━━08; el príncipe canalla

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ALICENT

Daemon y Rhaenyra se encontraban sentados entre las raíces del viejo arciano, el sol los iluminaba a través de las hojas rojas y eso hacía que diferentes tonalidades resaltaran en sus cabellos plata.
El príncipe se le acercaba de más cada vez que le hablaba y ella no se mostraba disgustada, sonreía con facilidad en su compañía y Alicent descubrió que de una u otra manera siempre se tocaban, se rozaban los brazos, las manos y las rodillas tímidamente; cómplices ante lo que sea que se murmuraban.

El pequeño Aegon también estaba con ellos, revoloteaba alrededor del viejo árbol y juntaba la mayor cantidad de hojas que sus manitas le permitían, para después volver sobre sus pasos y dárselas a su hermana. A su vez, Daemon le aguardaba entre sus manos un pequeño dragón negro mientras el chiquillo hacía su recorrido.
Los tres juntos asemejaban a ser una familia, con facciones parecidas y el cabello característico de los Targaryen. Parecían felices.

Aquella escena le provocaba muchas cosas, celos, envidia, rechazo y tristeza.

Aun así, se aferró a los recuerdos y sonrió. El viejo árbol siempre era testigo de sus encuentros, comían pastel entre sus raíces, leían libros, cuidaban del pequeño Aegon... allí bajo aquellas hojas Alicent le obsequió el anillo que tanto añoraba, aquel que tenía una simbolización que no se atrevió a decirle a su amiga y solo se limitaba a sonreír alegremente cuando la veía llevarlo puesto. Ayudaba a vestirla, le hacía bonitos peinados y la esperaba en el carruaje cuando Rhaenyra volvía de sus vuelos.
Alicent estuvo firme a su lado y la acobijó entre sus brazos cada vez que Daemon la dañaba sin darse cuenta, como cuando brindó por Baelon llamándolo «heredero por un día», o cuando se atrevió a robar el huevo que había sido escogido para el pequeño.

No importaban cuantas advertencias se le daba a la princesa, ella se veía enceguecida ante su tío preferido y siempre volvía a sus brazos. Alicent pronto se vio suplantada por el príncipe, ahora Rhaenyra portaba con orgullo los regalos de Daemon, cenaban juntos, comían pastel juntos, leían juntos, hacían todo juntos... se perdían varias horas del día a lomos de sus dragonas y vaya a saber uno que hacían o a donde iban con tanta continuidad a solas.

Alicent comenzó a sospechar que hacían algo más que solo pasear, ella se aferraba fielmente a su idea y creía que el príncipe cortejaba a Rhaenyra. Él se volvió muy protector y hasta se veía posesivo con su sobrina, aquello definitivamente no era el comportamiento de un tío; un familiar normal.

Se encontró dando una profunda respiración y el dolor de sus dedos magullados pronto fue su descarga, ¿cuándo habían cambiado las cosas? ¿en qué momento su amistad comenzó a desgastarse?

Negó apretando los dientes, todo era culpa de Daemon. Ese maldito canalla, ¿cómo pudo haberse fijado en él alguna vez? el solo recuerdo le causaba repulsión.

—No es una linda imagen, ¿cierto? —inquirió Aemma, tomándola por sorpresa al posicionarse junto a ella.

—Su Majestad —se enderezó con rapidez y realizó una reverencia—, me temo que no sé a qué se refiere.

El desprecio brilló en los ojos de la reina, Alicent lo reconoció al instante pues seguramente así se veía ella cuando lo miraba.

—Ese par no me gusta nada —señaló con la cabeza—, él la lleva por mal camino, Daemon arruina todo lo que toca —mencionó lanzándole una mirada, recordándole indirectamente lo que había sucedido años anteriores.

Ella solo asintió y el silencio se abrió paso entre ambas, solo la risa de la princesa inundaba el espacio a lo lejos.

Aemma suspiró. —Anoche los encontré cenando en los aposentos de Rhaenyra, justo como me informaste.

DESIRES ━━Daemon & RhaenyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora