XXIII

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Nanami llegó a la ubicación que Gojo le había mandado, la cafetería era bonita por fuera, era de colores neutros como base y uno que otro lavanda y rosa.

Entró y no lo diviso, tomó asiento en una mesa y casi de inmediato una chica de cabello negro largo se le acercó con una pequeña agenda en sus manos.

-Buenos días, gusta un menú o ya tiene en mente que quiere?

-Estoy esperando a alguien, pero me podría dar el menú por lo mientras por favor?

-Claro que sí- la chica le entrego el pedazo de papel y se retiró.

Una campana sonó.

Nanami volteó su cabeza y sus ojos se encontraron con los ojos azules que sobresalían de los lentes del albino.

Nanami creyó haber escuchado unas campanas de iglesia, y eso que era ateo.

Gojo simplemente brillaba, su cabello estaba bien peinado, su vestimenta era bastante formal, con un suéter de cuello color hueso, una gabardina, pantalón de traje y unos botines en colores negro.

Sus miradas no se movieron, pero las piernas de Satoru si lo hicieron, se dirigieron hacia el rubio y se sento enfrente de este para llamar a su amiga con una mano.

-Utahime, me puedes traer lo mismo de siempre, por favor?

-Como es que no te ha dado diabetes?

-Es que el universo me ama.

Utahime no dijo nada y se dió la vuelta para regresar a la parte de atrás.

-Que grosero de mi parte. Linda mañana guapo.- Satoru se dió la vuelta y agarró uno de sus biceps con su mano y le dió un pequeño apretón, acto seguido le guiño un ojo.

O le estaba coqueteando o tenía un tic en el ojo.

-Gracias por la invitación, linda mañana a ti también- escaneó por completo al hombre frente suyo, desde los zapatos que traía, hasta la forma en la que se veía su cadera por sus piernas cruzadas para culminar por ver su peinado y los lentes que traía, está vez si cabello estaba hacía atrás por completo, era la primera vez desde que se hablaron que lo logró ver de esa forma, y no iba a mentir, se veía increíble, le quedaba jodidamente genial, le encantaba y era como si poco a poco, todo lo demás le empezará a parecer alucinante. Las dudas sobre si estaba haciendo lo correcto se disiparon y fueron reemplazados por el pensamiento de que no existía el caminó correcto o erróneo, si no que tal vez, está era la mejor decisión en este momento, porque simplemente se sentía bien, en ese exacto momento en el que sus miradas se cruzaron desde ambos lado de la mesa, para el rubio, simplemente se sentía correcto, y decidió que dejaría que pasará lo que tenía que pasar.

La cita progreso sin más problemas, comentaban y platicaban sobre cosas sin mucha importancia, a veces se quedaban en silencio con los meniques uno sobre el otro. al cabo de unos minutos una chica de cabello celeste diferente a la anterior llegó con sus pedidos sobre una bandeja y dejó todo sobre la mesa.

-Disfruten su comida, Sato, aún me debes de lo de la vez pasada.

-Callate Mei, al rato te deposito y gracias.- Mei le dió un pequeño apretón en el hombro en señal de apoyo y regreso a la cocina.

- Parece que todo mundo te conoce Satoru- Nanami le dió un bocado a su sandwich de pollo y miel, sintió haber saboreado el cielo.

-Somos amigos desde la universidad, menos con Shoko, a ella la conozco desde la secundaria. Un día te voy a presentar a todos mis amigos, son pocos, pero son agradables, te caerán bien.- Nanami se percató de un dejé de nostalgia en sus ojos a pesar de que estos vieron el vaso de malteada frente suyo.

-¿En qué universidad estudiaste?- Kento se negó a quitarle su mirada de encima.

-Estudie administración en el TEC en Monterrey, si, lo pude haber hecho acá, pero al ser hijo único, dejando de lado a Tsumiki y Megumi, me sentía muy solo y con mis padres al punto del divorcio, no es por ser grosero ni mal agradecido, pero la verdad ya no los aguantaba, se peleaban a cada rato y era bastante consumidor.

-Y cómo te sientes ahora? Estás más tranquilo? Estás feliz?- El rubio lo interrumpió antes de que el otro se dejará llevar.

-Supongo que estoy mejor, no tengo muchos amigos, pero aprecio a los que tengo, creo que estoy más tranquilo, mis papás se retiraron y están viviendo en su rancho, hace mucho que no los veo, pero llaman de vez en cuando, supongo que estoy feliz. Me agrada estar contigo, siento que nunca me juzgarias.

-Nunca lo haría, no es mi vida y aún si soy parte de ella, no es mi problema y por lo tanto no tengo derecho a hacerlo. Aparte, no es como si me interesará lo suficiente, no lo digo de mala forma.

Satoru se paró y lo abrazó, un susurro que exclamaba palabras de agradecimiento salieron de su boca y Kento envolvió sus brazos alrededor suyo.

Al final terminaron comiendo uno a lado del otro y con muchas fotos suyas en el celular de el peliblanco y de Meimei, quien les había tomado fotos desde la cocina, solo por gusto.

Cómo la cafetería estaba en un punto medio y Gojo no llevaba auto Nanami fue a dejarlo, la lluvia y el frío se hicieron presenten, y con ellos, el tráfico infernal también, Hoja moldijo recordando como se ponía por su casa cada que llovía.

-Me puedo bajar aquí, con que logres alcanzar la siguiente esquina puedes volver rápido a tu casa.

Gojo se desabrochó en cinturón y cuando estaba apunto de abrir la puerta, una mano se colocó encima de la suya, quitó su mano de la puerta y con el antebrazo empujó su cadera hacia el asiento otra vez.

-Sientate Satoru.

Amor a solo un taco [Nanago]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora