XXVIII

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La pareja estaba poniendo la casa patas arriba, la ropa y los calzones tirados por ahí y por allá, sus maletas parecían que tenían un hoyo negro dentro, metían y sacaban ropa sin terminar.

-Ken, viste mi sombrero?

-Cual de todos? Había uno color hueso tirado en el sillón y Yuu encontró uno color caoba en su cuarto hace rato.

-No no, es uno cafe con una plumita blanca en el lado.- El próximamente esposo del rubio asomaba su cabeza a través del marco de su habitación, solo para observar la cara de constipación de su pareja al estar pensado en una respuesta.

-Dile a Gumi, creo que el lo encontró hace rato.

-Sobres, ahorita vengo.

Satoru estaba bastante relajado.
A Nanamin se le iba a caer el pelo del estrés.

Sin contar el peso que conlleva el realizar una boda, se le agrego el peso de conocer a sus futuros suegros, sin contar el hecho de que Satoru no tenía la mejor relación con sus padres.

El plan de Satoru era que Kento no los conociera en absoluto, más que nada porque el no los conocía como tal, hacía años que se habían mudado a Guanajuato después de comprar un rancho y para poder aumentar su producción en los borregos para el negocio, solían visitarlo al principio pero no por mucho tiempo, después cambiaron sus nacionalidad y se quedaron a envejecer ahí, hace años que no sabía nada de sus padres aparte del hecho que estaban vivos, Satoru nunca los llamo y ellos nunca lo llamaron, pero siempre se aseguraban de mandar los borregos para la barbacoa, pero nada más fuera de esto.

Kento quería ahorcar a su novio, no había empacado nada más que sus calzones y sus sombreros en un bolso aparte, faltaban dos días para irse y no quería andar a las prisas, el problema para Kento a diferencia de Satoru, era que Kento si tenía que trabajar al día siguiente para terminar el trabajo que se le otorgó con tal de concederle sus "vacaciones".

-Sato, empieza a empacar tus camisas si quiera, no vayas a llevar puros calzones.

-Amor mío, ¿Cuál es el problema en que lleve pura ropa interior? ¿Sabes? Yo siempre he creído que estaré bien pase lo que pase mientras tenga una prenda de ropa interior limpia. - La verdad es que el peliblanco no quería ir, le gustaba su vida sin sus padres en ella, pero Kento insistió en que no se casaría con el sin antes haberlos conocido, no porque eso fuera lo correcto, simplemente le incomodaba.

-Está bien, si no quieres ir quédate, pero yo iré.

Satoru se recompuso de inmediato, no conocía a la pareja, pero de algo estaba seguro, y eso era que no iban a aceptar que su único hijo biológico fuera gay, no les iba a importar el hecho de que Satoru ya fuera un hombre hecho no tan derecho que tuviera una vida completamente ajena a ellos, tampoco les iba a importar dejar a Megumi fuera de la imagen, iban a desheredarlo y lo más seguro es que intentarán hacerle algo a Kento y a Megumi.

-Por favor Ken, reconcideralo, ni siquiera les he avisado que vamos a ir- se estaba intentando aferrar a su pantalón.

-Entonces avísales.

-Pero-

-Sato, se que tus amigos son como tu familia, y me alegra que hayas permitido ser parte de ella, pero no me parece correcto que tus papás ni siquiera sepan que estás saliendo con alguien, si nos vamos a comprometer y a casar, no te voy a pedir que los dejes entrar a tu vida, tampoco que entren a la mía, no te pido que mejores tu relación con ellos, tampoco que los perdones, ni que te fuerces a sentir algo que no sientes hacia ellos, quiero conocerlos nada más para que sepan que su hijo no está solo, quiero que sepan que su hijo es querido y amado, eso es todo, lo acepten o no es aparte, solo quiero que lo sepan, porque me importas, pero está bien si no quieres que vayamos, tal vez yo también me pase en intentar obligarte a hacer algo que no quieres, y me disculpo por eso con todo mi ser, lo lamento Sato.- el rubio extendió su mano hacia el cachete del peliblanco y lo acaricio con cuidado, cuando la quiso quitar sintió el líquido caer hacia ella, Satoru estaba llorando como nunca lo había visto hacerlo, pero no se veía triste, se veía tranquilo en cierta forma. Satoru atrajo a Kento hacia el y escondió su cabeza en su cuello como un niño buscando consuelo en sus papás después de haberse caído.

-Solo, tengo miedo, no quiero que te digan cosas que ni al caso, no quiero que me digan cosas que sé que me van a doler, no quiero. - Las negaciones se repetían una y otra vez en susurros contra su cuello.

-Ya ya, no tenemos que ir si no quieres, podemos ir a otro lado a pasear o algo.

-No, tienes razón, tal vez no es correcto casarnos sin que ellos sepan de ti, vamos, pero a la primera que digan algo que nada que ver, nos vamos.

-Está bien Sato.- Sus labios se rozaron unos segundos y un beso delicado, sin segundas intenciones comenzó en la entrada del cuarto.

-Iré a hacer café, termina de acomodar tus cosas y mañana en lo que vas a trabajar yo acomodó las mías.

-Está bien- El peliblanco volvió a desaparecer de su vista detrás de la pared y Nanami con una sonrisa en la cara siguió acomodando las prendas, con una mezcla entre preocupación y calma.

Dos días pasaron desde entonces.

No paso nada en especial, Ino fue quien se ofreció a llevarlos al aeropuerto antes del trabajo, entonces, sí, ahí estaban, un jueves a las 5 de la mañana porque los padres, exageradamente adinerados, de Satoru, quisieron mudarse a Guanajuato para nunca volver a Japón bajo ninguna circunstancia.

Nanami se caía del sueño.

Gojo se quería matar, pero desecho la idea al ver que los taxis no eran tan lindos como para tener el lujo de atropellarlo y que en su cara se reflejaba su cansancio a más no poder y eso no le convenía en las fotos, menos si de casualidad alguna de esas llegaba a manos de alguien del club, los bullearían hasta que renunciara.

Los dos entraron al edificio gigantesco, aquel cuya gama de colores no era más que gris, blanco, negro y azul cobalto, el cual no se podía notar mucho gracias al negro, caminaron para ir a desayunar antes de que fuera hora del Check-in para el vuelo, Satoru casi se cae de cara en su desayuno.

Unas dos horas después se dirigieron a la sala a esperar a que los llamaran, cosa que eventualmente sucedió, Nanami se encargó de avisarle a Yuuji y a Megumi que estaban a punto de abordar el vuelo y que por esa razón ya no les iban a poder contestar los mensajes, pero que avisarían cuando tuvieran que bajar para la escala. Después de obtener diversas respuestas afirmativas y buenos deseas por parte de sus amigos, se dispusieron a abordar el avión.

Esperaron como media hora porque era mucha gente la que tomaba el vuelo y se dispusieron a ponerse cómodos, pasando introducciones e indicaciones cayeron dormidos como rocas, los nervios del vuelo, la previa carga de trabajo y las tres horas de sueño que llevaban acumuladas desde la semana pasada los tumbos en sus asientos, que al menos eran un poco más cómodos que los que se encontraban diez filas atrás, con eso listo, el viaje comenzó.

Amor a solo un taco [Nanago]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora