Capítulo 39

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Cuando me despierto, mi cabeza está sobre el pecho de Levi y sus brazos me sujetan con tanta fuerza que no creo que pueda moverme, incluso si quisiera.

Él es cálido. Es tan malditamente cálido y me siento tan segura. Solo quiero quedarme aquí, con mis brazos envueltos alrededor de él y sus brazos envolviéndome, como si tuviera miedo de que fuera a ir a alguna parte. Ni siquiera puedo imaginar levantarme o moverme, no cuando me siento cómoda.

De algún modo esto me recuerda a la vez en el motel, aunque esto es claramente diferente; esta vez no me siento nerviosa, ni siquiera un poco incómoda, no miento cuando digo que me siento feliz de estar aquí.

Hay un zumbido. El zumbido se repite: alguien llama. No es mi teléfono, el mío no estaba en vibrador, por lo cual debe ser el de Levi.

Considero extender un brazo, pero justo cuando trato de moverme, los brazos de Levi se aprietan a mi alrededor. 

— No. –Murmura en mi cabello. 

— Podría ser importante. –Reflexiono, pero me acurruco de nuevo en el pecho de Levi. 

— ¿Más importante que esto? –Murmura cansado.

Mi corazón se siente cálido. Todo sobre esto se siente tan... correcto. Nunca he tenido tanta seguridad sobre algo antes. Nunca nada se ha sentido tan perfecto para mi. 

Nos quedamos así por al menos otros diez minutos, disfrutando el calor del otro. No tengo prisa por levantarme y volver al mundo real, no cuando estoy contenta en el lugar en el que me encuentro ahora. ¿Por qué cambiaría algo?

Eventualmente, Levi pregunta. — ¿Dormiste?

— Como un bebé. –Digo manteniendo mi mejilla presionada contra el pecho desnudo de Levi. — ¿Acaso tú?

— Sí, en realidad.

Mis labios se contraen. — ¿El infame insomne ​​durmió un poco? Debo haber hecho un milagro.

— Bien... –Murmura Levi, y sus dedos comienzan a dibujar círculos sueltos en mi brazo que me hacen sonreír. — Me pregunto qué fue ese milagro.

— Yo diría que el milagro fue que alguien se animara y confesara.

Él se burla. — ¿Llamas a eso una confesión?

— Suficientemente cerca.

Levi frunce el ceño, pellizcando mi brazo por lo cual me rio. — Oye, no te vi a punto de hacer algo al respecto.

— Estuve cerca.

— Si no te hubiera enviado un mensaje de texto, ¿Lo habrías hecho?
 
— ...Probablemente no.
 
— Vaya.

— Oye, bueno, todo salió bien, ¿verdad? Quiero decir, míranos.

— Míranos. –Acepta Levi, y besa la parte superior de mi cabeza. Dios, si pudiera derretirme, seguro ya lo hubiera hecho — Quien lo hubiera pensado.

— ...Hange lo hizo. –Digo pensando en ella de inmediato.

Los dos caemos en silencio. Levi sigue dibujando círculos en mi brazo y se me pone la piel de gallina.
 
— ¿Qué hora es? –Murmura.

Extiendo un brazo, estirándome perezosamente hacia el teléfono de Levi. No puedo llegar del todo, así que tengo que levantarme un poco para hacer el estiramiento. Levi gruñe, agarrándome un poco más fuerte y tratando de atraerme hacia él. 

— Dame un segundo, solo uno. –Digo con una sonrisa.

Mis dedos finalmente se cierran sobre el teléfono de Levi, y él me tira hacia él. — Vuelve aquí. –Se queja Levi, tirando de mi de nuevo.

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