Capítulo 8 : Loto

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XXX

La presencia de agotamiento sobre sus hombros era desagradable, con el dolor muscular tenía más que suficiente, era un suplicio impartido por el universo, la repentina batalla en la costa había resultado catastrófica, las pérdidas tanto humanas como de bienes eran innumerables, no podría abastecer al pueblo con los víveres necesarios si los rebeldes continuaban con su absurda encrucijada.

Los barcos estaban siendo atacados y hasta no encontrar una zona segura debía detener todo embarque de ese lado de la costa, acomodo las pequeñas plantas y estabilizó las ramas de otras, eso era lo único que lograba distraerlo de todo el caos que se encontraba afuera, la actual temporada había desatado una maraña de complicaciones al tener a los líderes ocupados en encontrar un Omega, solo esperaba poder frenar tal delirio antes de que las cosas se salieran de su control.

Se recostó por un momento sobre la camilla, respirando el dulce aroma de las flores que lo rodeaban, solía ser lo único que lograba calmarlo pero no en esa ocasión, en cuanto cerró los ojos una imagen pavorosa apareció, las armas y la sangre habían sido parte de su crecimiento, toda su vida estuvo rodeado de ellas y el olor a muerte se había instalado en sus fosas nasales hacía años, sin embargo aun lo torturaban en sus pesadillas, los crueles actos de los que era responsable le impedían dormir por las noches, era una de las tantas razones por las que consumía aquella sustancia que mantenía sus pensamientos despejados.

Abrió los ojos observando alrededor, no podía adormilar su cuerpo y mente, aún tenía un baile por la noche, necesitaba distracción y la mejor manera de conseguir tal cosa era el burdel, aunque estaba demasiado agotado para eso, volvió a cerrar los ojos y esta vez la imagen fue distinta.

La piel suave y tersa del Omega lo aislaron en un punto de su mente del cual no quería volver, las pequeñas manos del niño se apoderaban de su camisa, evitando que el alfa se alejará de él, lo que era completamente imposible, mantenía una incesante obsesión por los labios gruesos y deseables del chico, no podía dejar ir aquellos recuerdos por más que lo intentará.

Estaba consiente que fue algo que debió detener al instante, pero no logro hacerlo y el resultado de tal acto eran estragos en su alfa, una necesidad latente por volver a tocarlo, besarlo y tenerlo entre sus brazos a cada minuto que pasaba.

Lo había tenido justo en esa cama, había tenido el placer de obtener una probada de tan exquisito manjar y solo podía desear más de él, más de aquella sensación de poder y rendimiento, el Omega lograba desestabilizar su inconsciente.

No era de su absoluto agrado la necedad de su alfa por mantenerlo cerca pero no podía negar que una parte de él lo deseaba con la misma intensidad, no estaba seguro si era por el parecido con su hermana o por ese aroma tan exquisito que dominaba sus sentidos y lo convertía en una presa de sus instintos, solo podía asegurar que estando con el por extraño que pareciera se sentía como un cachorro, incluso sus actos y conductas se doblegaron sin su consentimiento, nunca tuvo la oportunidad de experimentar una vida como los otros, Harry era el primero que lo hacía olvidar su oscura realidad y esconderse en una ilusa fantacia.

- lord - escucha la puerta y abrí los ojos - se encuentra ahí?

- qué sucede?

- han llegado los embarques a la costa, están completos.

- busca al capitán Malik, que se haga cargo de la recolección y el resguardo en las bodegas.

- como ordené - lo escuchó alejarse y suspiré, debía detener tales pensamientos, la simple idea era absurda, el niño solo era una broma para los alfas de la temporada, al final en el cierre los alfa que se levantarán serían de poca importancia, el príncipe Richard era su única opción lógica.

Juramento De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora