CAPITULO TRECE

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Nazareth cerraba otro libro pero esta vez el final había sido decepcionante, a la perspectiva de una persona que es una segunda opción le hacía ver que siempre se quedarían con la primera y una persona, una vez más le recordaban que ella no podía ocupar el lugar de alguien más.

Miró el reloj de la pared y eran las 5 de la tarde Saraí había dejado unas frutas en un charola pero Nazareth solo tomo las pastillas y se acosto, había pasado los dos días acostada leyendo y viendo un poco de televisión, pero las series no eran de su agrado. Hasta que tocaron la puerta para que entrara Sarai y el Doctor Mads.

Nazareth dejo el libro a un lado y se quejó un poco por el dolor, el doctor Mads se había acercado rápidamente y agarro a Nazareth cuidadosamente para acomodarla en la cama.

—Gracias Doctor.—Sonrio Nazareth.

—Descuide. Ahora dígame cómo está, ¿Ya comió?

—Yo... si, ya he comido.—Sonrio Nazareth evitando mirar la charola.

El doctor miró a su alrededor y pudo notar que ella no había salido de ahí desde que la vio por última vez, acomodó sus lentes mientras sacaba sus herramientas para el chequeo, Nazareth ayudaba mucho para que la revisión sea lo más rápido posible y el podía darse cuenta que ella se quedaba callada esperando que el le preguntara algo.

—Ese libro, apenas lo haz leído.—Hablo por fin el.

—Ah si, la trama fue demasiado buena pero el final es decepcionante.—Respondió exhalando su respiración.

—¿Por que lo dices?—Mads seguía hablando.

—Bueno pues creo que Víctor debió elegir a Roberta y no a Raquel, pero creo que siempre amor a Roberta, su primer amor.

Mads sintió cómo su voz se iba apagando, se daba cuenta que ella no quería hablar y tal vez quería llorar, sus se veían cansados y sus manos delgadas, Mads recordó que así comenzó la enfermedad de su madre y supo después que ella estaba deprimida.

Mads se levantó y dejó un lado su herramienta, Nazareth lo miro para que ambos después cruzaran sus miradas. Ella le sonrió y Mads le respondió con una sonrisa igual, Mads se daba cuenta que era muy bonita aunque tuviera sus ojos cansados pero le daba curiosidad todo lo qué pasó para que esas heridas estuvieras en su cuerpo.

—Sra. Shiba necesito preguntarle algo.

—Doctor puede decirme por mi nombre, lo de "Señora Shiba" no me sienta bien.—Dio una pequeña risa nerviosa.

Mads miró su comportamiento y después siguió hablando, preguntado sobre cómo se había echo sus heridas. Nazareth miró una parte de ellas y bajo su mirada ocultándose en una sábana, había olvidado que su cuerpo aun permanecía cicatrices, Mads vio que la incomodo haciendo que se ocultara entre la sábanas.

—Siento mucho si la incomode.

—No, bueno. Es solo que no me habían preguntando sobre eso y la verdad no se cómo decirlo.

—Entiendo, ¿pero su esposo ha hablado con usted respeto a esto?

—No, la verdad no. El sale mucho y no creo que le interese esa parte.

—¿Procrear?

Nazareth miró a Mads, parecía que todos sabían los motivos de por que estaba en ese lugar solitario.

—Si, así es. Aunque no ha pasado nada.

—¿Te haz echo análisis?

—Si, antes que me casara el se aseguró que tuviera hijos, Señor Dibenetto.

—Dime Mads, Nazareth.

Nazareth Sonrio y solo le respondió un "De acuerdo" Mads se retiro y como siempre Taiju no estaba pero Saraí lo recibía con su saco listo para partir.

—Gracias Saraí.

—Señor Dibenetto, ¿Como está la señora?

—Ella esta bien, se hinchó un poco pero le di una receta para el dolor e hinchazón. Dale comidas ligueras que contenga verduras y carne, necesita alimentarse ¿De acuerdo?

—Claro, muchas gracias.

Mads salió de la gran casa sacando su agenda y leyendo "Última visita" para después mirar a la ventana de su recien paciente y poner mas secciones en ella.



Nazareth había terminado de escribir un poco más, había decidió hacer un diario después de pasarse dias sola, parecía que la única compañía que tenía era de ella. Miraba por la ventana las casas que estaba poco visibles, como la familia de enfrente salía los fines de semana, el perro de la señora que vendía calabazas salía corriendo junto con ella, Nazareth veía la vida de los demás por la ventana. Esperaba algún día poder tener ese felicidad que veía en los demás.

Miraba su diario y solo tenía escrito pocas palabras, hoy no había nada que decir o eso parecía, solo su cabeza seguía vacía, había sido otro día que si estómago rugía por algo de comer pero ella insistía que no necesitaba nada de eso, sus dedos delgados había mejorado un poco al igual que el pequeño golpe en el ojo.

La atención de Nazareth cambio cuando el Mercedes benz de Taiju se asomaba, parecía que el había llegado temprano pero sabía que saldría una vez llegando, Nazareth miró cómo bajaba y entraba a la casa, miró que el teléfono sonó rápidamente se levantó y contestó al mismo tiempo que la otra línea.

"Cariño, hoy estará la obra en la ciudad ¿Tengo entradas?"—Hablo del otro lado la voz femenina.

"Lo siento Candy, me quedaré en casa hoy y tengo mucho trabajo, mas el negocio que estoy con tu padre"—Hablo serio su esposo.

"Diablos, pero es nuestra obra favorita Taiju, vamos. Solo esta vez."

En la línea se hizo un pausa y se escuchó un suspiro "De acuerdo, pasaré por ti"

Nazareth escuchaba atenta como la chica reía al igual que su esposo. La pareja se despedía dejando que el teléfono sonara para Nazareth, sus ojos se cerraron y puso de nuevo el teléfono en donde estaba, camino para sentarse en el mismo lugar de siempre y jugó con sus dedos. La puerta se abrió y dejó ver a Taiju, Nazareth no quizo voltearlo a ver hasta que sus rostro se relajara y mostrara la misma mirada de siempre.

—Ya estoy en casa.

Nazareth respiro y miró a Taiju con una sonrisa.—Bienvenido.

Hurt Me And You'll Understand // Taiju Shiba x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora