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Katia...


Aquella tarde, admitió la abuela de Luis, que ha sido uno de los días con más ventas, quizá era por el día, o la lluvia, que se antojaba un pan con chocolate. Eran las siete cuando mi hermano le marco a mi mamá pidiéndole insistente que fuera por el, a mi hermano se le ocurrió la gran idea de tomar un camión a la casa, nunca le hemos enseñado a andar en camión, desde muy pequeño o mi madre va por el o yo. Así que Saulo se perdió, mi madre me miro molesta, yo le sonreí, ella se fue a buscar a mi hermano. Yo debía quedarme a hacer los pasteles, pays, y cup cakes, una de las empleadas me ayudo. Luis en la mañana se había ido, aún no regresaba, pareciera que lo hubiera invocado, paso la puerta empapado hasta los.... camino cerca de la calefacción, su abuela le tendió una toalla, lo froto dándole calor. Finalmente termine de hacer todo el trabajo que me correspondía, al mirar el reloj eran las ocho, la chica que me ayudo salio del local hacia su casa, mi madre aún no regresaba, la lluvia no se detenía, tenia frío, tenia hambre. Hubo un trueno tan fuerte, que me hizo estremecer, oímos como un transformador tronaba al final de la calle, me tome con fuerza de una de las mesas, la única luz que teníamos era la de un poste enfrente del local, luz mercurial. Muy apenas alcanzaba a alumbrar todo el local, solo la parte de enfrente donde estaban las mesas, mire nuevamente mi reloj 8:05 p.m, Tomatelo con calma.


Me cruce de brazos para poder entrar en calor, la humedad estaba presente sobre los vidrios, el frío entraba poniéndome la piel de gallina, sobre mis hombros callo algo tibio, lo mire era una sudadera, Luis estaba completamente mojado, apenas podía ver su rostro, le tendí la sudadera pero el me la puso de vuelta. Sin protestar me la puse, sentí mi estomago rugir, quería llegar a casa para poder comer algo, y dormir. Luis seguía a mi lado, ambos mirábamos como la lluvia caía sobre las calles, los relámpagos alumbraban todo el local, de vez en cuando cerraba los ojos estremeciéndome hace tiempo que no llovía con tanta magnitud. Mi estomago volvió a rugir, Luis se rió de mi, de pronto desapareció. Cuando volvió a aparecer sobre su mano traía un tazón con fresas encima de estas chocolate. Mire hambrienta aquel tazón, nos sentamos en la mesa que esta frente a la ventana, donde la luz nos pegaba perfectamente. Estaba por agarrar una cuando me dio un manotazo.


-Más te vale que no se te haga costumbre- hable fuerte.


-No sabes lo que planeo- dijo colocándose una sudadera que le quedaba grande.


-¿Planeas algo? no te enseñaron que con la comida no se juega, niño malcriado- dije cruzando las piernas.


-¿Te gustan los juegos?- sonrió travieso mientras le ponía más chocolate a las fresas.


-Depende de que juego hables- le guiñe el ojo.


-¿Los retos?¿apuestas?- pregunto esta vez más interesado.


En ese momento a la mente se vinieron Carolina y Aidé, que apuestan casi todo el tiempo, Aidé nunca dice no a un reto, ¿por que tendré amigas tan impulsivas?, esos juegos no van con migo a menos de que me beneficien.


-No esos juegos no van con migo... a menos de que me beneficien- me acomode sobre el asiento, aquellas fresas me llamaban.


-Mmmm... ¿te parece si jugamos a las verdades?- pregunto apoyándose en la mesa.


Una regla/One rule. [Suspendida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora