Abogado

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Los días siguientes fueron un poco tensos entre Alessandra y Massimo. Ella quería olvidar lo que recordó la noche del cumpleaños y él lo que ella le había revelado de su madre. 

Alessandra evitó entrenar y se dedicó a correr y nadar. Desde la llegada de María -la nueva institutriz-, tenía tiempo de sobra y lo había aprovechado para recorrer la ciudad. Tiempo atrás había visto un edificio abandonado que podría reformar. También había encontrado otros en ciudades cercanas, por lo que se enfocaría en eso para olvidar los malos ratos... Además se acercaba aquella fecha.

Coordinó con Barney investigar los edificios y sus dueños, y llamó a Francesco para que vieran el papeleo. 

A la semana siguiente les informó durante el desayuno

- Me debo ausentar unos días.

Eso no le gustó a Massimo, ¿Qué sucedía?

- Puedo saber el por qué -le preguntó-.

- Cosas de negocios.

- ¿Negocios? ¿En Sicilia?

- Usted sabe señor Torricelli que aunque no lo parezca tengo empresas y por ende negocios que realizar. Lo he dejado de lado y desde que llegó María tengo bastante tiempo libre por lo que me pondré al día...Y hablando de eso, mañana llega mi abogado y espero no le moleste que lo reciba acá. Será solo un día.

- Sabes que puedes hacer lo que quieras, ésta también es tu casa -algún día ella lo asumiría-.

- No es mi casa y estoy aquí como institutriz de Lucca.

Los tres suspiraron, era terca.

Al día siguiente Massimo debía salir con Doménico, pero lo retrasó para recibir y conocer al abogado de Alessandra, el que llegó a primera hora. 

- Buenos días señor Torricelli. Francesco D'ambrosio -le tendió la mano-, abogado de la señorita Alessandra Campodónico. Un placer conocerlo y lamento que ella eligiera su casa para que nos reuniéramos, espero no importunar.

Massimo le tendió la mano mientras lo analizaba. Era un D'ambrosio atractivo, que la conocía hace tiempo y trabaja para ella. Tenía un mal presentimiento.

- Un gusto señor D'ambrosio. Alessandra puede recibir a quién quiera, ésta también es su casa,  no se preocupe.

Apenas terminó de hablar pudo escuchar el grito de Alessandra que venía bajado las escaleras. Se había arreglado, llevaba un vestido de seda y tacones. Ella corrió a abrazarlo, se colgó de su cuello y permanecieron abrazados mientras él le decía cosas al oído.

Massimo tenía razón en su presentimiento, esto no le estaba gustando.

Se sentaron a desayunar y Olga comenzó con las preguntas. Esto era lo único que le agradecía a esa mujer, era curiosa y por su personalidad la gente se abría con ella. Le evitaba tener que averiguar por su cuenta.

- Señor D'ambrosio, ¿Usted es hermano de Gabriela?

- Solo Francesco por favor. Y respondiendo su pregunta, no, somos primos.

- Ya veo, ¿Y a que se dedica?, además de ser el abogado de Alessandra.

- Llevo los negocios de mi familia, coopero con los Campodónico y el otro 50% de mi tiempo lo dedico a los asuntos de Alessandra.

- Eso es mentira, exagerado -reprochó Alessandra-.

- Además soy el único abogado de renombre que debe andar buscando a su clienta por todos los rincones del mundo -terminó, y recibió un golpe de Alessandra-.

365 DÍAS DE REDENCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora