bien entrenada estás... —ignoró completamente su pregunta—. ¿Qué harías si en verdad quisiera hacerte daño y nos vemos en esta posición?

—Gritaría, claro, mi Caballero Blanco entraría por esa puerta y...

—Y cuando ese inútil decida pedirles permiso a sus pies para entrar, yo ya te habré abierto la garganta —interrumpió con cierta molestia, la sola mención de ese infeliz y notar la confianza que ella le tenía le hacía retorcerse de... celos.

DESIRES ━━Daemon & RhaenyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora