CAPITULO DIECINUEVE

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Nazareth bajo la mirada y miró a Mads que se levantaba del sofá donde estaba para ir a la cocina, ella salió de la casa cerrando la puerta pero sin moverse de ahí.

—No regresaré.

—Nazareth, firmaste un contrato y debes cumplirlo, el señor Shiba me dijo que Si usted no regresaba que la finca del señor Dibenetto junto con el morirán. No hagas el problema mas grande Nazareth, el Señor Shiba es muy peligroso y te recomiendo que obedezcas y vuelvas antes de que mueran muchas personas.

—El ni siquiera está aquí, está con Candy. Cuanto más quiere tenerme ahí.

—No sabemos, pero regresa ahora mismo.

Nazareth se quedó parada, no quería irse. Quería quedarse con Mads pero ella debía protegerlo antes que le pasara algo malo, viendo lo rápido que se había enterado Taiju de su escape y lo evidente de donde estaba no tardaría mucho en hacerle daño a Mads.

Nazareth avanzó y camino hacia el auto donde Eliot la esperaba pero después salió Mads rápidamente.

—¡Donde se la llevan!

—¡Mads! No... no lo hagas, tengo que irme y estaré bien lo prometo, por favor no nos sigas.—Nazareth estaba siendo empujada al auto pero no dejaba de mirar a Mads, quería corre hacia el pero no podía.

Mads veía cómo era llevada y no podía hacer nada ya que era evidente que la lastimarían. Mads avanzó pero sus pies no reaccionaban pero antes de que se alejara más empezó a correr.—¡Lee tu diario! ¡Te esperare siempre! ¡Te amo! ¡Te amo!

El auto se alejaba y Nazareth veía a Mads parado mientras más se alejaba el auto menos se veía el.
Las lágrimas de Nazareth salían, estaba asustada hace cinco minutos estaba siendo la chica más feliz del mundo con una persona a su lado que le hacía sentir tantas cosas pero su felicidad duraría poco volviendo con su violento esposo.



Nazareth miro que habían llegado y rápidamente abrió la puerta pero los guardias estaban en todos lados.

—No hay donde escapar, entra por favor.—Eliot hablo serio mientras miraba a Nazareth.

Nazareth Camino hacia la entrada y abrieron la puerta desde adentro, miró a Saraí que miraba abajo y no dijo nada, Nazareth subió las escaleras y fue rápidamente a su habitación y miró que todas las cosas estaban las ventanas ahora tenía cercas y había más seguridad por esa parte de la mansión. Nazareth cerró las cortinas y se sentó en el piso, estaba encerrada de nuevo y no había escapatoria ahora, empezaba a sudar frío y se sentía cansada, su estómago dolía solo quería dormir pero no podía con toda la tensión y la energía que había en el lugar que había pasado noches llorando y escuchando llamadas de su esposo con la hija del hombre que ha empezado a querer. Miró que el teléfono no estaba y se sentía desconectada y sola, miró su diario y seguía todo lo que había escrito en la casa de Mads, apenas había pasado unas cuantas horas y lo extrañaba tanto.

Taiju bajaba del jet que había volado desde Italia, Candy se había quedado por pendientes en Italia pero Taiju debía arreglar todo lo que estaba pasando en su ausencia, un grupo de sus guardia lo recibía y se subían al auto que lo esperaban. Fulminaba cada vez más y los demás se ponían nerviosos por cómo estaba su temperamento y sabían que no sería nada agradable su regreso.


Nazareth seguía leyendo lo que Mads le había escrito a su diario, acariciaba la pagina y sonreía, el la amaba tanto como ella empezaba hacerlo. Nazareth por primera vez había sentido lo que era ser amada y querida por alguien que no necesitaba conocerla para amarla. El ruido de los autos se escuchaba en la entrada y Nazareth se levantó para ver y era los autos de los guardias pensó que serían más que llegarían pero de ahí bajo Taiju rápidamente Nazareth agarro su diario para guardarlo en un lugar seguro al igual que todo lo que Mads le había dado, los pasos se oían cada vez más cerca pero Nazareth logro ocultar todo. Al momento que la puerta se abrió de golpe Nazareth se levantó y miró a Taiju parado ahí, respiro profundo y miraba que venía agitado y con un expresión de enojo.

—Saraí déjanos solos.—Saraí estaba atrás de él y solo se retiró.

Taiju cerró la puerta para acercarse rápidamente a Nazareth para agarrarla del cuello, las manos de Nazareth se posaron en el impidiendo que la ahogaran.

—¿Quien te crees tu para escaparte con otro hombre? ¡Eh! Creíste que me quedaría así nada más con solo una amenaza Nazareth.

Nazareth empezaba a llorar y trataba de soltarse de el pero el la arrojó en el piso, Nazareth empezó a toser y su respiración volvía miró a Taiju y el se veía furioso.

—Que hiciste... que le hiciste.—Nazareth lo miraba desde abajo para después Taiju la agarrará del brazo y la arrastrara al auto que aún seguía en espera.





Habían llegado a la casa de Mads y miró que todos los guardias ahí estaban, la policía igual y Nazareth miraba desde el auto, Mads estaba tirado en el suelo. El llanto de Nazareth se volvió grito, golpeaba el cristal y abrió la puerta, Taiju la agarro del cabello pero ella se libro de el para correr hacia Mads.

Estaba lleno de sangre en su cuerpo, Nazareth lo agarro de la cabeza y lloraba, Mads no respiraba y sus ojos estaban cerrados. Ya no sonreía como lo había echo cuando leía o veía fotos, Nazareth lo abrazó y se hundió en el.

—Mads, Mads, vamos abre tus ojos. Por favor... Mads.—Le acariciaba sus mejilla frías y lo abrazaba.—Yo igual te amo... yo igual quiero estar contigo así que vamos abre tus ojos...

Mads no respondía hasta que Taiju la agarro de brazo haciendo que Mads quedada de nuevo tirado, Nazareth gritaba su nombre hasta que Taiju la noqueo y cayera en sus brazos llevándola de nuevo hacia el auto.







"Mads Dibenetto habia muerto en un accidente automovilístico" "El Dueño de la finca más grande de Italia ha fallecido" se anunciaba en los periódicos, noticias y radio, la única hija de Mads había llegado ya desde Italia y Taiju la había recibido desgarrada por la muerte de su padre, el funeral se había echo y todos los conocidos de Mads estaban ahí al igual que su abogado y amigo de todo la vida de Mads. Pero la que faltaba ahí era la última mujer que amo de verdad y era Nazareth Russo.



Nazareth estaba sentada mirando lo que había escrito Mads en su diario mientras las lágrimas salían, había llorado toda lo noche mirando todo lo que le había dado Mads, su corazón se había destrozado y aún conservaba la ropa que tenía cuando lo agarro entre sus brazos.

Había perdido a su amigos y con el cual empezaba a sentirse amada, el único que le había dicho que era hermosa que se alegraba de verla con el, la había dejado sola y ahora no estaba.

—Como se supone que viviré sin ti...—Nazareth estaba destrozada y sus lágrimas no paraban de salir, ni siquiera pudo verlo por última vez en su funeral y decirle adiós.

Estaba encerrada Justo como el la había conocido. Nazareth se acosto y abrazo el diario mientras lloraba en silencio y sola, poco a poco se cansaba y cerraba los ojos pero su corazón seguía latiendo duramente y el nudo de su garganta no desaparecía.







—Señor Hobbes, necesito que lea el testamento ahora. No quiero ser grosera pero el negocio de mi padre está en el punto de su cosecha y pues si es necesario me iré a Italia para resolver todo.

—Srt. Dibenetto solo usted y alguien más está en el testamento.

—¿Alguien más? ¿Quien?

El abogado sacó un sobre y lo abrió.—Nazareth Russo.

Hurt Me And You'll Understand // Taiju Shiba x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora