3.Auto de escape

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El proceso de recuperación de Molly fue un completo éxito. Solo obteniendo una serie de heridas menores, tanto Charlie como Alastor lograron escapar del complejo en el que estaba envuelto en llamas para el momento en el que fueron recogidos por Husk en un BMW 2002 de color gris. Acelerando todo lo que daba el auto, salieron disparados en un camino serpenteante y en la búsqueda de un refugio temporal donde permanecer por esa noche.

Con el auto corriendo a una velocidad prudencial, Alastor finalmente pudo ahogar un suspiro mientras bajaba su vista hacia la pequeña niña que dormía plácidamente en su regazo. Una vez habían salido fuera del sanatorio, el cansancio y el estrés de toda la situación pudieron con ella, dejándola profundamente dormida. No se podía negar la dicha tan grande que estaban sintiendo Alastor y Charlie en ese momento, aun con todo el temor de perder a su niña, nuevamente la tenían entre sus brazos. Habían llevado a cabo la operación de forma precisa e implacable, dejando un alto saldo de víctimas del lado enemigo y una terrible conmoción que posiblemente haría que tarden en reorganizar sus filas.

Aun así, había cosas que, incluso con el rescate de Molly, aún tenían que resolverse.

—Tu hombro —susurró la asesina notando la laceración en el hombro izquierdo del espía, acercándose para poder examinar sus heridas.

Sin embargo, Alastor se apartó suavemente, evitando el toque y presionándose contra la puerta del auto.

—Está bien querida, en unos días sanara —indico, restando importancia.

Por supuesto, habiendo superado la etapa de crisis, era imposible no retomar el álgido ambiente entre la pareja, quienes apenas se habían dirigido la palabra más que en unas cuantas oraciones. Charlie bajo la mirada, encogiendo su mano al deducir que claramente, Alastor seguía enojado con ella. Y podía entender que lo estuviera, teniendo en cuenta que el espía tuvo la valentía de contarle su verdadera identidad pese a todos los riesgos que conllevaba, que tomara esa actitud reacia y desconfiada era natural. Pero hasta cierto punto, la situación comenzaba a sentir pesada, haciendo preguntar a Charlie si de verdad era necesaria esa aptitud hacia ella.

— ¿Hasta cuanto pretenderás permanecer de ese modo? —inquirió, hablándole de frente. Su tono era suave, pero había cierta molestia en su tono, uno que el espía acepto y tomo despreocupadamente para responder.

—No sé a qué te refieres —dijo, viendo el paisaje en movimiento desde su ventana. La respuesta tan simple y esquiva solo hizo molestar más a la asesina.

—Sabes bien lo que quiero decir —dijo con el ceño fruncido. Ella tenía sus manos firmemente sujetas a sus piernas, hecha un manojo de nervios antes la respuesta que tuviera que dar.

—Oh, te refieres a como pretendiste ser una dulce y tranquila oficinista que ansiaba escapar del escrutinio público y resultaste ser todo menos eso—inquirió con sorna. La apelación destilaba una sinceramente muestra de indignación y represalia, con una risa burlona entre dientes.

Sin embargo, Charlie no se quedó de brazos cruzados, respondiéndole del mismo modo.

—Creo recordar que ambos nos mentimos mutuamente por conveniencia, no estás más limpio que yo en este asunto, Alastor —recordó, mordaz.

Hubo un tensó silencio de expectación dentro del auto, generando que el ambiente fuera cada vez más tensó mientras el locutor y la oficinista se veían. Sin poder evitarlo, Husk espiaba la conversación, viéndolo todo a través del espejo retrovisor.

—Fije sus ojos en el camino, estimado —advirtió Alastor, sin apartar la mirada de Charlie—. Si sabes lo que te conviene, es mejor que se ocupe en sus propios asuntos.

Secretos de Familia (Charlastor AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora