━━13; hacerse valer

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RHAENYRA

Las espadas chocaron con un cuidado premeditado, más nunca dejaron de encontrarse en cada choque y desvío, emitiendo un sonido que no era nada parecido al habitual acero con acero. Ambas espadas iban embotadas por pura precaución, aunque finalmente no sirvió de nada cuando los respectivos combatientes lograron desarmarse en un ligero movimiento, y eso dio paso a utilizar otros métodos para vencer al otro; ninguno parecía querer dar el brazo a torcer.

Sus pechos subían y bajaban con una respiración irregular, sus miradas pasaron a ser divertidas y una pequeña sonrisa de burla surcó en sus labios. Ambos se sostenían para impedir moverse mientras las dagas fueron a parar a centímetros del cuello del otro.

—¡Suficiente! —la voz del maestro de armas se alzó entre todos los demás.

Ellos obedecieron y se separaron sin rechistar, llevándose consigo algún que otro aplauso por parte de algunos caballeros y ayudantes del maestro.

—Buen trabajo hermano, hasta casi logras vencerme —Rhaenyra lo molestó.

Aegon rodó los ojos con falsa molestia. —La diferencia de años de entrenamiento no interfiere en nada, claro.

Rápidamente los ayudantes se acercaron a recoger las espadas y guardar el equipamiento utilizado, mientras ambos hermanos se resguardaron bajo las galerías, ayudándose a quitarse el respectivo peto que era la única pieza de armadura que portaban.

—Aun así, tu corres con la suerte de una enseñanza desde pequeño —advirtió, quedándose ahora sí en sus ropas de lana con los colores de la casa Targaryen—, yo comencé a entrenar a escondidas en las mazmorras a mis diecisiete días del nombre.

El príncipe le lanzó una sonrisa —que a ojos de Rhaenyra fue de pura lástima—, él se acomodó su cabello que caía hasta debajo de los hombros y cierta admiración brilló en sus ojos.

—Y aun así —rebatió—, creo que eres la mejor de todos nosotros.

Ella sonrió genuina y se acercó hasta su hermano, lo abrazó por los hombros y dejó un corto beso en su coronilla.

—Lo sé —mencionó con burla—. Ahora ve a asearte y luego podremos tomar el té.

Aegon la miró con una fingida molestia, pues según él, los hombres no hacían tales cosas; pero luego terminaba olvidando sus propias palabras y siempre terminaba compartiendo aquel momento con su hermana. De todas maneras, su expresión flaqueó un poco.

—Iré a ver a madre antes —advirtió el pequeño alejándose un poco, a lo que Rhaenyra desvió la mirada y asintió sin más.

Así, con esa nula aceptación, Aegon emprendió camino entre los pasillos de la Fortaleza Roja. La princesa respiró hondo, se apoyó en una mesa cubierta de espadas y lo observó irse, recordando como hace algunos años atrás era ella quien velaba por la salud de su madre.

Ahora, en cambio, la distancia entre ambas era tan descomunal como nunca lo hubiese creído; su lazo se agrietó cuando Aemma le levantó la mano por primera vez en aquella noche del desastroso festín y terminó por quebrarse cuando prácticamente la obligó a hacer algo tan... inhumano, algo que Rhaenyra ni siquiera se permitía en recordar porque el corazón se le encogía con impotencia y tristeza.

Después estaba Viserys, el rey pacífico que se esforzaba en que la paz predomine en la familia y que lo único que conseguía era verse más débil al no interferir en aquel triángulo que alguna vez fue entre Daemon, Rhaenyra y Aemma, entre aquel odio que la reina todavía guardaba y lo descargaba sin siquiera notarlo en su hija.

Porque sí, las cosas dieron un giro inesperado aquella noche, los lazos se rompieron haciendo que la relación de los monarcas con Rhaenyra menguara, y en consecuencia; ella tuvo que madurar rápidamente y hacerse valer por sí misma. Se plantó, defendió su posición y luchó en contra de todo a lo que querían someterla: no se desposó, comenzó a entrenar abiertamente haciendo oídos sordos a todos los comentarios, comenzó a elegir a sus aliados astutamente como a Lyonel Strong de quien aprendía de algo tan simple como la lógica y el detalle de sus sabios consejos, además también del viejo Maestre Mellos quien siempre se las ingeniaba para dejar enseñanzas en las cosas cotidianas y siempre llamaba al silencio fielmente al momento de prepararle té de luna a la princesa cuando fuera necesario.

DESIRES ━━Daemon & RhaenyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora