Massimo durmió bien, como no lo había hecho hace mucho tiempo, se sentía feliz. Estar ahí era como otra dimensión, una tranquila en donde era feliz con la mujer que amaba y teniendo una vida sencilla y normal. Vió por la ventana que comenzaba a amanecer, sintió ruido y salió a mirar, era Kate que había salido, ¿Qué iba a hacer a esta hora?.
Saber que estaba solo en su departamento le despertó la curiosidad, revisó si Kate tenía cámaras de seguridad, pero no vio por lo que se atrevió a entrar a su dormitorio. Era sencillo pero elegante, tocó la cama y aún estaba tibia por su cuerpo, se sentó y patéticamente olió su almohada, era su delicioso aroma. Como le hubiera gustado despertar en esta habitación con ella a su lado y sentir el aroma de su piel.
Siguió observando, todo normal a simple vista, televisor, espejo de pedestal y una poltrona con ropa apilada, un estante con bastantes libros, y en la pared unos cuadros llamativos, vibrantes pero transmitían tranquilidad y alegría. Era el mismo estilo de los otros cuadros que estaban en la sala y recibidor, las iniciales eran AC igual que los otros, ¿Quién sería el artista?, debía averiguar, podría regalarle un cuadro si tanto le gustaba, o comprar uno para él, eran buenos.
Continuó con el baño, quería saber que gel de ducha y perfumes usaba. Tenía varios perfumes y todos distintos, la mayoría eran entre floral y frutal, les sacó una fotografía, le podría regalar casualmente un perfume de los que le gustan.
No sabía que había salido a hacer Kate, ¿Podría haber ido a comprar cosas para el desayuno?, decidió ir a ducharse y estar preparado cuando llegara.
Cuando estuvo listo bajó a la cocina e intentó preparar café, recordaba como lo había hecho ella el día anterior. Se sintió orgulloso, estaba aceptable y dejaría preparado por si ella quería una taza a su regreso.
Revisó en busca de alimentos, podría sorprenderla preparando el desayuno, seguro que no se lo esperaría, y de pronto la idea de ver su cara de sorpresa lo estimuló, le agradaba sorprenderla.
Estaba trabajando en el desayuno cuando la oyó llegar, había salido a trotar, llevaba calzas y una sudadera oversize, estaba agitada y el rostro enrojecido por el frio exterior.
Ella vio que estaba en la cocina y lo miró con escepticismo.
- ¿Qué hace en mi cocina señor Torricelli? Es peligroso.
- ¿Por qué? -no entendía lo que decía, pensaba que le gustaría que intentara preparar el desayuno-.
- El solo hecho que pise la cocina va contra la naturaleza señor Torricelli. Puede provocar que caiga un rayo, o abrir la tierra y caer todos al infierno. Pero me conformo con que no haya incendiado mi cocina.
Massimo se limitó a mirarla y sonreír, siempre tenía algo en mente para burlarse de él. Su frescura le alegraba, era su sol.
Kate fue por una taza de café, lo saboreo y le dedico una mirada de aprobación. Estaba acalorada y el café caliente hacía que gotas corrieran por su cuello, por lo que se sacó la sudadera y quedó en calzas y un top deportivo.
Massimo intentó alejar el hilo de sus pensamientos pero no era fácil. Su conjunto deportivo mostraba muy bien su apetitoso cuerpo y no podía quitar la vista de él.
Sus pechos por el color del top se veían como 2 naranjas grandes, redondas y turgentes que le hicieron agua la boca. Le vibraban los brazos por el deseo de tomarlos en sus manos, sentir el peso de cada uno en la palma de sus manos y sentir sus pezones entre sus dedos. Estaba seguro que eran de color rosa y que debían estar húmedos y salados por el sudor y el calor, sabía que se pondrían duros al tocarlos y la areola se arrugaría ante la contracción, podía sentirlos en la yema de sus dedos y sabía que se ablandarían al meterlos en su boca. Sabía que cuando lo hiciera Kate arquearía la espalda y se entregaría al placer, podía escuchar como gemiría cuando los lamiera y succionara.
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365 DÍAS DE REDENCIÓN
FanfictionPodrás ser testigo de una segunda oportunidad que se le presenta a Massimo para ser feliz.