XXII

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Fue cuestión de semanas para que las citas aumentarán entre ambos hombres, ahora no solo Satoru era quien llamaba a Kento, este también lo llamaba a él, a veces salían a cenar, otras veces, solo caminaban por un parque que quedaba en un punto medio para ambos y de vez en cuando, rara vez, se sentaban en el pasto a ver el mundo, sin palabras, esos eran los días que más le gustaban a Nanami, aquellos dónde podía disfrutar la presencia del otro mientras tomaban vino y pan, cortesía de Ino, quien, en cuanto se enteró de las cada vez más constantes salidas de Nanami, comenzó a empacar la canasta que encontró por ahí con pan, queso, vino tanto dulce como amargo y algunos postres, el rubio nunca se lo pidió, pero lo apreciaba bastante, que lo hizo solo porque se veía más calmado, más feliz, y de cierta forma, más energético, y él estaba agradecido con el hombre que hizo que aquella persona a la que tanto admiraba, pudiera vivir en calma otra vez.

Gojo disfruto el helado, el pastel y el queso acompañado del vino azucarado que venía envuelto en el fondo canasta, mientras que, por otro lado, Nanami disfrutaba el pan con el queso y el vino amargo, y de vez en cuando, aquel sabor dulzón que saboreaba cuando el peliblanco le invitaba de su copa. Los dos disfrutaban sus presencias lo más que podían, si saber los detalles por completo de la vida del otro, Kento no sabía del trabajo en el que se envolvía Gojo todo el día de lunes a viernes, mucho menos de aquel chico de flecos negros que de vez en cuando atormentaba su mente y sus recuerdos y Satoru no sabía del chico pelinegro que marcó la vida de su acompañante, pero eran detalles que no eran tan relevantes o tal vez si lo eran, pero eran de esos que realmente no importaba si se contaban o no, o al menos eso pensaban, pero tal vez solo querían evitar esos temas durante un rato, pero eso no significaba que los hayan olvidado, o que los hayan dejado detrás, solo siguieron con sus vidas lo mejor que pudieron y ambos estaban bien con eso.

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Unos meses después

Nanami estaba revisando frente al espejo su vestimenta como por séptima vez en lo que llevaba de la mañana, no iba a mentir, si se sentía algo, ¿agitado? ¿nervioso? ¿ansioso?, la verdad no lo sabía con seguridad, a pesar de haber salido ya en múltiples ocasiones con el peliblanco y que este le tomará la mano, lo abrazara o que incluso le diera besos en el cuello en la mejilla, siempre con su permiso y autorización, claro está, esta vez se sentía algo fuera de sí, tal vez era la barba que le creció sin que se diera cuenta o tal vez era el hecho de que ya llevaba unas semanas ignorando sus mensajes y llamadas inintencionalmente, era solo que últimamente tenía más trabajo de lo normal por la temporada, entonces había ocasiones en las que por salir más temprano de lo normal, ya sea que, olvidara afeitarse u olvidara su celular, por supuesto que se disculpó con el hombre y prometió que en cuanto terminara la carga de trabajo saldrían, claro que a Satoru no le importó mucho que lo ignorara, esto le dio algo de tiempo para volverse a enfocar en su trabajo y en los regímenes de entrenamiento para sus clientes en el club y acabar y adelantar uno que otro pendiente que  tenía por ahí que se le olvidaron a causa de las salidas con el rubio de lentes .

Nanami finalmente se rindió con eso de tratar de encontrar que estaba fuera de lugar y se dirigió a su tocador, del cual sacó unas tijeras delgadas y un rastrillo de esos de estilo barbero, se dirigió al baño en su recámara y recortó la barba que no estaba tan larga como para que salieran pedazos de pelo, pero tampoco tan corta como para que no se le dificultara al utensilio, tomó las tijeras entre sus largas manos y comenzó a recortar poco a poco, al llegar a un largo favorable abrió un gabinete a lado del espejo y sacó una crema de afeitar que colocó con delicadeza  sobre su mentón y paso la navaja con cuidado y comenzó a retirar los pelos rubios que ya hasta comezón le daban, al terminar se enjuagó muy bien, se volvió a perfumar y finalmente tomó su celular para guardarlo en la bolsa interior de su chaleco y bajó las escaleras de su casa, se encontró a Yuuji con sus celular en manos muy sonriente a la pantalla  mientras tecleaba algo en él, se acercó lentamente sin hacer ruido y divisó que en el tope de la pantalla brillaba el nombre de "Gumi" con un corazón a lado.

Nanami no lo aguanto y eso le preocupo.

-¿Ya es tu novio?- para entonces ya estaba completamente sobre su hijo invadiendo su espacio personal.

Yuuji se espanto ya que no lo escuchó bajar.

-Aún no- Un susurro y un pequeño sonrojo, tan sutil que tenías que ver muy de cerca para ver, se asomó en sus mejillas.

Nanami no dijo nada, pero puso su mano en su hombro y reincorporo su postura.

-Lamento haber interrumpido tu privacidad, pero te aviso que ya me voy, ¿Quieres que llame a Takuma para que venga o vas a salir con Kugisaki?- El rubio estaba listo para, o una de dos, o sacar su teléfono o sacar su billetera.

-Yo creo que voy a salir con Nobara pa, dijo algo de una nueva temporada de ropa y que quiere ir, entonces seguro y ya viene para acá.

Sacó la billetera, dejó varios billetes doblados perfectamente sobre las manos de su hijo y se inclinó para dejar un beso en su sien y abrazar su cabeza.

-Diviertete y con cuidado.- Yuuji le sonrió y el otro le devolvió una sonrisa más sutil.

-Tu también pa- Yuuji se paró del sillón para despedir a su papá y cuando abrieron, hecho y dicho, ahí estaba la pelinaranja apunto de abrir la puerta con la llave que la familia le había dado.

-Buenos tardes Nanamin, hola Yu.

-Buenos tardes Nobara, buenos los dejo, se cuidan y se van con cuidado.

Ambos adolescentes se despidieron con la mano y cerraron la puerta para tomar sus cosas para irse.

Nanami se subió a su auto y se preparó para dirigirse a la ubicación que ya había puesto en el mapa de su celular.

Amor a solo un taco [Nanago]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora