Encuentro casual

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Durante el viaje que las llevaba de vuelta al hotel tuvo que aguantar los comentarios de sus compañeras que la hostigaban con comentarios que concluían que era una zorra, pero ella solo podía pensar en lo que había pasado, ¿En qué estaba pensando en aceptar una cita con él?, ella sabía que él quería algo con ella y luego la desecharía como es frecuente en tipos como él. Su mitad coherente debería haber rechazado la invitación, pero no pudo cortarlo, la venció la estupidez y así como iba caería directo en su juego, debía intentar hacer algo.

Cuando llegó a su habitación, se puso a buscar alguna piscina abierta al público, debía nadar para despejarse de todo. Encontró una cerca de donde estaba, no había empacado traje de baño, pero maravillosamente en el mismo lugar vendían equipamiento.

Salió del hotel rumbo al centro deportivo caminando ya que no se encontraba muy lejos y a minutos de salir sintió que la estaban siguiendo. Se puso nerviosa, no podían enterarse tan rápido que estaba de vuelta, no podían reconocerla con este aspecto. No sabía quién era, pero tuvo el presentimiento de que podía ser Torricelli quién la estaba observando y ella siempre acertaba con su instinto, aunque no estaba demás prevenir. Dentro del centro deportivo no podrían hacer nada contra ella ya que era un lugar con público.

Nadó hasta que ya no sentía sus músculos y no quedaba aire en sus pulmones, esto la relajaba, le encantaba exigirse al máximo y que su mente estuviera enfocada en el desafío de terminar algo que su cuerpo se negaba a lograr. Se abstraía de todo lo malo que rondaba en sus pensamientos, y al final las endorfinas generadas la hacían sentir más optimista.

Cuando terminó de entrenar decidió volver en taxi al hotel y evitar riesgos. Una vez en el hotel se ducho largamente con agua helada para despejar su mente de todo lo que acababa de ocurrir, una vez que estuvo lista decidió ir al club que estaba frente al hotel a beber algo y terminar de liberar las tensiones del día, tensiones que se negaban a marcharse sabiendo lo que ocurriría al día siguiente.

Se vistió con un aspecto relajado, no le interesaba algo sofisticado ya que solo iba a beber y no quería que intentaran coquetear con ella.

El club le agrado de inmediato, era amplio, con grandes ventanales y terrazas, fue directo a una equina de la terraza alejada de todo. Se acomodó y pidió su primer coctel. Aprovecho la calma que sentía para avanzar en su libro, por lo que se concentró en leer mientras bebía.

De pronto a pesar de estar absorta en su libro lo sintió. No era necesario sacar la vista de su libro para saber que se acercaba, no entendía por qué sucedía esto, podría estar a kilómetros o con los ojos vendados y aun así sentir su presencia. Era extraño lo que le generaba.

Optó por actuar estar concentrada en su libro y no sentir su presencia. Solo cuando él se sentó frente a ella sin invitación sacó la vista de su libro y lo miró con cara de pocos amigos. Lo que menos quería era volver a verlo.

Al ver que no decía nada e ignoraba su expresión de desagrado decidió hacer como si no existiera y siguió leyendo y bebiendo. Aprovechó de pedir otro gin-tonic, continuó ignorándolo. Cuando regresó la camarera el pidió un wisky, ¿Acaso pensaba quedarse ahí bebiendo en silencio amargándole su escape?, tenía que hacer algo.

- A qué se debe tanta coincidencia señor Torricelli. ¿Piensa observarme en silencio toda la noche?

- Usted está en mi club, solo vine a revisar unas cosas y la vi de casualidad. Me acerqué a saludarla, pero la vi tan concentrada en su libro que he preferido esperar en silencio.

- Pues sin ofender se puede marchar en silencio también, como ve estoy bastante entretenida con mi libro -idiota-.

El solo rió y siguió observándola en silencio -que irritante-. Después de una intensa guerra de miradas él volvió a hablar.

- Veo que le gusta el ginebra .... y leer.

¿Qué pretendía?, claramente esto no era casualidad y confirmaba que él había ordenado que la espiaran.

- Brillante deducción, y también me gusta nadar, como creo que ya sabe -Lo miró dejando claro que conocía su juego-.

Solo por una fracción de segundo pudo ver su cara de sorpresa -que satisfacción- y luego volvió a reír.

- Que interesante lo anotare junto a las demás observaciones -fingió una risa-.

¿Cómo se había dado cuenta que la seguían? Eso no era normal. Los hombres de Lorenzo debían haber sido muy evidentes, eran incompetentes y ya trataría eso con él.

- No veo la necesidad de tener una lista de mis gustos señor Torricelli.

- Solo me gusta conocer a la gente, hacer una idea en general de con quien estoy tratando.

- ¿Y a que conclusión ha llegado conmigo?

Él la miró con intensidad y nuevamente vez se sintió intimidada ¡Maldición! Odiaba que le generara eso y lo peor era que le excitaba.

- A ninguna aún, espero poder tener más oportunidades mañana.

- Pues no creo que muchas, solo será un paseo corto, yo en calidad de turista y usted de chofer. Me dedicaré a observar el paisaje, no a conversar, que le quede claro.

- Nuevamente claro como el agua señorita Smith -le contestó con una mirada excitada por el desafío- Veo que siempre deja en claro sus acciones. Es bastante estimulante conocer una mujer así de directa y decidida.

Esto le provocó un escalofrío, recorrer la isla a solas con él era pésima idea, pero también quería pasar un tiempo a su lado. Se intentó convencer que estaba descubriendo la personalidad de uno de sus enemigos.

- Me alegra que entienda fácilmente y sus observaciones son innecesarias.

-Debería marcharse luego para no salir con resaca mañana.

- ¡Ya veré yo que hago!, le grito irritada.

- Ok, buenas noches. Mañana paso a las 9am a recogerla al hotel.

- Como desee -le respondió sin mirarlo y restando importancia al asunto-.

Solo duró un rato más en el club, ese patán de Torricelli le había amargado su tarde perfecta, por lo que se fue a descansar.

365 DÍAS DE REDENCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora