25. Noche de esperanza

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Anya y Nidia habían encontrado un lugar para pasar la noche, armaron una fogata para no pasar frío. Ambas abrazaban sus piernas y sus rostro reflejaban tristeza.

-¿Te duelen las heridas?- preguntó Anya.
-No mucho- contestó Nidia-. Lo que más me duele es estar lejos de nuestra familia.
-Lo sé, yo también extraño a todos, sobretodo a nuestros papás.
-Seguramente la están pasando muy mal.
-Todo esto es nuestra culpa.
-¿De qué hablas?
-Si no hubiéramos arruinado el vestido de Meli ahorita estaríamos en casa con nuestros papás, nuestras hermanitas y nuestros perros.
-Esto es nuestra culpa. Papá Temo nos dijo que Meli estaba teniendo problemas mentales por la obsesión de aquella promesa, nosotras no somos culpables.

Ambas se abrazaron no solo para sentir más el calor que les brindaba la fogata sino para hacerse saber que estaban ahí una para la otra. Extrañaban demasiado a su familia.

-Tratemos de dormir- dijo Anya-. El fuego nos mantendrá calientitas hasta la llegada del amanecer.
-Será lo mejor- dijo Nidia-. Te quiero hermana.
-Yo también te quiero mucho hermanita.

Sin soltar sus manos ambas se quedaron dormidas con la esperanza de regresar pronto a casa.

Ari y Temo acostaron a sus bebés en sus cunas, sonreían al verlas tan llenas de tranquilidad. La sonrisa de Ari desapareció y salió de la habitación, Temo lo siguió porque le preocupó su reacción. Se le destrozó el corazón al ver a su esposo parado en el marco de la puerta del cuarto de sus hijas mayores, Ari rompió en llanto.

-¿Cuándo, Tahi?- se preguntaba llorando-. ¿Cuándo será el día que nuestras hijas estén de regreso en casa?
-Ya mi amor, tranquilo- dijo Temo abrazándolo-. Yo sé que sientes que esto parece eterno, pero no perdamos la esperanza porque al menos sabemos que nuestras hijas están vivas.
-Todas las noches que veo las estrellas veo la más brillante porque recuerdo lo que les dijiste a nuestras hijas, pero deben estar tan asustadas que ya olvidado eso.

Temo le daba muchos besos a su esposo, sabía del gran dolor que sentía porque las niñas siempre fueron muy unidas a ellos desde que las adoptaron. Se fueron a su cuarto y se acostaron, Temo acariciaba los rizos de Ari y se dieron un pequeño beso.

-Todo estará bien, Tahi- dijo Temo-. Tratemos de descansar y soñar con nuestras hijas.
-Si Tahi- dijo Ari dándole otro beso-. Descansa, te amo.
-También te amo.

Anya y Nidia dormían pero ya estaban comenzando a sentir frío porque la fogata ya se había pegado. Anya por alguna razón se había despertado y se quedó mirando las estrellas por un momento.

-Si en algún momento llegaran a perderse recuerden que la estrella más brillante siempre las guiará a casa- recordó esas palabras de su papá Temo.
-Nidia- dijo Anya tratando de despertarla-. Nidia, despierta.
-¿Qué pasa?- preguntó Nidia al despertarse.
-Sé cómo podemos regresar a casa.
-¡¿Cómo?!
-La estrella que nos guiará a casa.

Nidia miró la estrella más brillante y también recordó las palabras de su papá. Las sonrisas estaban volviendo a sus rostros.

-Claro, la estrella siempre está en la misma dirección- dijo Nidia-. Y la estrella está apuntando hacia allá.
-Mientras más pronto vayamos hacia esa dirección, más pronto llegamos a casa- dijo Anya-. Vamos.

Anya y Nidia se levantaron para comenzar a caminar en dirección de la estrella. Sus pies ya estaban cansados pero nada las detenía, porque luego de haber caminado un rato encontraron la carretera.

-¡Si, esta carretera nos llevará a casa!- dijo Nidia emocionada-. La estrella está en esta dirección, entonces vamos por acá.
-Lo mejor será no detenernos, es mejor que lleguemos pronto a casa.

Anya y Nidia ya estaban cerca de regresar con su familia.

Familia Corcega López 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora