━━18; sueño cumplido

694 57 9
                                    


DAEMON

La idea de Viserys era, mínimo, siete días de festejos.

Con todo lo que ello conllevaba, varios lores viajaron de todas partes para la participación de torneos, se realizaron festines, cenas con diferentes miembros de la corte, cacerías... todo lo que al rey le gustaba organizar. Sin mencionar, claro, los obsequios y obsequios que cubrieron a los recientemente unidos en matrimonio.

Y eso, ciertamente, no los hacía sentirse del todo cómodos. Era completamente exagerada la atención sobre ellos, tanto así que comenzó a ser un poco agotador, parecía que no podían estar un día entero juntos sin tener a alguien pisándoles los talones o queriendo obtener algo de ellos; lo que solo les dejaba la privacidad de sus aposentos en las últimas horas de la noche para poder tener un digno intercambio de palabras.

A pesar de que el príncipe solía esperar con ansias la caída del sol, aquel día parecía ser diferente, lo supo de inmediato cuando emprendió camino en busca de su esposa. Había una serenidad para nada común en los pasillos del castillo, además, de que pudo notar una sensación extraña floreciendo en su pecho la cual no se esforzó mucho en atribuirle significado.  

Sin pensar demasiado, la primera figura Targaryen que halló fue la del joven príncipe, quien se encontraba apoyado contra una de las columnas del piso superior y miraba algún punto fijo con el semblante hundido; para ser un niño, solía adoptar posturas y expresiones que lo hacían aparentar ser más mayor.

Daemon no pudo siquiera emitir palabra alguna, cuando al acercarse, notó qué era lo que se había robado con tanto empeño la atención de Aegon. Los dos casi que se quedaron paralizados e intentaron afinar su sentido del oído para escuchar aquella peculiar charla, como si fuera posible ante semejante distancia.

Rhaenyra se encontraba bajo las galerías del piso inferior en compañía del Maestre Gerardys.

Extraño. Sí, extraño por muchas razones. Quizá porque Gerardys era el maestre de Dragonstone y quizá porque la princesa nunca expresó dolencia o malestar alguna.

—Dime algo, tío —el joven tomó la palabra en un tono bajo—, ¿qué tenía el vino que tomaron en Dragonstone? el de la ceremonia —él parecía ser el único, que para ese momento, podía pensar con claridad.

Daemon enarcó las cejas, todavía con la sorpresa palpitante. —Nuestra sangre —respondió finalmente, sin quitar la vista de su esposa.

Y Aegon no se abstuvo de ocultar una mueca de asco. —Eso seguro le sentó mal...

El príncipe no esperó a que el niño terminara de hablar, sino que emprendió camino escaleras abajo para ir tras ella al momento en que la vio despedirse del maestre.
Por un instante, creyó estropear la escarcela junto con lo que llevaba dentro al notar lo descuidado que estaba siendo, pero el pensamiento de que su esposa podía estar con alguna molestia pesó más; aceleró el paso.

El aire pareció llegar correctamente a sus pulmones cuando la vio entre las hileras de flores del jardín, el sol iluminaba su rostro y realzaba su belleza con fuerza. Rhaenyra podría hechizar a cualquiera si quisiera y Daemon agradeció aquello, afortunado porque semejante mujer fuera su esposa.

Él no lo supo, pero sus ojos brillaron con cierto anhelo y una sonrisa tonta tiró de sus labios cuando la princesa reparó en su presencia.

—Esposo —mencionó con simpleza, girándose hacia él.

—Querida —respondió, acortando un poco más la distancia—, ¿caminamos?

Ella asintió y se sostuvo de su brazo para emprender un tranquilo paseo, el cual —si Daemon no recordaba mal—, no tenían desde hace tiempo.

DESIRES ━━Daemon & RhaenyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora