14. Reencarnación

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—Oh dios, por dios, Alastor

Recostado en el duro suelo, sintiendo como la sangre fluía dolorosamente de sus heridas, el hombre sonrió escuetamente mientras sentía como las fuerzas se iban alejando de su cuerpo.

Aun cuando se encontraba terriblemente herido, con mente nublada por la bruna, se encontraba feliz de haber confiado en su instinto. Ella estaba y eso era lo que importaba.

Podía irse sin remordimientos.

Nuevamente, Alesteir Walker de apenas 14 años se despertó de golpe luego de un sueño que no podía entender. Recordando esa escena por más tiempo del que estaba dispuesto a admitir, el joven se sintió cansado al no poder comprender su significado o su origen.

Desde que tenía uso de razón sabía que algunas cosas que muchas personas tardarían demasiado en entender, su carisma y su intelecto le favorecieron a tan corta edad logros destacables que lo llevaron a grandes academias de estudios, pese a los ingresos regulares que tenía su familia. El joven adolescente no podía decir que eso fuera algo malo, su ego le hacía desear ser adulado y todo ello alegraba el corazón de su trabajadora madre, de forma que no estaba del todo mal. Sin embargo, no se sentía feliz con eso. Era más el tiempo aparentando una sonrisa y una jovial personalidad que el tiempo que disfrutaba de la vida. Parecía que la vida no tenía ningún sentido, color o chispa, incluso le parecía demasiado banal, aburrida. Se suponía que en esta edad encontraría la adrenalina y el sentimiento de rebeldía atribuible a la pubertad, pero solo había encontrado cambios hormonales, y por supuesto, el reconocimiento de que esta no era su primera vida.

Desde siempre había considerado que el nombre que tenía no era para él, el nombre de Alastor, le parecía demasiado adecuado e incluso le hizo saber a su madre en diversas oportunidades, lo que pensaba al respecto. Reconocía calles de la ciudad de Berlit, así como otros lugares más lejanos, a pesar de que nunca los había visitado, y el sentimiento de dejavu que sentía a cada momento, no le parecía nada normal.

Por eso, teniendo acceso a una multitudinaria cantidad de libros de parte de la gran biblioteca de su academia, logro encontrar libros que hablaban sobre reencarnaciones y vidas pasadas, encontrando que, en algunas ocasiones, las personas podían conservar recuerdos de sus vidas anteriores al tener aún una misión o cuentas que aun debía saldar, siendo estas herramientas para cumplirlas en esa nueva vida.

Si era completamente sincero, le parecía risible y estúpido para él buscar ese tipo de contenido, en lugar de buscar cosas diferentes como lo era la comunicación o la radio, que era una afición a la que le había agarrado cariño demasiado rápido ¿Acaso en su vida pasada también le había gustado la radiodifusión? No podía saberlo, pero conocía artefactos radiales que tenían al menos veinte años de descontinuados, y entendía perfectamente su uso, sabía cómo funcionaba una consola básica de radio y los micrófonos, ese conocimiento no era del todo malo, y le parecía interesante.

Pero había algo más que le estaba molestando, algo que no estaba relacionado con dicha afición, algo mucho más profundo y que le instaba en el pecho que tenía que buscar algo o a alguien, pero no sabía quién o como. Y entonces, simplemente se dejó llevar por el tiempo, soñando cada noche con una voz llorosa que clamaba "su nombre" y él intentando alcanzarla desesperadamente en medio de su visión borrosa hasta finalmente despertar.

Esa repetitiva rutina estaba comenzando a cansarlo, pero por más que intentara quitarse esa imagen de la cabeza ¿Quién era? ¿De quién se trataba? ¿Qué había hecho para que su corazón se retorciera de esa forma aun sin conocerla? ¿Por qué la añoranza lo perseguía al pensarla? ¿Cómo podía hacer para encontrarla? Tantas interrogantes, tan pocas respuestas y mucha frustración.

Secretos de Familia (Charlastor AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora