XIV

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Satoru cayó  en sus rodillas con la sonrisa adornando su cara, como si su expresión facial se hubiera quedado congelada.

Nanami corrió hacía el en un vago intento por alcanzar su cuerpo antes de que el torso terminara por caer al piso también.

No lo alcanzó y nadie hizo algo al respecto.

La cara de Gojo se estrelló en el suelo, sus lentes salieron volando y el hombre se hizo bolita para llorar con calma sin sentirse juzgado. Según él, claro está.

Esto sacó de onda a Yuuji y a Kento que solo se le quedaron viendo, los demás solo se rieron de él en silencio, por miedo a que Nanami los regañara.

-Gojo, ¿estás bien?- Nanami se acercó a la bolita con cuidado y le tocó la espalda.

Un "No creo poder vivir con esta verguenza, debería cavar un hoyo y enterarme ahi a morir" fue lo que el rubio logró percibir entre los delicados susurros y sollozos.

-No te mates Gojo, si no, ¿Cómo vamos a tener nuestra cita entonces? Sería una molestia ir hasta el cementerio con mi pan, ¿Qué tal si se le suben los bichos?

Todos se callaron y Gojo dejo de llorar al momento.

Nanami lo pensó bastante, después de hablar con Haibara bastante rato, una siesta en el escritorio y un expresso cargado, decidió que, si no era un chiste, tal vez le daría una oportunidad al peliblanco, pero sobre todo, se daría un oportunidad a él mismo de lograr sanar por completo, y después, tomaría la oferta frente a él, el propósito era ser feliz, no lastimar a quien estaba dispuesto a hacerlo feliz.

-¿De verdad vas a tener una cita conmigo?- Ino soltó una carcajada al ver la cara del hombre llena de mocos y toda pegajosa, incluso juró haber podido escucharlo como si tuviera una flema atorada en lo más fondo de su garganta, su felicidad acabó cuando Nanami lo miró con esa cara con la que mira a los demás empleados a su cargo cuando le llevan el informe más cagado que pudieron haber hecho.

-Sí, Gojo, pero no me lleves a un cementerio por favor, me da cosa.- Eso era una verdad, las enfermedades que podían podían desarrollarse en los cementerios por el desgaste de los cuerpos, el agua estancada y las flores secas le causaban pavor, por eso su ex-prometido no estaba en uno, este tenía su altar en un cuarto designado en su hogar, en este reposaban fotos de él y con Nanami, sus flores favoritas cuyas eran cambiadas cada tres días y sobretodo,  sus cenizas, las cuales se posaban en medio de todo el altar, en una urna hermosa, del color favorito de Yu. Nanami hablaba con Haibara de sus problemas, de Yuuji o simplemente se sentaba en la silla que posaba en la esquina del cuarto a tomar café en silencio.

Ayer fue la primera vez donde le habló de alguien más, habló con él en un vago intento de encontrar consuelo, porque al fin y al cabo, antes de pareja fueron mejores amigos, sintió que de cierta forma, aferrarse de forma tan desesperada a él, no lo iba a dejar descansar como debía y esos pensamientos retumaban en su cabeza como la campana en el templo en año nuevo.

-Te juro que no te llevaré a un cementerio Nanami, te llevaré a la cafeteria de Utahime, tiene tu nombre por todos lados, te encantará te lo juro. - Satoru se aferró al pecho del otro mientras seguía llorando de la emoción, Nanami no sabia quien era Utahime, pero le pareció lindo como se colgó a el como si fuera un árbol y el un panda.

Los chicos ya se habían subido al cuarto del pelirosa, la verdad es que fueron a la casa con la intención de quedarse a dormir en primer lugar, los papás de Nobara no estaban y los únicos familiares en la casa de Maki le caían mal y su hermana salió con sus amigas y lo más seguro es que ella también se quedara dormir con ellas, pero era feliz estando con Nobara, incluso Mai le estaba ayudando a buscar un ramo de esos buchones que le gustara a la pelinaranja para pedirle que fuera su ruca. Ya las veía en una cita en la feria viendo a Nobara montar el toro mecánico.

Entre todos comenzaron a bajar futones para que los demás durmieran.  Yuuji durmió en el de siempre, Ino durmió en uno que Nanami le compró de tantas veces que se ha quedado y Nobara se pegó a Maki en otro y se tapo ni se dieron cuenta del cansancio que tenían por encima y se desmayaron como si no hubieran comido ni dormido en 4 días.

Mientras tanto, en la sala los dos hombres seguían inmoviles.

Uno feliz a rabiar y el otro, sin saber como sentirse acorde a la situación, ambos estaban tan depravados de un amor diferente al de la familia padre a hijo y hermanos, un amor que les hiciera sentir que se podían contar lo que quisieran, que se pudieran contar esas cosas que nunca les cuentas a su familia por miedo a preocuparlos innecesariamente o generarles cierto miedo al futuro o a la vida adulta.

Ellos eran un rompecabezas destinado a ser completado, el encuentro del hijo de Kento y el hermano de Satoru fue la primera pieza que fue puesta en su lugar y poco a poco se iban encontrando las demás para que, juntos, pudieran encontrar el lugar de cada una para poder ver la imagen completa en su gran esplendor, si era el destino, ellos seguirían el camino, y si no lo era, ellos lo iban a apostar todo e ir en contra de él.

Todo en un vago intento de encontrar el sentido de la vida y la felicidad, si es que existía.

Amor a solo un taco [Nanago]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora