Besándose

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Universo normal.

Perséfone es.... Linda, o al menos lo es para Hades. Ojos claros y grises, cabello oscuro color sangre, delicadas facciones y muchas curvas, era preciosa, pero lamentablemente esta hermosa mujer hirió el corazón de su esposo, causando el rompimiento de su matrimonio.

Hades estaba destrozado, sumamente triste por ya no tenerla, herido por el hecho de que ella lo hizo ver cómo alguien malo cuando ya no lo quiso a su lado, el dolor que sentía su alma al despegarse de su otra mitad fue irremediable, estaba roto, de miles formas diferentes.

Y Perséfone, no sabía cómo sentirse, pensó que la felicidad la llenaría, pero sentía un vacío enorme desde que se separó de Hades, un dolor punzante en su pecho y ganas de llorar, no entendía, no entendía para nada, fue... ¿Infeliz alguna vez estando al lado del de cabellos grises? No, nunca. ¿Es infeliz ahora que no está con el? Sí, pero no sé daba cuenta.

A ambos les dolía, les quemaba no poder estar juntos, los recuerdos del pasado en donde fueron felices los abrumaban en el día, y en las noches, las pesadillas no los dejaban ir, las lágrimas siempre terminaban llenando los ojos de Hades, y la impotencia llenaba a Perséfone.

Ella sentía que debía hacer algo, no sabía que, pero tenía que hacerlo si o sí, y no se dio cuenta de lo que debía hacer, hasta que luego de un siglo volvió a ver a Hades, en la arena del Ragnarok, dioses y humanos observando con atención cada movimiento de quienes luchaban, Perséfone con temor de no poder volver a verlo. De no sentirlo, de no amarlo, de no besarlo, y ahí, cuando Hades comenzó a romperse y desvanecerse fue que se dio cuenta de lo que debió hacer fue disculparse, recuperar a quien más amó, el único que pudo ganar su corazón.

Su muerte le había destrozado por completo, y creyó que el dolor era lo único que merecía al dejarlo, un día cuando gritaba en desconsuelo, Poseidón la abofeteó.

—. Te odió, pero el no querría que estuvieras así, ya deja los malditos gritos, eres una perra, una a la que el amo.

Y sin más se fue, puedo que no haya sido su intención, pero le dio fuerza a Perséfone para intentar seguir.

Sus esfuerzos fueron en vano cuando su mirada grisácea se cruzó con sus ojos lirios cuando los humanos pidieron de vuelta a todos los fallecidos en la lucha, incluidos los dioses.

Ella corrió, y frente a él se detuvo, con los ojos acuosos y el alma en la garganta, sin fuerza para decir nada además de aquel susurro.

—. Lo siento...

Pero aún así, el la besó, y ambos supieron que aquello lo habían ansiado por tanto tiempo, una siglo podía ser un suspiró para un dios, pero a ellos les afectó enormemente, y el tiempo fue terriblemente lento.

Ahora estaban besándose, siendo observados por todos, pero sin darle importancia a nadie, se amaban, eso era lo único que les importaba.

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Two-cember [Hades bottom] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora