━━15; driftmark (II)

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RHAENYRA

Daemon se acercó hasta ella y la abrazó por la espalda, inclinó un poco la cabeza para apoyarse sobre su hombro, perdiendo la nariz entre la trenza mal hecha; aspirando su aroma.

—Ni lo intentes —advirtió la princesa, sabiendo de antemano hacia donde quería llegar—. ¿Tú volverás impecable y yo con las mangas del vestido en las manos? claro que no.

Él dejó escapar una suave risa. Lo cierto era que, después de vestirse y estar más o menos presentables, el príncipe buscó su broche para atarse el cabello, ¿y qué se encontró? a Rhaenyra tendiéndoselo en las narices para luego guardárselo en el escote.

Así que ahí estaban, ella despeinada con las piezas del vestido en manos y Daemon con los pelos alborotados igualmente, ambos abrazados a las orillas del mar.

—Puedes deshacerte de las mangas, nadie lo notará —le murmuró al oído, provocando que se le erizara la piel.

Rhaenyra le codeó el estómago juguetonamente. —No, es mi favorito. Haré que lo vuelvan a acordonar —zanjó con terquedad.

Él respiró pesadamente, moviéndole los pelos salvajes que se le escapaban de la trenza. Le besó la curva del cuello levemente y deslizó su toque desde la cintura hasta posicionar las caricias en el vientre de la princesa. Al notarlo, ella colocó las manos sobre las de él con suavidad.

—¿Crees que...? —dejó la pregunta al aire sin animarse a pronunciarlo del todo, con un hilo de voz.

—No lo sé —respondió con voz dulce—, no sucedió la última vez —recordó.

—Pero la semilla es fuerte —rebatió él, saliendo de su escondite para apoyar la mejilla contra su hombro como si quisiera ver su reacción—. No lo sé, me gustaría creer que la mía lo es —bromeó.

Rhaenyra sonrió ante la repentina ocurrencia del príncipe y luego sintió como la atrajo más hacia sí mismo, le dio otro besito corto sobre el hombro y apoyó ahora la barbilla allí.
Así, ante una nueva intimidad, Daemon mostrándose más cariñoso y notando que estaban tocando ese tema; ella no pudo evitar plantearse la idea de formar una familia con él, porque definitivamente no veía a otro hombre ser el padre de sus hijos.

—¿Te gustaría ser padre? —inquirió—. Sonabas triste cuando dijiste que creíste serlo y fue todo un engaño, desilusionado quizás.

Lo sintió aspirar fuertemente contra su vestido, como si le molestara recordar ese momento.

—No me interesaba antes —murmuró luego de unos segundos—, pero sé que tengo que dejar un legado y si es con la pureza de la sangre del dragón, mucho mejor —sonrió, lanzándole la indirecta—. Por eso no me hacía mucha ilusión tener un hijo con Ortigas, además de que todo terminó siendo un engaño, claro está.

Ella negó. —No sabía que eras tan purista de la sangre —le devolvió el juego, luego le dio un apretón en la mano—. ¿La amabas?

Daemon carcajeó. —Claro que no —dijo con obviedad—. Al principio le tenía cierto aprecio, ella no era tan elegante ni agraciada, sino que era toda una ladrona que había huido de Westeros —comenzó a contárselo—. Parecía tan miserable como yo y le gustaba Caraxes, siempre fantaseaba con que quería ser jinete al igual que los Targaryen —recordó—. Pero luego comenzó a cambiar y se volvió insoportablemente irritante, cuando intenté mandarla a la mierda, ella confesó que estaba encinta... ya sabes el resto.

Rhaenyra se giró entre sus brazos y se acomodó en su pecho, abrazándolo por la cintura.

—Mi pobre guerrero —murmuró, tomándolo con delicadeza por el cuello y dándole caricias en la mejilla con el pulgar.

DESIRES ━━Daemon & RhaenyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora