XXI

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-Te estábamos esperando.- Los dos respondieron al unisono.

-Si al final se quedaron juntos, ¿Por qué no se fueron?

-Megumi no sabe manejar y yo estaba medio ida, no es que importe mucho, pero está vez no vengo sola.- Shoko lo dijo como si fuera lo más obvio.

El pelinegro solo asintió a las palabras de Shoko y Satoru quiso ahorcarlos.

-¿Y por que no tomaron un taxi o el pesero o llamaron un Uber?- tal vez no estaba tan molesto, pero lo saco de onda verlos en su auto porque por un momento olvidó que existían.

-No me gustan los taxis, el pesero me da miedo y el Uber está muy caro.- Megumi ya ni andaba prestando atención pero al sentir la mirada de su hermano, cómo si buscará una respuesta o una explicación adicional el también levantó su mirada,los hermanastros se miraron el uno al otro, no dijeron nada y al cabo de unos minutos el mayor rompió el vínculo y Satoru se volteo para seguir manejando a casa.

La verdad es que el camino era bastante largo, a diferencia del caso de Yuuji y Kento, que vivían a 29 minutos de la plaza, ellos vivían casi a 2 horas sin el tráfico.

Nadie había dicho nada en el camino, no porque no tuvieran de que hablar, pero era reconfortante estar los tres juntos sin decir algo más.

-Sato- un pequeño susurro, un hilo de voz, el nombre del conductor fue nombrado por su mejor amiga desde la parte de atrás.

-Mm?- Su atención no se desvío del camino postrado frente a él, aquel en el que parecía que no avanzaban, aquel que parecía no tener fin.

-¿Cómo te sentiste con Nanami?

-Me senti como si todo lo malo en mi vida desapareciera, como si nunca hubiera existido, como si me pudiera recostar en su en sus biceps y sin importar que pasará, yo estaría bien.

Shoko paso sus brazos sobre el cuello de su amigo, y el colocó sus manos, que ya habían perdido el calor que las manos del rubio le habían brindado,sobre las de la castaña y ambos se abrazaron, felices de que finalmente, todo se iba acomodando.

Satoru manejo a su casa con una sonrisa genuina en su rostro, feliz de saber, que por una noche, y con suerte, de ahora en adelante, podría dormir en paz, sin preocuparse de las cosas del pasado, viviendo su presente y ansiado el futuro.

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Nanami bajo las escaleras hasta el estacionamiento subterráneo, llego a su auto, lo abrió y descanso su cabeza en el volante después de haber cerrado la puerta con seguro, se tomó unos segundos para soltar sus labios y permitir que las curvaturas se elevarán en una sonrisa. Después de unos segundos levantó su torso y finalmente encendió el motor para dirigirse a su hogar.

Kento manejó a través de las calles y llegó un poco más tarde de lo que esperaba debido al tráfico nocturno que causaba la gente que iba a los antros como cada sábado. Al llegar abrió la puerta de su casa y vió a la amiga pelirroja de su hijo y su amiga de esta, acostadas con una cobija en las piernas y a su hijo todo contorsionado al ras del piso con su cintura, y solamente su cintura, dinero cubierta por la cobija y un pie siendo agarrado por Nobara.

Se encargó de acomodarlos para que no se torcieran sus cuellos y espaldas, los tapó un poco más, apagó la tele y subió a su cuarto, al pasar por enfrente de la habitación de Haibara, entró y se sento en la silla de la esquina.

-Gracias Yu, de verdad te agradezco demasiado el favor que me estás haciendo, gracias por poner a este idiota en mi camino, muchas gracias.

Las lágrimas querían salir de sus ojos pero no les concedió el permiso, Nanami cambió las flores, y el agua de estas, acomodó el mantel del altar, reemplazo las frutas, y satisfecho con su trabajo, salió del cuarto par dirigirse al suyo para prepararse para dormir.

Los dos durmieron rememorando la tarde que pasaron juntos, el contraste de sus manos, la diferencia en tamaño y en grosor, la una contra la otra y el calor que sus presencias se brindaron mutuamente.

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Los chicos en el sillón abrieron sus ojos, estaban todos sudados, cómo si sintieran el olor del sudor en su boca, sus cabellos estaban enredados y las chicas estaban babeadas.

-¿Qué hora es?- Maki hablo muy bajo mientras acomodaba a una Nobara entre dormida y despierta sobre su pecho y tomaba su teléfono.

-Son las 2:37 de la madrugada- Yuuji respondió antes de que la chica prendiera su teléfono, causando que se deslumbrara completamente y tuviera que cerrar sus ojos por completo, se los talló y se sento en el suelo por completo.- Suban a mi cuarto, van a estar más cómodas - Yuuji se sento sobre el suelo y al ver que las chicas se levantaban del sillón el se subió junto con la cobija en la que su pierna había quedado atorada y se recostó, estaba cansado, pero se divirtió junto a sus amigas y Megumi, realmente le agradaba bastante ese chico, poco a poco fue cerrando sus ojos con su compañero en mente y volvió a caer en los brazos de Morfeo.

Amor a solo un taco [Nanago]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora