Dear, Regulus ≈Regulus Black ≈

48

1981

Octubre 20

Me desperté de mal humor y de lejos Regulus sabia asique no se interponía en lo que estaba haciendo.

Mis manos se movían con rapidez sobre la lana y las agujas. Es esta casa no había mucho que hacer pero me entretenía como podía. Volví a tocar el violín pero de vez en cuando lo hacía. Cocinaba todo el tiempo galletitas y pasteles.

Necesitaba mantener mi cabeza lejos de mi cabeza en sí. El año pronto terminaría pero de todas formas mi estrés seguía intacto.

Mientras calculaba la harina para el bizcocho escucho el llanto de mi hija y me giro con rapidez. La veo en la puerta de la cocina con sus manitas tallando sus ojos, los cuales lloraban.

Limpio mis manos en mi ropa y voy hacia ella.

—Mami me duele. —Dijo sin más. Lo cual era raro ya que era una niña que constantemente hablaba sin frenos.

— ¿Qué te duele? —Señalo si cabeza y pecho. Mi piel se eriza. —De acuerdo mie amor, —Beso su frente y la levanto en mis brazos. — Te llevare al doctor ¿Si?

La niña asiente y esconde su rostro entre mi hombro y cuello. Busco a Regulus por la casa y lo encuentro en la habitación de la niña, parecía estar buscándola.

— ¿Qué haces? —Pregunto desde la puerta. El nombrado se gira con una sonrisa pero esta desaparece al ver a su hija.

—Estábamos jugando a las escondidas pero ¿Qué le paso? —Pregunto mientras se acercaba y acariciaba el cabello de la niña que seguía oculta en mi cuello.

—Le duele la cabeza y el pecho. —Regulus frunce el ceño, pronto su rostro muestra compresión y una teoría corre por su mente. Jenna sabía muy bien que teoría y rápidamente niega.

—No, no puede ser. —Se gira y camina hacia la habitación de ellos.

— ¿Por qué no? No veo una razón del porque no se podría, eres su madre. —Me giro enojada a él, levanta sus manos en rendición.

Deja a su hija recostada en la cama, la tapa con sus sabanas, pronto la niña se duerme.

—Solo está cansada. —Dijo mirando a su esposo. Regulus sonrió,

—Si tú lo dices. —Se fue de la habitación. Lo seguí y tire de su pelo enojada mientras pasaba a su lado. Escucho su risa mientras bajo las escaleras.

(...)

Octubre 25

No sabíamos porque Coraline se sentía como se sentía pero por urgencia la habíamos traído al hospital. Un grupo de médicos atendían a mi hija. Coraline estaba fascinada con el hombre y la mujer de blanco, por lo cual no dejaba de hacerle preguntas, donde muchas de ellas tienen que ver con la magia.

Había mandado muchas cartas a mis amigos comentándoles esto pero ninguno contesto. Era muy raro al saber que ellos siempre me contestaban.

Como última opción escribo una carta parecida a Peter.

—Mami, mira una flor. —Dijo Coraline mientras señalaba una flor en la palma de su mano. Escucho la leve risa de Regulus.

(...)

Octubre 28

Aun llevábamos tres días allí. Los doctores decían que hoy podríamos irnos, ya que Coraline no presentaba los síntomas.

Mientras compraba comida en la cafetería miraba a los Muggle a mí alrededor. Estos últimos tres años había aprendido a vivir como ellos y no era desagradable como lo pintan. Es curioso. Con el tiempo aprendes a mantenerte en constante movimiento.