Capítulo 20 : Bañera

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El sol se coló por la ventana iluminando la oscura habitación, Harry se removió intentando evitar la molesta luz que se filtraba hasta su rostro y evitaba que su tan deliciosa ensoñación continuara, se giró en la cama y suspiro pesadamente, le dolía todo el cuerpo y tenía una extraña sensación de incomodidad, abrió los ojos con entorpecimiento, había pasado demasiado desde la última vez que durmió con tal tranquilidad, después de todo la pésima estadía en la mansión afectaba a largo plazo.

Se estiro tratando de despejarse del tan pesado sueño que sentía, pero enseguida se sentó mirando al rededor con algo de confusión, no recordaba con exactitud el momento en que se quedó dormido, la ventana estaba abierta y el viento removía las cortinas suavemente, logrando que la brisa se colara por la habitación, el día parecía agradable a comparación de los anteriores, pero no lo suficiente.

Se levantó con dificultad, el vestido era todo un desastre, la corona se encontraba en el piso con algunos daños que podía reparar con facilidad, algunas velas se habían terminado y otras simplemente se habían apagado por el viento que se coló en la madrugada.

Miró al rededor, lo habían escoltado hasta la habitación a medio día, pero su invitado como Helena lo llamo no había hecho acto de presencia o al menos no mientras él se encontraba despierto.

Miró la puerta, no estaba seguro si debía salir o solo esperar a que alguien viniera por él, supuso que era mejor esperar, no necesitaba un regaña y mucho menos un castigo, ya suficiente tenía con la manera en que lo trataban.

El frio en la habitación era intenso, incluso ahora que el sol estaba saliendo, por la noche debió ser peor y por desgracia no se había cubierto con las mantas a eso le adjudicaba su terrible dolor físico, además de que el vestido no había sido de gran ayuda, los velos solo cubrían pero no abrigaban, se recostó justo donde el sol comenzaba a calentar el piso, era una sensación placentera y cálida que se colaba por su piel y relajaba sus sentidos, cerró los ojos recibiendo las caricias de la estrella central del sistema solar.

- cuando pienso que ninguna de tus acciones puede sorprenderme, te superas a ti mismo - abrió los ojos con sorpresa y se sentó, tenía que estar alucinado.

- ¿usted? - por fin encontró su voz, el nudo en la garganta no lo dejaba formular palabras, tenía una terrible sensación de vació en el pecho, habían pasado semanas desde la última vez que lo vio y creyó que jamás tendría la desafortunada oportunidad de verlo y ahora estaba frente a él con eso fríos pero relucientes ojos azules, con esa escasa calidez y dulcera que le provocaba escalofríos y corrientes de nerviosismo y miedo, había olvidado lo alto y desafiante que era.

- levántate - el omega obedeció con dificultad, quedando frente al Alfa, que lo miraba con detalle - que vestido más horrendo.

- yo lo hice

- tienes un pésimo gusto.

- usted no es la mejor persona para hablar de gustos. - el omega se cruzó de brazos ofendido.

- tienes razón, tengo un espantoso justo por las mariposas.

- sobre todo por las casadas - el Alfa sonrió con disimulo, había pasado tanto tiempo sin verse y aun así lo primero que hacían era pelear, aunque no esperaba menos del omega sin modales.

- ¿vienes?

- ¿a dónde?

- necesitamos hablar.

- ya estamos hablando, ¿qué es lo hace aquí?

- necesitas una ducha y algo decente.

- usted no tiene la más mínima idea de lo que necesito.

- ¿puedes dejar de discutir y venir conmigo?

Juramento De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora