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Katia...


La flojera me gano los dos días pasados, pero estaba completamente decidida a que iría a trabajar hoy, Rebeca por la mañana se veía mejor, Aidé se fue muy temprano a su campeonato, Carolina se fue al campo de americano, y bueno fui la ultima en salir. Tenia que hablar con Luis.

Al llegar al negocio note que no había mucho movimiento excepto por "Fabiola" una empleada, me acerque cautelosa, ella alzo su mirada, note como sus ojos estaban llorosos, no había panes calientes, no había movimiento en la cocina, siquiera estaba Luis, mi mamá tampoco estaba. ¿Acaso era algún tipo de día festivo?, me apoye sobre el escritorio para hablarle a Fabiola.


-¿Qué pasa hoy?- pregunte aún sorprendida.


-Deberías llamar a Luis- me aconsejo con su voz entrecortada.


No la cuestione cuando ella me paso su celular, estaba marcando, sonó tres veces, nada. Colgué. Marque. Nada. Colgué. Marque. Nada. Marque.

*mensaje de voz*


-Hey, soy Katia, ¿todo bien?, devuelve la llamada- colgué el celular entregándoselo a la chica pelirroja. Ella me miro para luego meterse a a la cocina, tome asiento paciente.


***


Si, soy paciente, pero tras una hora y media, comenzaba a creer lo peor, los nervios estaban tomándome con fuerza, camine a Fabiola preguntando la dirección del chico, ella tomo una tarjeta de regalo para anotar la dirección justo detrás. Me encamine, vivía cerca de la tienda, pero lejos de mi departamento, tuve que caminar veinte minutos para poder estar sobre su edificio. Era un edificio parecido al mio, excepto por las ventanas. Apenas entre sobre la recepción cuando percibí el olor a alcohol, el recepcionista no estaba, sobre una de las esquinas estaba una chica maquillándose sus finos labios. Presione el botón del elevador, mire de nueva cuenta la nota "piso 10" habitación "210" apenas las puertas se abrieron cuando yo ya estaba dentro, presionando el botón. Por un momento sentí vértigo al estar subiendo, pero era los mismos nervios, que me tenían así.

Al llegar al piso, busque la puerta, estaba doblando la izquierda a tres puertas, mire la puerta, iba a tocar cuando oí un vidrio romperse sobre la puerta, me quede helada, pero la curiosidad entro en mi, mire sobre el picaporte, no se veía nadie, aún así tome la perilla, la puerta estaba abierta. Apenas pude reaccionar cuando Luis me lanzo una botella de vidrio, me agache cubriendo mi rostro, me daba miedo bajar los brazos, mire por encima de mi brazo, el estaba tambaleándose sorbe sus pies, señalándome, sus ojos estaban horrendamente rojos, su labio temblaba así como su barbilla, quise caminar a el cuando del suelo tomo otra botella, la alzo por encima de su cabeza. Temía a su golpe, pero temía más por como terminaría el después.


Comenzó a sollozar, tiro la botella al suelo, acuno su rostro con ambas manos, quería llorar por verlo así, al mirar el departamento estaba hecho un desastre, olía feo, había vidrios rotos, almohadas rotas, sobre el suelo había pedazos de comida congelada, huevos, verdura. Pero mirarlo a el fue peor, estaba sucio, olía mal, parecía que no se había puesto ropas limpias, sobre su pómulo tenia una pequeña cortada. ¿a que se debía tanto desastre?, me acerque dejando mi bolsa sobre el suelo, tome sus manos para retirarlas de su rostro, estaba sudando de tanto esfuerzo, su aliento olía muy mal. Pero, mi instinto era cuidarlo. Me remangue las magas -de velo- de mi blusa, recogí mi cabello en una cola de caballo. Le tome del hombro para guiarlo a su cuarto, abrí una de las puertas, para mi sorpresa parecía ser el cuarto de su abuela que estaba inmaculada, pero al pasar a su cuarto, olía peor que la cocina, cerré la puerta para caminar al baño, el venia detrás de mi, mientras yo tenia su muñeca sujeta.

Una regla/One rule. [Suspendida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora