ITZIEL☪
—Hay guardias del consejo acercándose al castillo...
—¡¿QUÉ?! —grito sintiendo un estremecimiento descomunal por todo el cuerpo —¿Qué hacen los guardias del consejo aquí? —pregunto invadida por el pánico, el miedo, la angustia y el terror, pero también por la ira, la rabia, el enojo y la sed de venganza. Esos infelices fueron cómplices en la muerte de mis padres y posiblemente en la de, Dominik ¡Ellos ordenaron las muertes de mis seres amados! Y eso me llena de enojo, ira, rabia, dolor, decepción, desesperación, tristeza e impotencia. Porque sé que aunque muera por arrancarles la cabeza, en este momento no puedo hacerlo. Ahora no es solamente mi vida la que está en riesgo, sino también la de mi mate y no quiero, ni puedo ponerlo en riesgo por mi sed de venganza. No puedo perderlo a él como perdí a Dominik por mi pasividad y confianza. Y es que si bien sé que quizás yo no hubiera podido salvarlo de estar ahí, que quizás nos hubieran matado a ambos y que yo no lo mate, me siento culpable. Siento que yo tengo la culpa de su muerte, que yo lo mate y eso... Eso es algo que quizás nunca podré perdonarme. Quizás nunca podré liberarme de las sombras que me atormentan. Quizás me toque vivir el resto de mis días bajo la sombra de su amor.
—Itzi, cálmate —pide abrazándome fuerte desde atrás. Es como si supiera que si no lo hace la ira, el enojo y mi sed de sangre me ganarán. Como si supiera que si él no estuviera de por medio, ya estuviera haciéndoles frente a esos infelices y arrancándoles los huesos uno por uno... —No hagas nada imprudente, por favor —pide y yo respiro profundo tratando de mantener mi rabia y la de Aisha a raya, porque con lo débil que estoy si ella quiere tomar el control de mi cuerpo lo hará sin que pueda evitarlo —¿Sabes cuantos son? ¿Cuándo estarán aquí? ¿De dónde vienen? ¿Qué buscan? —pregunta aun abrazándome.
—Vienen del este, estarán aquí en cuatro días, son aproximadamente entre veinticinco y treinta, vienen bien armados y no sé qué buscan —buen resumen. Es muy eficiente y muy leal a su Rey. Eso me gusta —Pero si lee la carta que le llegó hace una semana quizás sepa a qué vienen.
—¿La carta? ¿Qué carta? —pregunto sin entender nada.
—¡Maldición! Lo olvidé por completo —dice, Sahamedi soltándome. Supongo que para ir a buscar la carta, pero antes de que pueda alejarse de mí siquiera, Franco se la entrega ¡Como dije, muy eficiente! —El día que fuiste a ver a la hechicera el consejo mandó una carta, yo la hice a un lado para leerla juntos y ya sabes lo que paso en cuanto llegaste —me explica rápidamente y claro que lo sé. Estuve a punto de arrancarle la cabeza a la zorra esa y después no habíamos podido salir del cuarto cogiendo como conejos... —Veamos qué dice —dice abriendo la carta y yo me acerco para leerla con él.
Querido, Rey Sahamedi.
Reciba nuestros cordiales saludos y nuestras más sinceras condolencias por haber perdido parte de sus súbditos y fieles guerreros... La noticia del ataque de la abominación de la híbrida se esparció hasta el más sórdido de los rincones y es de gran alivio para nosotros saber que no logro entrar al castillo. Pero sigue siendo imperativo para nosotros que no tome posesión del castillo, que ni siquiera entre a él. La orden es matar a cualquiera que se acerque sin permiso alguno.
Lamentamos enormemente haber perdido a grandes líderes como lo fueron los de los clanes que rodean al castillo, pero la vida sigue y es por la preservación de nuestra especie y nuestra forma de vivir, que hemos tomado la decisión de enviarle dos docenas de nuestros mejores guerreros para que lo protejan y al castillo. Es de suma importancia que la híbrida nunca ponga un pie en el castillo y mucho menos que entre a la bodega. Todos nuestros secretos están en ella y debemos evitar a toda costa que ella tenga acceso a ellos.
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La Sombra De Tu Amor
Hombres Lobo¿Qué pasa cuando dos seres que deben odiarse por naturaleza, se enamoran y se aman con la misma fuerza de esa naturaleza? Peor aún ¿Qué pasa cuando dos siglos después se repite la misma historia, pero esta vez con protagonistas diferentes? Yo sé el...