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Rebeca....



No podía quedarme otro momento en el departamento, en cualquier momento llegarían las demás y no quiero que me pregunten que es lo que me pasa, al mirarme al espejo noto como mis ojos están tan rojos por tantas lagrimas, siento una presión sobre mi cabeza de tanto llorar, mis ojos así como rostro se veían un tanto hinchados, un poco de aire fresco no me vendría mal... ir a ver a copito no me vendría mal. Ver a Esteban me vendría de maravilla.

Al salir por el pasillo no puedo evitar mirar a los lados, me da la impresión que mis padres estarán escondidos esperando para poder tomarme a casa, y encerrarme hasta que sea mayor de edad. O simplemente que me supervisen tal cual guardaespaldas a una estrella de rock. "No hay moros en la costa" dice mi mente, ¿por que haces eso?

Repito el mismo reflejo al estar sobre la recepción, salgo paciente del edificio o eso quiero aparentar, esta es una buena noche, no solo por que yo lo diga, el cielo esta despejado, las perfectas estrellas brillan junto con la maravillosa luna, se oye las ramas de los arboles tocarse unas con otras, las aves están pacientes sobre los arboles para dormir, la gente camina hacia sus hogares para descansar, es como si la tensión no se sintiera, como si el mundo conspirara a mi favor. Después de todo, todo sale bien al final de la tormenta ¿no?

Al pasar por la casa de la señora Maps, procuro salir corriendo pero esta señora resultó ser muy veloz para su edad.


-¡Jovencita! tengo entendido que tu única responsabilidad son los perros, no los sacaste a pasear hoy, ¿sabes que hice? los saque al patio, y no me gusta por que se ensucian las patas- se quejo limpiando sus gafas sobre su blusa tremendamente anticuada.


-Bueno, si tanto le molesta ¿por que no los saca usted?- dije juntando mis manos.


-No puedo, estoy vieja, muy apenas puedo subir las escaleras para ir a mi cama- se quejo mientras miraba sus piernas como si ambas pudiéramos ver aquel dolor.


Era una hipocondríaca.


-Señora, acaba de bajar las escaleras para venir a reprocharme lo de sus perros, ¡esta curada! ahora saque a sus perros- dije seca para luego girarme.


-¡Bocona! niña mal educada- chillo.


-Que más da...- susurre.


Al estar frente la puerta note la ligera luz que provenía de la sala, di un golpe ligero, pero nadie vino, di otro más, oí una voz pero no podía oír lo que decía, me anime a abrir la puerta sin el consentimiento de nadie, al pasar camine directamente de donde provenía la luz, al entrar a la sala la escena que vi me dejo lo bastante conmovida, Esteban tenia puesto una pantalonera negra, una sudadera gris y sus calcetines, pero estaba hecho bolita sobre su sillón encima de el estaba una manta, tenia ambos ojos cerrados pero al abrirlos tenia los ojos igual o peor que yo. Me quede parada sin la capacidad de mover un musculo, el se sentó sobre el sillón tomando la manta para envolverse en ella, siquiera le importo que lo viera de esa manera, se quedo ahí sin decir nada, camine hasta el otro sillón para poder sentarme, el se tomo la barbilla, note como le temblaba, de sus ojos rodaron unas cuantas lagrimas, me senté a su lado para abrazarlo por su costado, sentí como su espalda se tensaba a mi tacto, sobe su espalda, el dejo caer su cabeza sobre mi hombro, tenerlo cerca era mucho mejor que tenerlo de frente, la mejor sensación. Sus lagrimas tibias cayeron sobre mi antebrazo desnudo.

Una regla/One rule. [Suspendida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora